Aún no han curado las heridas del terremoto en Chile
Ha pasado más de un mes desde el movimiento telúrico que costó la vida a cerca de 350 personas y causó daños en 2 millones de hogares.
Regula Ochsenbein, suiza que vive en Santiago desde hace 29 años, aborda la situación y las consecuencias sociales que ha provocado esta catástrofe natural en su país de acogida. Entrevista.
swissinfo.ch: ¿Cómo se vive la situación en Chile actualmente?
Regula Ochsenbein: Vivo en un barrio residencial periférico de Santiago donde no hubo casi daños, por ello la vida parece transcurrir de forma normal.
No obstante, si se sale a la provincia, la situación es totalmente distinta: hay muchas casas destruidas, muchos escombros y gente que no sabe dónde ni cómo comenzar a construir sus hogares.
En Santiguo ya no se tiene tanto miedo de los temblores, pero en la región del epicentro prevalecen los temores.
swissinfo.ch: ¿Cuándo ocurrió el último temblor?
R.O.: Los hay todos los días. El miércoles estaba yo en provincia y allí sentí uno. El último temblor fuerte que se sintió en la capital ocurrió el 11 de marzo.
swissinfo.ch: ¿Se puede dormir con tranquilidad pese a esta incertitud?
R.O.: Seguro que no con tanta tranquilidad como antes; y no porque tenga miedo de que pueda ocurrir algo aquí, a mi casa, sino por toda esa gente afectada que he visto en el interior del país.
swissinfo.ch: ¿Todavía pernocta la gente en resguardos provisionales, en tiendas de campaña?
R.O.: En parte se ha comenzado a construir lugares para alojarlos provisionalmente, pero mucha gente vive aún en tiendas de campaña, mientras que otras personas se han mudado a casas de familiares o a iglesias y escuelas. Otros han colocado sus camas en los jardines.
swissinfo.ch: ¿Conoce gente que haya quedado traumatizada tras el terremoto, tal vez niños o ancianos…?
R.O.: Entre mis vecinos hay por lo menos dos familias con problemas de pánico cada vez que tiembla. Los niños comienzan a llorar y en pleno calor del mediodía tienen las manos frías, pero –en realidad– el miedo es mayor entre la gente de la provincia.
swissinfo.ch: ¿Sabe de la situación de otros suizos que viven en Chile?
R.O.: Personalmente no, pero según he sabido de la embajada suiza en Santiago, no hay heridos y sólo pocos daños materiales entre la comunidad helvética, tanto en Santiago como al sur de la capital.
swissinfo.ch: Usted ya vivió el seísmo de 1985 en Chile. ¿Qué diferencias o similitudes recuerda con relación al reciente terremoto?
R.O.: El temblor de 1985 ocurrió durante el día y comenzó lentamente. Primero vibraron puertas y ventanas, después aumentó la intensidad del movimiento telúrico. Sólo entonces me di cuenta de que se trataba de un verdadero temblor y que tenía que salir de casa. En 1985, el seísmo duró más de un minuto y medio.
En cambio, esta vez la tierra se movió con gran intensidad desde el comienzo del terremoto provocando la sacudida de las casas y un ruido semejante al paso de una manada de animales. Eso queda en nuestra memoria. Y esta vez el temblor duró casi tres minutos. Después hubo un silencio mortal y se fue la luz.
swissinfo.ch: ¿Se habla en los medios sobre la ayuda internacional, sobre la ayuda suiza?
R.O.: Sobre la ayuda suiza no se informa. Que Suiza colabora, lo supe a través de Internet. En cambio, las grandes acciones de ayuda de EEUU, Rusia y Argentina fueron tema en los medios.
swissinfo.ch: ¿Ya iniciaron los trabajos de reconstrucción o hay problemas para iniciarlos?
R.O.: Hay problemas porque la dimensión de la catástrofe es enorme. En las zonas más afectadas resulta difícil iniciar la reconstrucción.
swissinfo.ch: ¿Ya se reanudó el suministro de agua y electricidad en todo el país?
