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La inacción suiza amenaza el desarrollo mundial de antibióticos

antibióticos
Durante años, los antibióticos han sido clave en el avance de la medicina moderna. Sin embargo, el aumento de la resistencia bacteriana podría hacer que intervenciones médicas comunes vuelvan a ser peligrosas, incluso mortales. Dr P. Marazzi / Science Photo Library

Suiza es un importante centro para las empresas farmacéuticas, pero ha hecho poco por fomentar el desarrollo de nuevos antibióticos, una carencia que podría tener graves consecuencias dentro y fuera del país.

La comunidad experta en salud mundial lleva tiempo advirtiendo de que la resistencia a los antimicrobianos, incluidos los antibióticos, es una crisis de evolución lenta y consecuencias mortales. En 2019, la resistencia a los antimicrobianos (RAM) causó aproximadamente 1,3 millones de muertes en todo el mundo, la tercera causa de muerte ese año, según The Lancet. Según una estimación, para 2050, la RAM podría cobrarse hasta 10 millones de vidas al año, al mismo nivel que el cáncer.

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Pese a las advertencias, son pocas las empresas que están desarrollando nuevos antibióticos. La razón responde a una lógica simple: su desarrollo es costoso, pero las ganancias son mínimas. Crear un nuevo fármaco puede tardar entre 10 y 15 años y superar los mil millones de dólares (unos 790 millones de francos suizos), pero se espera que los antibióticos sean baratos y se usen con moderación para evitar la resistencia.

Este desajuste económico ha llevado a grupos de expertos en salud pública a reclamar nuevos modelos de compra. Una opción es pagar a las empresas una cuota anual por el acceso a un antibiótico -en lugar de pagar por pastilla- para garantizar la rentabilidad independientemente del uso. Algunos países, entre ellos el Reino Unido, Suecia y Japón, están poniendo a prueba estos sistemas de incentivos «pull». Sin embargo, los progresos de Suiza han sido lentos. Si los planes siguen por buen camino, los incentivos no llegarán hasta 2029.

«Si un país rico como Suiza no se une a los esfuerzos internacionales para crear modelos de reembolso para nuevos antibióticos, no transmite una señal alentadora a otros países e inversores», señaló Barbara Polek, directora gerente de la Mesa Redonda Suiza sobre Antibióticos (Round Table on Antibiotics).

«Existe el riesgo de que los nuevos antibióticos no estén listos a tiempo para sustituir a los antibióticos con resistencia, y de que los investigadores abandonen por completo este campo».

Una clase de antibióticos reúne sustancias con estructuras químicas y mecanismos de acción similares. Los compuestos de una misma clase suelen actuar sobre el mismo proceso bacteriano y tienden a presentar patrones de resistencia parecidos. Según la comunidad experta hay unas 13 clases de antibióticos.

Problemas de suministro en aumento

Para médicos como Silvio Brugger, del Hospital Universitario de Zúrich (USZ), el riesgo de quedarse sin antibióticos eficaces no es una hipótesis lejana. Aunque la resistencia a los antimicrobianos es relativamente baja en Suiza, cada vez preocupa más la llegada de pacientes del extranjero con cepas farmacorresistentes.

El año pasado, Brugger trató a una víctima de quemaduras de 44 años con Acinetobacter baumannii resistente al carbapenem (CRABEnlace externo), una bacteria farmacorresistente que puede causar infecciones graves. «El nivel de resistencia era aterrador», explica Brugger. «Las bacterias colonizaban todas partes: la nariz, los pulmones y las heridas, y posteriormente pasaban a la sangre. Sin tratamiento, estos pacientes tienen un riesgo muy alto de morir a causa de la infección».

La CRAB se propaga fácilmente en los hospitales, especialmente en entornos húmedos como las unidades de quemados. En 2007, un brote de CRAB obligó a cerrar temporalmente una unidad de quemados en el oeste de Suiza para descontaminarla.

Sólo un antibiótico -Sulbactam-durlobactam (marca comercial: Xacduro)- fue eficaz contra la CRAB. Aprobado por las autoridades estadounidenses en 2023, aún no está autorizado en Suiza y debe importarse caso por caso. USZ lo importó a un precio elevado, salvando la vida del paciente.

A Brugger le preocupa que este tipo de situaciones se conviertan en algo habitual. «Cada vez son más los antibióticos necesarios para tratar a los pacientes que no están autorizados aquí y deben importarse», afirma.

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mujer en un laboratorio con frascos de medicina

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Por qué faltan fármacos en Suiza

Este contenido fue publicado en ¿Cómo es posible que un país que suministra tantos medicamentos al mundo sufra escasez en su propio país?

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Un estudioEnlace externo sobre 18 nuevos antibióticos aprobados entre 2010 y 2020 en los principales mercados reveló que solo seis llegaron a comercializarse en Suiza, situándose al mismo nivel que países como Rumanía y Grecia.

Al mismo tiempo, el acceso a antibióticos más antiguos también se ha vuelto más complicado. Entre 2023 y 2025, los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG) registraron 88 desabastecimientos de antibióticos que afectaron a 32 principios activos, según el farmacéutico hospitalario Yassine Dhif. En 16 casos, el HUG tuvo que importar medicamentos; en cinco, el fármaco no estaba disponible en Suiza por falta de autorización o retirada del mercado.

Eso tiene un coste. De media, los antibióticos importados son 2,5 veces más caros, y algunos cuestan hasta cinco veces más que el precio normal, según Dhif. Además, la importación retrasa el tratamiento y aumenta la responsabilidad de los hospitales.

