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Un museo virtual da rostro a los migrantes

Mapa mundial con las banderas de los países y banderas con la cruz blanca de la bandera suiza
Suiza no solo es un país de inmigrantes. Más de 10% de la población helvética vive en el extranjero. Andares que siempre están vinculados a historias muy personales. ​​​​​​​ Thomas Kern/swissinfo.ch

Un grupo de autores recopila las historias de personas que migraron a Suiza y ha decidido fundar el Museo Imaginario de la Migración (MIM). Para recibir sus testimonios, se ha creado también una “Oficina de Historias de la Migración” que recorre distintos museos. El MIM surge de los escombros de un ambicioso proyecto que buscaba fundar un museo físico dedicado a la migración.

“Una joven chilena vino a verme a mi ventanilla para migrantes. Su bisabuelo había emigrado a Chile. Me dijo que tenía algunos documentos provenientes de los registros de población de Lauterbrunnen, Basilea y Zúrich, pero no sabía mucho más”.

Así comienzan muchas de las historias de migración que recopila Beat Mazenauer en distintos museos suizos. Mazenauer es escritor, crítico literario y comercializador en redes, además de fungir como líder de un doble proyecto: el Museo Imaginario de la Migración (MIM)Enlace externo (disponible en cuatro lenguas) y la “Oficina de Historias de la Migración”, que se desplaza a distintos museos.

Beat Mazenauer y otras tres personas, con el apoyo de un grupo de renombrados autores, encabezan esta singular oficina que, en palabras del propio director del proyecto, es el brazo analógico y real del Museo Imaginario de la Migración (MIM), que solo es accesible a través de Internet.

Este sitio web reúne las historias de migrantes que han sido recogidas por diversos autores, para luego escribirlas.

La ventanilla

En los sitios de Suiza donde hay una exposición sobre el tema de la migración, se establece una especie de “oficina de extranjeros” que es, en realidad, un punto de encuentro y recolección de historias. “Estamos presentes en horarios de oficina; la gente puede registrarse o solo hablar con alguno de nosotros sobre migración y compartirnos su historia. Nosotros transcribimos la información, le damos forma y luego se la reenviamos al protagonista para conocer su opinión y para confirmar que es fiel a lo dijo”, refiere Beat Mazenauer.

El resultado final puede ser un folleto o una nueva colaboración en el sitio web. En algunas ocasiones, una historia puede convertirse en ambas cosas. “Los archivos publicados en línea contienen historias antiguas y actuales, y muestran hasta qué punto la migración es multiforme en este país”, dice Mazenauer.

Oficina de las historias de migración
Beat Mazenauer en la “Oficina de las historias de migración”, un espacio que reúne historias de migrantes.. Landesmuseum

Algunas de estas historias conforman una pequeña exposición itinerante que ha recorrido varios museos suizos.

“La migración es abandonar un sitio para echar raíces en otro; es reconstruirse y refundarse, y es también sinónimo de esperanzas. Esperanzas que no siempre se cumplen. La migración también tiene algo de conmovedor y escribe muchas historias dramáticas”, dice Mazenauer.

Un verdadero museo

El proyecto funciona con un presupuesto modesto. Aún queda una parte de los fondos que aportó originalmente el Gobierno suizo, refiere Beat Mazenauer. Los gastos anuales suelen oscilar entre 2 000 y 5 000 francos y estos fondos cubren una parte de las tareas cotidianas; el resto se cubre gracias al trabajo voluntario.

Dadas las características de Suiza, el tema de la migración debería tener un mayor peso. Muchos países tienen museos dedicados al tema. En el caso helvético, la Asociación del Museo de la Migración comenzó a trabajar a partir de 1998 en la creación de un museo permanente. La ciudad de Zúrich había integrado el proyecto en su política cultural, pero tuvo que dar marcha atrás con la llegada de la crisis del 2008. Decepcionada, la asociación se vio obligada a renunciar a la idea de un museo físico consagrado a la migración.

Mesas y bancos
Construyendo la “Oficina de Historias de la Migración” que acompañará a una exposición en el cantón de Schwyz. ​​​​​​​ Thomas Kern/swissinfo.ch

Pero fue a partir de los escombros del proyecto original que surgió la idea de crear un Museo Imaginario de las Migración, que fue apoyado por la Iniciativa de las Autoras y los Autores Suizos (AdS), organización que sustituyó a la otrora Sociedad Suiza de Escritores, extinta en 2002.

Los museos helvéticos mostraron interés y la ventanilla para recibir historias de migrantes se puso en marcha en 2018 en aquellos museos donde había exposiciones relacionadas con la migración. La Asociación de Museos Suizos (AMS) también respalda la existencia del MIM desde su origen.

Suiza, tierra de migrantes

Suiza acoge a muchos extranjeros, actualmente representan el 20% de su población. Pero también hay más de 760 000 suizos que viven en otros países. Y hay movimientos migratorios dentro de la propia Suiza. “En resumen, todos somos producto de la migración”, dice Beat Mazenauer. Y cita el caso del escritor suizo Hugo Loetscher (1929-2009), un niño católico de la comuna de Entlebuch, en el cantón de Lucerna, que se mudó a la ciudad de Zúrich. “Esto no parece muy radical ahora, pero en los años 1940 y 1950, era una verdadera historia de migración”, explica Mazenauer.

Mueble con cajones que sirven de ficheros
En el pasado, estos ficheros de madera eran utilizados para guardar los registros de aquellos que emigraban. Thomas Kern/swissinfo.ch

En el futuro, el responsable del MIM desea que su proyecto trascienda los museos y que la “Oficina de Historias de la Migración” se desplace, por ejemplo, a un centro comunitario. Da pasos en ese sentido y también se ha reunido ya con representantes de escuelas para hablar sobre temas de migración.

Beat Mazenauer narra que gracias a la información que hoy tienen disponible, sí pudo ayudar a la joven chilena. La existencia de mapas antiguos de la ciudad de Zúrich permitió que ubicaran el sitio donde vivía la familia de la chica en la época previa a la partida de su bisabuelo rumbo a Chile. La calle que figuraba en los registros había cambiado de nombre.

Sin embargo, de acuerdo con Mazenauer, unas cuantas fechas y datos pueden ser suficientes para tirar de ellas y conseguir contar una historia sobre migración. “Con el MIM, queremos demostrar que cada historia, por simple que parezca, puede ser parte del proyecto”.

Traducción del francés: Andrea Ornelas

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