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Quién es Julieta Makintach, la jueza que quería un pedazo de la fama de Maradona

Florencia Pessarini

Buenos Aires, 28 may (EFE).- Julieta Makintach buscaba ser «la jueza detrás de Dios», como se la presenta en la serie documental grabada ilegalmente y en la que aparece como protagonista, pero su bochornosa actuación en el juicio por la muerte de Diego Armando Maradona la han puesto al borde de sepultar su carrera judicial.

Los tacones de la magistrada argentina, de 46 años, reverberan en los tribunales de la localidad bonaerense de San Isidro, desiertos un domingo a las cinco de la tarde. En los videos filtrados, la prueba que utilizó la justicia para decidir su recusación el martes, se la ve bajar con gracia las escaleras del edificio, enfundada en una minifalta beige y chaqueta a tono.

Aquel domingo de marzo, días antes del inicio del juicio contra siete profesionales de la salud por la muerte de Maradona, Makintach acudió a la sede judicial en la que trabaja hace 25 años acompañada de su amiga de la infancia, ‘La Negra’ Vidal, el camarógrafo José Huarte y el propietario de la productora La Doble, José Arnal.

El propósito de aquella visita furtiva a los tribunales -sin autorización, ni registro de entrada en el libro de guardia- era grabar escenas de apoyo para el tráiler de ‘Justicia Divina’, la serie de seis episodios de 30 minutos que ha colocado contra las cuerdas a la jueza.

De hija de un buen juez a la suspensión

Makintach empezó a trabajar en los Tribunales de San Isidro en 1998 y desde 2017 integra el Tribunal Oral de lo Criminal N°2.

«Toda mi vida me preparé para esto, la vida o Dios me puso aquí para hacer justicia», dice la jueza en el tráiler que hipotéticamente se iba a ofrecer a plataformas para su venta y que se ha viralizado esta semana.

Sin embargo, fuentes judiciales afirman que fue ella quien se ofreció de manera voluntaria como jueza subrogante en el tribunal asignado para llevar adelante el célebre juicio por la muerte del astro argentino.

«Yo la recusé al comienzo del proceso porque integró el tribunal de una manera irregular, no fue sorteada», dice a EFE el abogado Rodolfo Baqué, exdefensor del coordinador de enfermeros Mariano Perroni, apartado de la causa por decisión de la magistrada.

El martes pasado, cuando se recusó formalmente a Makintach, los titulares del tribunal, Maximiliano Savarino y Verónica Di Tomasso, se desentendieron: «Yo no la conozco. La veo los martes y jueves», dijo el juez Savarino.

La jueza Di Tomasso avivó el escándalo con estas palabras: «Yo soy la primera profesional de mi familia, no soy hija de nadie».

El fallecido Juan Makintach, padre de Julieta, fue una figura de larga trayectoria en el Poder Judicial de San Isidro, y quienes trabajaron con él lo recuerdan como «un excelente juez, estudioso, reconocido, que siempre decía lo que pensaba con fundamentos».

Su hija Julieta, casada y madre de dos niñas, asumió el cargo de jueza un 8 de marzo. Al celebrar sus 25 años en la Justicia destacó en LinkedIn que había elegido el Día de la Mujer para asumir el cargo en «homenaje a esa energía femenina, intuitiva, maternal, resolutiva, tan necesaria como complementaria, profesional y humana».

Fue egresada y máster en Derecho Penal por la Universidad Austral, donde impartía clases hasta el pasado lunes, cuando fue “suspendida» a raíz del bochorno.

La magistrada, que se describía en sus redes sociales como «coach ontólogica», estuvo presente en las 20 audiencias del juicio como vocal del tribunal, siempre maquillada, bien peinada y vestida con cuidados atuendos. Nunca descuidó su aspecto, consciente de que estaba siendo grabada, a sabiendas que estaba siendo protagonista de un documental que con toda seguridad iba a ser exitoso.

Sus intervenciones estuvieron, en su gran mayoría, cargadas de ironía, sonrisas socarronas y un tono levemente agresivo.

Cuando fue cuestionada por primera vez por el abogado del imputado Julio Rivas por la forma en la que interrogó a un testigo y a una de las imputadas, Makintach se defendió: «Es mi vehemencia de siempre, todos los que me conocen saben que soy así».

Después de que la Justicia probara la participación de Makintach en el documental, muchas de las partes esperaban que se excusara, pero una periodista, minutos antes de que comenzara la última audiencia, comentó: «Nunca da el brazo a torcer».

La jueza dijo al inicio que no existía ningún documental, después que se trataba «solo de una entrevista» y, hacia el final de la audiencia, sostuvo que «no tenía conocimiento de ese material». Negó lo probado por la Justicia y eligió el camino de la confrontación, al acusar a las partes de no confiar en ella «por una razón macabramente armada».

Hasta el momento, se presentaron contra la magistrada tres pedidos de juicio político, que quedaron radicados en la Secretaría Permanente de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios Judiciales bonaerenses.

Este miércoles, la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires la ha suspendido por 90 días. EFE

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