
Salas de Respuesta a Emergencias piden alto el fuego en Sudán tras ganar Nobel Alternativo
El Cairo, 1 oct (EFE).- Representantes de las Salas de Respuesta a Emergencias (ERR, en inglés) de Sudán reclamaron este miércoles a la ONU, la Unión Africana y los principales donantes internacionales un impulso político hacia el alto el fuego, durante una rueda de prensa celebrada tras recibir el «Nobel Alternativo» de la fundación sueca Right Livelihood Award.
“Necesitamos que la ONU, la Unión Africana y los principales donantes internacionales impulsen un alto el fuego y un plan político que permita entregar ayuda y proteger a los voluntarios”, reclamó uno de los miembros de estas redes ciudadanas, Alaanosi Adam.
En el encuentro con los medios, representantes de la red explicaron cómo surgió el movimiento en respuesta inmediata a la falta de asistencia durante los primeros meses de la guerra civil sudanesa en 2023, cuando barrios enteros quedaron sitiados.
“En Jartum estuvimos dos años bajo asedio sin ayuda externa. Por eso tuvimos que trabajar con la comunidad y crear herramientas decisivas para salvar vidas en cuestión de horas”, añadió desde Jartum la activista Duaa Tarig, que alertó de que las enfermedades febriles y las inundaciones del Nilo están agravando la situación.
“Lo que hemos visto es que la idea de la ayuda mutua ya está sembrada en la gente. Han aprendido a reunirse y a organizarse sin esperar al Gobierno ni a las organizaciones”, explicó Tarig.
El modelo, descentralizado y no regulado, busca dar poder a cada comunidad para decidir sus prioridades. “Es único porque devuelve el poder a la gente. A diferencia de la ayuda predefinida, aquí cada comunidad diseña su propio plan. En Sudán la realidad es totalmente distinta a la de otros países”, señaló Adam.
Las ERR no se limitan a llevar comida o medicinas, sino que también restablecen el servicio eléctrico en zonas donde se ha perdido, garantizan el acceso a fuentes de agua potable o rehabilitan hospitales y escuelas. «Reaccionamos a lo que la comunidad necesita en cada momento”, detalló Adam.
Los riesgos para los voluntarios de las ERR son elevados, y es que varios de sus miembros han sido detenidos, torturados e incluso asesinados por ambas partes en conflicto. “En Jartum sufrimos amenazas, desapariciones, persecuciones y un agotamiento físico enorme. Las mujeres, además, se enfrentan a violencia sexual y arrestos arbitrarios”, denunció Tarig.
Su financiación, explicaron, proviene de mecanismos mixtos: aportes de organizaciones internacionales, consorcios locales y, en el pasado, agencias como la USAID estadounidense. Sin embargo, la escasez de fondos y la inseguridad limitan el alcance de las iniciativas, según sus representantes.
De cara al futuro, Tarig considera que estas estructuras deben evolucionar para tener un papel en la reconstrucción de Sudán, y subrayó que, tras la guerra, la prioridad será “defender la democracia, la transparencia y los derechos humanos”, y garantizar que los ciudadanos puedan “vigilar y exigir cuentas” a sus autoridades.
En un Sudán en guerra y donde la ayuda humanitaria apenas llega, las ERR son la clave para hacer frente a lo que la ONU considera la peor catástrofe humanitaria del mundo, ya que más de la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria y más de 12 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. EFE
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