Un modelo que no funciona

La creciente demanda de antibióticos importados es síntoma de un problema mucho mayor.

Los antibióticos son medicamentos esenciales que deberían estar al alcance de la población, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, a diferencia de los medicamentos genéricos, desarrollar una nueva clase de antibióticos es extremadamente costoso.

«Se espera que los antibióticos, por innovadores que sean, cuesten lo mismo que unas patatas fritas», afirma Mark Jones, responsable de asuntos globales de la biotecnológica suiza Basilea, que desarrolló el antibiótico Zevtera. «Y a diferencia de los medicamentos contra el cáncer, los mejores antibióticos nuevos se reservan como último recurso, guardados bajo llave en un armario».

Eso hace casi imposible que quienes desarrollan estos medicamentos —a menudo pequeñas empresas con recursos limitados— puedan cubrir los costes. La mayoría de las grandes farmacéuticas, que suelen adquirir compuestos prometedores, han abandonado el campo de los antibióticos.

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Los llamados «incentivos de empuje», en forma de ayudas y subvenciones, han permitido que algunas empresas cubran los primeros gastos de investigación y ensayos clínicos. Sin embargo, la comunidad experta advierte que, sin incentivos financieros sostenidos, estos medicamentos no estarían disponibles cuando más los necesitemos.

La empresa estadounidense Achaogon, fundada en 2002, recibió la aprobación estadounidense para su antibiótico Zemdri (plazomicina) en 2018, pero aun así no pudo cubrir los costes de la comercialización del producto, declarándose en quiebra poco después.

«Este es un problema global. Países de altos ingresos como Suiza realmente necesitan intensificar sus esfuerzos y ofrecer los incentivos adecuados en el mercado, para que exista un retorno de inversión suficiente que permita a las empresas, tanto pequeñas como grandes, seguir desarrollando antibióticos», dijo Henry Skinner, CEO del Fondo de Acción AMR, que tiene como objetivo invertir mil millones de dólares en empresas de biotecnología en fase clínica. «Si vendiendo antibióticos se pierde dinero, nadie invertirá».

Algunos países están probando modelos de incentivos. En 2019, el Reino Unido comenzó a probar un sistema de suscripción al estilo de Netflix, en el que el Servicio Nacional de Salud (NHS) paga una tarifa anual fija por el acceso a antibióticos, sin importar cuánto se utilicen. Esta iniciativaEnlace externo se convirtió en una política de adquisición formal en mayo de 2024 después de que mejoraraEnlace externo el flujo de caja para las empresas y el acceso para los pacientes. Japón, Suecia, Italia y Canadá también están probando incentivos similares.

A contrarreloj

Sin embargo, los avances en Suiza han sido lentos. El Gobierno lleva al menos una década hablando de incentivos para nuevos antibióticos en el marco de su estrategia nacionalEnlace externo contra la resistencia a los antibióticos.

Los médicos consultados por Swissinfo reconocen que es difícil transmitir la urgencia del problema en Suiza, donde las tasas de resistencia antimicrobiana son relativamente bajas, existen campañas sólidas de salud pública para promover el uso responsable de antibióticos y, además, el país puede permitirse importar estos medicamentos cuando sea necesario.

«Suiza tiene la ventaja de ser un país rico», afirma Stephan Harbarth, jefe de la división de control de infecciones de HUG. «En la mayoría de los países, un médico no puede simplemente pedir a su farmacéutico que importe un nuevo medicamento, independientemente de su coste».

Pero puede que eso no sea así para siempre si las empresas no pueden permitirse desarrollar fármacos.

«No se trata sólo del acceso a los antibióticos para nuestros pacientes aquí», añadió. «Suiza, con su riqueza y su industria farmacéutica, tiene la responsabilidad de garantizar que el mundo no se quede sin antibióticos».

Las empresas suizas Basilea, Bioversys y Roche se benefician de la financiación y los incentivos de otros países.

El Gobierno suizo se ha opuestoEnlace externo a anteriores propuestas parlamentarias de incentivos a la extracción, alegando los costes y otras medidas que está adoptando para combatir la resistencia. La oficina de salud pública suiza respondió a Swissinfo que el gobierno planea presentar una propuesta al parlamento en otoño de 2025 para revisar la Ley de Epidemias, que proporcionaría una base legal para introducir incentivos financieros para los antibióticos. La fecha más temprana para que esta iniciativa entrara en vigor sería en 2029.

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Pero el tiempo corre. En mayo, la farmacéutica suiza Roche —una de las pocas grandes empresas que aún invierte en investigación de antibióticos— anunció que llevará el nuevo antibiótico zosurabalpina a la fase final de ensayos clínicos. Sería la primera nueva clase en 50 años capaz de matar bacterias Gram negativas, especialmente resistentes debido a su doble membrana.

Michael Oberreiter, responsable de acceso mundial de Roche, afirmó que la empresa está dispuesta a asumir algunos riesgos para garantizar el acceso, pero que se necesitan incentivos de los países ricos para mantener la innovación.

«Sin ellos, las empresas se irán o simplemente no entrarán en el mercado, lo que agravará la “fuga de cerebros” que ya se observa en este campo, donde los investigadores e investigadoras se trasladan a otras áreas», afirmó Oberreiter. «Tardaríamos muchos años en invertir esta tendencia».

Editado por Virginie Mangin. Adaptado del inglés por Carla Wolff.

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