R.O.: No. En gran parte de la zona afectada por el tsunami aún no funciona el suministro de agua, por lo que aún se reparte a través de transportes con cisternas. Y también el suministro eléctrico funciona sólo en parte.
swissinfo.ch: La escritora chilena Carla Guelfenbein habló en una entrevista al diario suizo ‘Neue Zürcher Zeitung’ de un “desgarro social” que ahora es mayor. En Chile conviven la pobreza y la riqueza más extremas. ¿Comparte usted esta opinión?
R.O.: Después de todo lo que he visto, sólo puedo respaldar las palabras de esta escritora. Mucha gente en las zonas afectadas son obviamente supervivientes del terremoto. Si la construcción donde alguien tenía su negocio se derrumbó y no cuenta ni con un trabajo ni con un seguro que cubra los daños, ¿dónde y cómo puede entonces empezar de nuevo?
También hay puchos empleados que se quedaron sin trabajo, porque las fábricas donde trabajaban ya no funcionan tras el temblor. En la provincia, los más afectados son principalmente los campesinos, que ya no tienen absolutamente nada.
swissinfo.ch: Guelfenbein habla también de una “espiral de la desinhibición y lo absurdo”, que se estableció tras el temblor. Todo esto con relación a los saqueos.
R.O.: También así lo considero yo. El caos que se generó tras el temblor se puede casi comparar con una situación de guerra. Y en todos los conflictos, los soldados han saqueado y violado. Algo parecido pasó aquí.
Pienso que esto tiene que ver con un resentimiento estancado entre la gente más pobre, lo que provocó este arrebato en una situación como la ocurrida tras el temblor, donde casi resulta inexistente la presencia de la autoridad.
Lo incomprensible es cuando médicos e ingenieros saquean supermercados o allanan un molino destruido y arrastran con sus autos decenas de sacos de harina.
swissinfo.ch: Poco después del temblor se criticó al Gobierno socialista de la presidenta Michelle Bachelet, entonces en el poder, indicando que no controló de la situación.
R.O.: No comparto esa crítica. La ayuda chilena ante la catástrofe estuvo bien organizada y contaba con la experiencia del temblor de 1985. No obstante, con la caída del sistema de comunicaciones resultó difícil para el Gobierno comunicarse con las zonas más afectadas por la catástrofe.
Hay una crítica que se le puede hacer a Bachelet: Al principio, el gobierno no quiso la ayuda internacional, por orgullo. Otra crítica fue que el ejército no participó desde el inicio en las tareas de rescate. Esto sucedió por razones políticas, debido a los malos recuerdos de anteriores dictaduras militares.
Jean-Michel Berthoud, swissinfo.ch
(Traducción: Patricia Islas Züttel)
Chile se encuentra en una fractura tectónica, lo que lo coloca como uno de los países más vulnerables a los temblores.
El terremoto más reciente fue de 8,8 grados de intensidad en la escala de Richter. Ocurrió en la madrugada del 27 de febrero de 2010.
El epicentro se registró cerca de Concepción (a 500 km al sur de Santiago), la segunda ciudad más grande del país.
Adicionalmente, se desencadenaron maremotos en sectores costeros situados entre la VII y la VIII región, que devastaron localidades como Constitución, Curanipe, Pelluhue y el puerto de Talcahuano.
Las regiones de Maule (VII), Bío-Bío (VIII), O’Higgins (VI), Araucanía (IX), Valparaíso (V) y Metropolitana, que concentran un 80% de la población nacional, fueron declaradas zona de desastre.
Tras la tragedia, se registraron saqueos en centros comerciales, supermercados e incluso en casas particulares, especialmente en Concepción, donde el desabastecimiento y la falta de servicios básicos fue la tónica.
Muchos damnificados duermen a la intemperie o en carpas, ya que sus hogares fueron destruidos o severamente dañados.
Nació en 1949 en Lucerna, creció en Basilea y en Berna.
Concluyó sus estudios universitarios en Berna en 1977.
De 1978 a 1985 trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores en Berna, Londres, Portugal y Chile.
Tras su salida del servicio diplomático, decidió permanecer en Chile, donde vive hasta ahora.
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