Pablo Moreno, premiado por ACNUR, ilustra cómo empresas y refugiados pueden avanzar juntos
Antonio Broto
Ginebra, 16 dic (EFE).- La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) sorprendió este año al otorgar su Premio Nansen, máxima distinción que habitualmente reserva a políticos o activistas, a un hombre de negocios, el mexicano Pablo Moreno Cadena, una forma de mostrar que las empresas también deben tener un papel importante en la acogida de quienes huyen de conflictos y crisis.
«No esperábamos recibir un honor de esta magnitud», admite con modestia en una entrevista con EFE, en la sede mundial de ACNUR, el premiado empresario, director global de asuntos corporativos para la fabricante de electrodomésticos Mabe y quien este martes recibirá el galardón de manos del alto comisionado de la agencia, Filippo Grandi.
El Nansen es la mayor distinción que desde 1954 concede anualmente ACNUR, y Moreno es el receptor este año del premio regional para América, mientras que el global será para el político local camerunés Martin Azia Sodea.
«Solemos ver este tipo de premios con ONG, gobiernos, activistas que están en la ‘línea de fuego’ beneficiando y rescatando a muchas personas que luchan por su vida», comenta el mexicano, quien también señala que firmas como Mabe «tienen un papel importante pero al final del ciclo, una vez que se han hecho las heroicidades».
Firma pionera en la inclusión
El reconocimiento a Moreno se debe a que Mabe, con algunas de las mayores fábricas mundiales en el sector de los electrodomésticos y ventas en más de 70 países, fue pionera en México a la hora de contratar a refugiados para sus líneas de producción.
A través de un proyecto iniciado en 2017 junto a ACNUR y a instituciones como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), Mabe ha dado empleo a unos 600 refugiados de países como Honduras, El Salvador o Guatemala, sirviendo más tarde de modelo a otras empresas.
«Nunca llegamos a pensar que fuera a crecer tanto, pero estamos hablando ya de más de 50.000 refugiados que han formado parte de este proyecto que se han incorporado a la sociedad y más de 600 empresas como parte de esta alianza», explicó.
Muchas de ellas pertenecen a las manufacturas, como la propia Mabe, pero también las hay del sector servicios, tales como hoteles, cadenas de alimentación y otros negocios.
Antes de trabajar con ACNUR, Mabe ya tenía programas de contratación de trabajadores del sur para el norte de México, pero tras contactar con la agencia de Naciones Unidas decidieron iniciar un programa piloto para su planta de lavadoras en Saltillo, en el estado de Coahuila.
«No fue sencillo, por ejemplo la empresa tenía el temor de que se utilizara como trampolín para cruzar la frontera de Estados Unidos dada la cercanía, o que (los contratados) pudieran haber tenido alguna actividad delictiva en sus países de origen», confiesa Moreno.
Sin embargo, esos temores quedaron pronto despejados y «en los más de ocho años que hemos estado en este gran proyecto, con todo ese flujo de gente, no hemos tenido un solo problema», asegura el empresario.
Moreno subraya que la contratación de refugiados no sólo beneficia a éstos con estabilidad económica, sino que la propia empresa saca partido de unos trabajadores que suelen sobresalir por su fidelidad y su espíritu de sacrificio.
Aproximadamente un 12 % de los trabajadores dejan mensualmente Mabe porque han encontrado otro empleo, pero ese porcentaje cae al 0,9 % en el caso de los refugiados, relata el empresario.
«Otro elemento es que ellos dan un gran ejemplo por el hecho de que se les haya dado una segunda oportunidad, algo que conmueve a quienes les rodean. Son gente muy responsable, que llega y lucha por lo que se le da y va progresando», explica.
Desde Chiapas hacia el norte
Los refugiados suelen cruzar la frontera mexicana en el sur hasta el estado de Chiapas, donde ACNUR inicia procedimientos administrativos y los ayuda a viajar a otros estados más al norte, donde según cuenta Moreno participan en ferias de búsqueda de empleo y así entran en contacto con las empresas.
Según ACNUR, unos 53.000 refugiados han sido contratados por firmas mexicanas como Mabe a través de sus programas de colaboración con el sector empresarial: casi dos tercios (64,5 %) proceden de Honduras, aunque también los hay que llegan de El Salvador (11,5 %), Haití (9,1 %), Cuba (4,5 %) o Nicaragua (1,8 %), entre otros países.
Moreno subraya que todavía hay cuestiones pendientes, como la necesidad de una mayor celeridad para tramitar los documentos que necesitan los refugiados para poder incorporarse a la economía formal, ya que aún tienen dificultades, por ejemplo, para abrirse una simple cuenta bancaria, necesaria para recibir sus salarios.
«Los refugiados, una vez que se integran a la sociedad de manea formal, no son una carga. Son gente productiva, pagan impuestos, contribuyen a la sociedad… y los empresarios estamos formando parte de la solución a este reto», resume el directivo. EFE
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