 
Sismo de Birmania de marzo hizo una de las rupturas más largas y rápidas jamás registradas
Redacción Ciencia, 30 oct (EFE).- Un equipo científico comprobó cómo el devastador terremoto de magnitud 7,7 que azotó Birmania en marzo de 2025 produjo una de las rupturas más largas y rápidas jamás registradas en tierra.
El temblor, que afectó al centro-norte del país el 28 de marzo, causó el derrumbe de decenas de miles de edificios, con las ciudades de Mandalay -la segunda más poblada- y Sagaing como las más afectadas.
Dirigido por expertos de la Universidad de California Los Ángeles (Estados Unidos), el trabajo señala que el seísmo recorrió casi 500 kilómetros de la falla de Sagaing a velocidades extremadamente altas.
Rompió un tramo de 250 kilómetros que no se había fracturado en más de un siglo y produjo una ruptura superficial de más de 450 kilómetros, que se propagó a una velocidad superior a la de las ondas sísmicas de corte, un fenómeno poco común conocido como ruptura «supershear».
«Los terremotos supershear son como romper la barrera del sonido pero en la roca», explica Lingsen Meng. Estos crean frentes de choque sísmico que pueden duplicar la intensidad de las sacudidas, incluso a cientos de kilómetros de distancia.
Se producen cuando las fallas bajo la superficie se rompen más rápido de lo que las ondas de corte —las ondas sísmicas que sacuden el suelo hacia adelante y hacia atrás— pueden moverse a través de la roca.
El efecto acumula energía que luego se libera violentamente; este puede compararse con un estampido sónico. Por lo tanto, los terremotos «supershear» pueden producir más sacudidas y son potencialmente más destructivos que otros de la misma magnitud, explica un comunicado de la universidad californiana.
Utilizando un enfoque integrado que combinaba datos sísmicos globales, radar satelital e imágenes ópticas, los investigadores reconstruyeron la ruptura con «un detalle sin precedentes».
Los resultados muestran que la rama sur de la falla de Sagaing experimentó velocidades «supershear» sostenidas de hasta cinco kilómetros por segundo, mientras que la rama norte se propagó más lentamente.
El equipo atribuye la velocidad extrema de la ruptura a varios factores geológicos: una geometría de falla recta y suave, la acumulación de tensión a largo plazo desde el último gran terremoto en 1839 y las propiedades contrastantes de las rocas a lo largo de la interfaz de la falla.
En conjunto, crearon un entorno ideal para que la ruptura se acelerara y mantuviera velocidades «supershear» a lo largo de cientos de kilómetros.
«Este evento nos recuerda que incluso las fallas continentales bien estudiadas pueden comportarse de manera inesperada y peligrosa», resume Meng.
El estudio, cuyas conclusiones son coincidentes con las de otros trabajos, forma parte de un conjunto de cuatro artículos que se publican en la revista Science sobre la actividad sísmica en ese país.
Los autores destacan asimismo la necesidad de reevaluar los riesgos sísmicos en otras regiones continentales con geometrías de fallas similares, como partes de Asia y California, donde coexisten fallas lineales largas y capas de roca contrastantes. EFE
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