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El suizo que protege a los gorilas del Congo

Una familia de gorilas en el Parque Nacional de Kahuzi-Biega. Keystone

Carlos Schuler es uno de los pocos suizos que no ha huido de las guerras que han tenido lugar en los últimos diez años en el este de la República Democrática del Congo.

Éste hombre, a sus 52 años de edad, tiene dos pasiones: su familia y los gorilas de lomo plateado de las montañas del Kivu Sur. Reportaje.

Como todas las mañanas, impera un gran ánimo en el puesto de Civanga, a 40 kilómetros de Bukavu. Desde allí, cada día los turistas inician excursiones, deseosos de encontrar a los primates del Parque Nacional de Kahuzi-Biega (PNKB), el último santuario de los gorilas de espalda plateada en el este de la República Democrática del Congo (RDC).

Calzados con botas ‘rangers’, los cuidadores pigmeos empleados en el parque escudriñan el cielo que asoma algunas nubes de lluvia, mientras los guardias militares verifican por última vez el buen funcionamiento de sus fusiles Kalachnikov.

Muy pronto, la comitiva se pone en marcha. A la cabeza, portando gorra y gafas obscuras, se encuentra Carlos Schuler, al que los aldeanos del lugar apodan como ‘el salvador del PKNB’.

Luego de diez años de guerra

Miembros del Instituto Congoleño para la Conservación de la Naturaleza (ICCN) lo escoltan en fila india a lo largo del sinuoso camino que los guías pigmeos liberan rompiendo las ramas bajas con sus machetes afilados como navajas.

«Gracias a Carlos y a su equipo, los gorilas no han desparecido completamente e, incluso, su número ha aumentado. Es un milagro», celebra John Kahekwa, coordinador de una asociación local de protección al medio ambiente. Esa afirmación hace sonreír al aludido, uno de los pocos suizos que permanecen en el Congo tras diez años de guerra; un periodo en el que los extranjeros han partido en busca de cielos más clementes.

«No siempre ha sido fácil», admite Carlos tras dar una bocanada a su cigarrillo que raramente retira de sus labios coronados por un espeso bigote. Muchas veces arriesgué la vida y la de mi familia para proteger el parque contra toda clase de hombres armados empecinados en explotar los bosques o los minerales, en matar a los animales para comerlos o vender a los jóvenes gorilas».

Cristina, una bella mestiza

Carlos Schuler descubrió en 1983 la región de los Grandes Lagos de África. Con su vieja combi Volkswagen, acababa de atravesar Egipto y Sudán. Se detuvo en Bukavu -en el Zaire de entonces-, en casa de unos amigos, una pareja de suizos que había conocido en una pista de esquí en Arosa, en el país alpino.

Luego de algunas semanas, reemprendió el camino hasta Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Pero antes tuvo el tiempo suficiente para enamorarse del lago Kivu y de las montañas que lo rodean. Regresó en 1986 para visitar a sus conocidos.

Entonces conoció a Christine, la bella mestiza de madre congolesa, cuyo padre, el belga Adrien Deschryver, fundó el Parque Nacional de Kahuzi-Biega en 1970. Y decidió quedarse. La pareja tiene dos hijos, David y Sarah, de 20 y 18 años de edad.

Carlos Schuler ha hecho su vida en el Congo, pero se mantiene profundamente ligado a Suiza. Tan pronto regresa a su casa por las noches, se precipita al Internet para «ir a las noticias del país». Su vida en el Congo está en gran parte «coloreada» por el recuerdo de su pueblo de Bürglen, donde viven aún su madre, sus dos hermanos y cinco de sus seis hermanas (la sexta vive en Zimbabwe).

Criaturas tan cercanas al hombre

Un gran autoadhesivo de color rojo con la cruz blanca helvética en la puerta de la entrada de la casa, un banderín del cantón de Uri en el vestíbulo, diversos ejemplares de los diarios ‘Urner Wochenblatt’ y del ‘Tages Anzeiger’ dispersos por el salón y sobre su escritorio testimonian el apego de Schuler a su país.

La naturaleza salvaje de las montañas del Kivu Sur constituye el otro gran interés de su existencia. «La primera vez que vi a los gorilas –recuerda Carlos- me impresionaron esas enormes y simpáticas criaturas tan cercanas al hombre. Lo que también me conmovió fueron las relaciones de mi suegro con la naturaleza, los pigmeos y las poblaciones que viven alrededor del parque».

Con la guerra en 1996, decenas de gorilas fueron diezmados en tan solo algunos meses. Hectáreas de bosques, incluidas raras especies medicinales, desparecían consumidas por el fuego provocado por los pobladores y los grupos armados.

La cooperación al desarrollo alemana pidió a Carlos cuidar de la casa, es decir, de lo que quedó a salvo en el Parque. «Gracias a la colaboración de los jefes locales, de los dirigentes políticos y de los militares, hemos podido invertir la tendencia», se congratula Schuler.

swissinfo – InfoSud: Déo Namujimbo, en Bukavu
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

El Parque Nacional de Kahuzi-Biega (PNKB), nombrado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1980, se extiende sobre una decena de altas montañas que culminan a cerca de 3.000 metros de altura.

Sobre sus 600.000 hectáreas abundan diversas especies animales y vegetales raras. El rey de esta naturaleza exuberante es, sin discusión, el famoso ‘espalda plateada’, por el color que adquiere el gorila macho en la edad adulta.

Elefantes, leopardos, serpientes y reptiles de todo género parecen velar por las numerosas variedades de bambúes y de árboles del Parque, entre los que se encuentran muchas especies medicinales.

El subsuelo es rico en minerales, como el oro y la casiterita, que despiertan la codicia de los grupos armados.

1955: Nació en Bürglen, en el cantón suizo de Uri, el poblado del mítico Guillermo Tell. Karl Schuler, conocido en el Congo como Carlos, es el sexto de una familia de diez hijos.

En su juventud practicó diversos deportes, entre ellos, el esquí, el alpinismo, el atletismo y la plancha acuática (sailboard).

1975: Concluyó su formación académica como tipógrafo. Durante los meses de verano se dedica a la instrucción de la plancha acuática y el buceo en las costas de Italia y España. Es en las playas del Mediterráneo que Karl se convirtió en ‘Carlos’.

Entre los 20 y los 30 años de edad, Carlos Schuler descubrió los cinco continentes.

1983: Realizó su primer viaje a la otrora Zaire (hoy día, República Democrática del Congo).

1986: En Bukavu conoció a su pareja, Christine Deschryver, con quien tuvo dos hijos, David, quien nació en1987, y Sarah, en 1989.

1994: La Sociedad Alemana para la Colaboración Técnica (GTZ, en sus siglas germanas) le encargó la gestión del Parque Nacional de Kahuzi-Biega. En ese mismo año se produjo el genocidio de Ruanda.

1996: Laurent Kabila partió a la conquista del régimen de Mobutu desde el este del país. Carlos Schuler fue uno de los pocos extranjeros que permanecieron en la región. Su familia buscó refugio en Bélgica por algunos meses.

2006: Se llevaron a cabo elecciones en la República Democrática del Congo (RDC).

2007: La situación se mantiene inestable en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur.

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