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Rusia toma como blanco Odesa en un intento por cortar el acceso de Ucrania al mar Negro

Rostyslav Averchuk

Leópolis (Ucrania), 22 dic (EFE).- Rusia ha intensificado en los últimos días sus ataques masivos contra el sur de Ucrania y ha golpeado en varias ocasiones los puertos, la infraestructura energética y el sistema de transporte de Odesa, en lo que el Gobierno ucraniano describe como un intento de cortar el acceso del país al mar Negro.

Los ataques contra la mayor región de Ucrania, crucial también por sus vínculos con Rumanía y Moldavía, y sobre los que Moscú asegura que solo tienen «objetivos militares», se han prolongado prácticamente sin pausa durante los últimos 10 días.

«Rusia está intentando destruir la logística marítima con ataques sistemáticos contra infraestructuras portuarias y energéticas», informó este lunes el viceprimer ministro Oleksí Kuleba, después de que se declarasen varios grandes incendios en un depósito de aceite de girasol en el puerto de Pivdeni, donde ya murieron ocho personas el viernes en un ataque anterior.

El acceso al mar Negro

Los puertos de Odesa han desempeñado un papel crucial para la economía ucraniana, pues por ellos salen el 60 % de las exportaciones totales, incluido el 90 % de las exportaciones de cereal, desde que Ucrania consiguió expulsar de sus costas a la flota rusa del mar Negro.

«Al no tener éxito en tierra y sin la oportunidad de operar abiertamente en el mar, están atacando desde el aire», enfatizó este lunes el portavoz de la Marina ucraniana, Dmitró Pletenchuk, en declaraciones a la televisión pública.

El lanzamiento de misiles balísticos y de drones de largo alcance desde la península ocupada de Crimea representa un gran desafío, admitió.

Los drones rusos penetran en la región costera desde el mar, sobre el que vuelan a menudo a altitudes muy bajas o muy altas, lo que deja poco tiempo para que reaccionen las defensas antiaéreas locales, mientras que Odesa carece de sistemas sofisticados para interceptar misiles balísticos.

Sin embargo, Pletenchuk aseguró que el corredor marítimo para las exportaciones sigue funcionando pese a los ataques, que dañaron un barco turco el pasado 12 de diciembre.

La amenaza del aislamiento

Algunos analistas han destacado que los ataques también tienen el objetivo de perturbar el suministro de equipamiento militar desde un nudo logístico de la OTAN que está previsto que empiece a operar en enero en Rumanía, de manera complementaria al que ya existe en Polonia.

La semana pasada Rusia atacó varias veces el puente Mayaki, en la ruta que conecta Odesa con la frontera rumana.

Los ataques interrumpieron temporalmente el tráfico de vehículos entre Besarabia, la parte occidental de la región, y la parte oriental, amenazando con cortar el acceso de cientos de miles de residentes a suministros esenciales de alimentos, gasolina o medicamentos.

Tras unas reparaciones, el tráfico se reanudó, aunque la inquietud persiste.

La intensidad de los ataques rusos también ha causado preocupación por la potencial amenaza que supone Transnistria, el enclave moldavo bajo control ruso que comparte 450 kilómetros de frontera con Ucrania, ya que la creación de un corredor terrestre entre Crimea y este territorio ha sido mencionado por algunos oficiales rusos como objetivo militar.

Las unidades militares destacadas en Transnistria no son un riesgo significativo para Ucrania, creen los analistas militares ucranianos, pero es posible que pequeños grupos sean empleados para realizar maniobras de distracción, según Oleksandr Kovalenko, experto del Grupo Resistencia Informativa.

Adaptándose a las dificultades

Unos 120.000 residentes de Odesa se quedaron sin electricidad tras el ataque de este lunes, mientras que tras el mayor golpe contra la región hasta la fecha, el pasado 13 de diciembre, más de un millón permanecieron al menos tres días sin suministro eléctrico.

«Los rusos consideran que Odesa es su tierra, están ansiosos por capturarla y están aterrorizando a la población para intimidarla», dijo a EFE María Kashtelianska, una psicóloga de Odesa que tras ese ataque estuvo ocho días sin electricidad.

Los habitantes están exhaustos por no ser capaces de planificar nada, admitió. Pero, aunque algunos no pueden soportar la ansiedad y acusan a las autoridades o a la compañía eléctrica de los cortes de luz y por la falta de protección ante los ataques rusos, la mayoría comprende quién tiene la culpa, explicó.

«Estamos acostumbrados a que nos ataquen y esto solo nos ha unido más», dijo la psicóloga, que el domingo conducía por el centro de Odesa cuando un misil impactó a solo un kilómetro de donde se encontraba.

«Los cines, los cafés, los salones de belleza, las cafeterías, los gimnasios, todo está abierto. La vida continúa», enfatizó. «Es duro para nosotros, pero estratégicamente los rusos no van a conseguir nada», señaló Kashtelianska. EFE

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