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Por amor, aventuras y solidaridad

Susana y Peter Blichenstorfer, de Basilea a Punta Arenas. swissinfo.ch

Los pioneros de la emigración suiza en Chile llegaron en busca de mejores condiciones de vida. En cambio, las nuevas generaciones lo han hecho motivados por los deseos de aventuras, solidaridad y por amor.

En su mayoría, son jóvenes y se desentienden de los clubes suizos, lo que desanima a los esforzados dirigentes que luchan por impulsar lazos con la patria.

En la Embajada Suiza de Santiago hay 3.800 ciudadanos helvéticos inscritos, de los cuales 600 son sólo suizos, los demás binacionales. Pero hay muchos que por diversas razones prefieren no anunciarse y viven dispersos a lo largo y ancho del país.

Los ‘emigrantes históricos’, como se les conoce a los que descienden de los pioneros que llegaron entre 1883 y 1900, están organizados en 10 clubes y una asociación.

Casi todas nacieron en el siglo pasado, con excepción de la Asociación de Descendientes suizos de la Araucanía (ADES), creada en 1997 con la finalidad de establecer relaciones culturales con Suiza.

A ello hay que agregar las 3 colectividades de ‘Damas suizas’ que existen en Santiago, Victoria y Temuco. Las dos primeras tienen importancia en la medida en que nacieron antes de que en Suiza se le acordara el derecho a voto a las mujeres.

Cerca de 300 residentes pertenecen a la categoría de ‘suizos de paso’, es decir hombres de negocios, funcionarios, investigadores, profesores y comerciantes que representan o trabajan en las principales firmas helvéticas instaladas en Chile.

Esta comunidad reside esencialmente en las regiones industriales de Santiago, Valparaíso y Viña del Mar.

“La Araucanía, en el sur, es la tercera región con más concentración de suizos. Pero hay otras colonias importantes, como las de Concepción y Osorno”, precisa el embajador Charles Edouard Held.

Generación de emigrantes atípicos

Pero una categoría a parte lo constituye la nueva generación de jóvenes emigrantes suizos que comenzó a llegar al país a partir de 1990. Se caracterizan por una actitud de distanciamiento con la patria de origen.

“Son suizos en ruptura, en busca de espacio, de aventuras y muy solidarios con los indígenas”, afirma el agricultor Hugo Leuenberger, establecido en Temuco y que a menudo le toca orientar a los recién llegados hacia los destinos que buscan.

Algunos ya llevan varios años arraigados en regiones aisladas e inhóspitas como lo es la Patagonia chilena, que ejerce gran atracción entre los amantes de los glaciares y los mares australes.

En Temuco un suizo del cantón de Vaud se enamoró de una joven indígena mapuche que conoció ‘haciendo dedo’; se casaron y ahora explotan un pequeño puesto de comida que ofrece a los turistas especialidades culinarias mapuches.

Siempre en este rubro, Thomas Buschor, oriundo de Berna, se instaló en 1998 con su esposa suiza en la región cordillerana de Malalcahuello (cerca de Cura Cautín) con una pequeña hostería. Tienen dos hijos, Darío y Maurín, de 3 y 5 años, ambos nacidos en Chile.

Más al sur, en Puerto Montt, el joven Frederic Emery, de 23 años, originario de Sion, en el cantón del Valais, pertenece a la categoría de los aventureros de pura cepa.

Tras terminar su aprendizaje de ayudante de cocina comenzó a recorrer América Latina y tras un año de vivir en la selva amazónica, se avecindó en Chile, donde ya vivían otros amigos suizos y unos chilenos que conoció en los cursos de cocina.

Para ganarse la vida vende ‘mote con huesillos’, la tradicional bebida chilena fabricada con trigo tierno, pelado en cenizas y que se mezcla con el jugo de cuescos de frutos secados al sol.

El muchacho no pasa desapercibido en una actividad que ejerce en Chile la gente con menos recursos. Sus deseos son juntar plata y “hacerse marinero y seguir viajando a través de los mares del Sur”.

Ya en el extremo austral, en plena Patagonia y cerca de las torres del Paine, una joven de Lucerna se gana la vida arrendando caballos a los turistas que van de excursión a esos famosos glaciares. Llegó ahí por amor hace 4 años y vive con un chileno que es guía de montaña.

También por amor llegó a la Araucanía hace ya 7 años, Alice Koller, originaria de Appenzell. Conoció a su marido en Ginebra, un suizo chileno, con el que se casó. Tuvo una hija y se establecieron en Victoria.

Ahora vive feliz en el campo, criando perros de raza San Bernardo. El año pasado fue elegida presidenta de la Asociación de Descendientes Suizos de la Araucanía (ADES) y anima a un grupo de madres que perdieron sus hijos.

Otros jóvenes han llegado a través de los programas de intercambios juveniles. Es el caso de Celia Bovard (cantón de Vaud), de algunos profesores de idioma o de voluntarios que colaboran con ONG indígenas, como Olivia Haesloop, originaria de Zug, que trabaja para la Fundación Chol Chol, donde se ocupa de la formación de mujeres mapuches.

También hay artistas como la pintora Rosy Oelckers Reist, que encontró una manera de compartir su vida entre su taller de Belp (Berna) y la simpática caleta de Angelmó, en Puerto Montt. Reside 6 meses en Suiza y los otros 6 en Chile. Y siempre en verano.

Este reportaje sigue en ‘Más sobre el tema’.

swissinfo, Alberto Dufey, de regreso de Chile

3.800 ciudadanos helvéticos se encuentran inscritos en los registros consulares. De los cuales 600 son sólo suizos, los demás binacionales.

Pero hay muchos que por diversas razones prefieren no anunciarse y viven dispersos a lo largo y ancho del país.

A ellos se agregan los 10 mil descendientes de suizos que perdieron la nacionalidad.

Existen 10 clubes de suizos, 1 asociación, y 3 organizaciones de ‘Damas Suizas’.

Desde 1990, se asiste a la llegada de una nueva generación de emigrantes, en su mayoría jóvenes en busca de mejores alicientes para sus vidas.

La posibilidad de instalarse en forma independiente en regiones aisladas e inhóspitas del sur de Chile atrae a mucho de ellos.

Algunos llegaron a Chile por amor. Son parejas binacionales que establecieron lazos en Suiza durante la época del exilio y de la emigración masiva de chilenos a Europa.

Un puñado no menos importante trabaja en proyecto de solidaridad con los indígenas mapuches.

Por último, están los jóvenes que encontraron en Chile un país para vivir aventuras en contacto con la naturaleza. El descubrimiento de grandes espacios.

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