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Las extranjeras que contribuyeron a la emancipación en Suiza

grupo de mujeres sonrientes sentadas a la mesa
Jóvenes italianas en un bar de San Galo, en 1954. Archiv für Frauen

La migración suele considerarse como una amenaza para los derechos de las mujeres. Sin embargo, una mirada a la historia de Suiza muestra que la inmigración, sobre todo la que llegó de Italia y Rusia, fue un motor fundamental para la igualdad de género en el país alpino.

Las mujeres italianas solo descubrieron su libertad una vez que llegaron a la Suiza moderna: en la literatura posterior a la Segunda Guerra Mundial que existe sobre la inmigración en Suiza predomina la idea de una emancipación unidireccional, afirma Francesca FalkEnlace externo, historiadora de la Universidad de Friburgo. “Se olvida con frecuencia que, en muchas áreas, la situación de las mujeres en Italia era mucho mejor que en Suiza”, puntualiza.

En un libroEnlace externo recientemente publicado, la investigadora italiana explica cómo los flujos migratorios contribuyeron a mejorar la situación de las mujeres en Suiza en lo laboral, en la formación y en los derechos políticos.

swissinfo.ch: Después de leer su libro podría concluirse que usted sienta las bases para reescribir la historia de Suiza. ¿Qué nuevos elementos destacaría?

Francesca Falk: La inmigración fue importante a distintos niveles en Suiza. Solemos hablar a menudo de los efectos positivos que tuvo en la economía, por ejemplo, cuando pensamos en el papel de los hugonotes [franceses de doctrina calvinista] en el desarrollo de la industria relojera. Pero la inmigración también fue un factor importante de renovación social, al actuar como un motor de emancipación y esto es algo menos conocido.

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swissinfo.ch : ¿Cómo surgió su interés por el tema de la inmigración en Suiza?

F.F: Crecí en los años 80 en Rheineck, municipio del cantón de San Galo de la que es originario mi padre. Los nombres de mis compañeros de clase eran producto de la inmigración. Para nosotros, como niños, era normal, pero al mismo tiempo me daba cuenta de que en la escuela existía cierta discriminación estructural. Un ejemplo, muy pocos niños de inmigrantes podían acceder a estudios superiores.

Más tarde, constaté que numerosas decisiones de naturalización en nuestra municipalidad se tomaban de forma arbitraria. No entendía las razones, así que comencé a reflexionar sobre lo que sucedía y sobre los porqués.

Pero fue la experiencia de mi madre, que emigró de Parma [Italia] a Suiza a mediados de los años 70, lo que despertó en mí la idea de investigar este tema. Ella me dijo que llegar a Suiza había sido como retroceder 50 años.

swissinfo.ch: La emigración de Italia a Suiza fue una especie de viaje en el tiempo. ¿En qué sentido?

F.F. Hay que destacar que el pueblo de mi padre, en la Suiza oriental, era muy conservador. Mi madre se dio cuenta enseguida de que la situación en materia de igualdad de género estaba muy rezagada en diversos ámbitos de la vida diaria.

francesca falk
Francesca Falk, nacida en 1977, es asistente jefa del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad de Friburgo. Selwyn Hoffmann

swissinfo.ch: ¿Cómo cuáles?

F.F: Entonces se consideraba que las madres de familia de ciertas clases sociales debían quedarse en casa. Una mujer que tenía hijos y trabajaba era vista como una mala madre. Un prejuicio que no existía en la ciudad natal de mi madre. De acuerdo con el derecho familiar suizo que estuvo en vigor hasta finales de 1988, una mujer casada necesitaba el consentimiento previo de su esposo si quería trabajar.

Debido a la exaltación del papel de las amas de casa en la sociedad, la escuela no facilitaba la organización familiar. Los horarios escolares eran irregulares y casi no había guarderías. A nivel de la enseñanza, se hacía una clara diferencia entre hombres y mujeres. Las niñas recibían mucho menos horas de clases que los niños de asignaturas importantes para aspirar a los estudios superiores, según reveló una investigación realizada en San Galo en 1968.

swissinfo.ch: ¿Las mujeres italianas tenían más derechos que las suizas?

F.F: En Italia, los derechos sociales y políticos, como la posibilidad de votar o el seguro de maternidad, fueron introducidos años, e incluso décadas, antes que en Suiza. Por ejemplo, la igualdad entre hombres y mujeres quedó inscrita en la Constitución italiana en 1948. Las suizas tuvieron que esperar hasta 1981. Las mujeres italianas obtuvieron el derecho a votar después de la Segunda Guerra mundial. En Suiza, el sufragio femenino a escala federal se introdujo en 1971.

swissinfo.ch ¿Qué explica esta demora en Suiza?

F.F: Hay varios factores. Uno de ellos, el hecho de que Suiza no haya participado en las dos guerras mundiales. No tuvo necesidad de reformar su sociedad. Otro, el auge económico reforzó las tendencias conservadoras. También influyeron la democracia directa y el federalismo. Varias votaciones sobre la introducción del sufragio femenino fueros rechazadas en los cantones.

“Cuando los italianos emigraron a Suiza, no imaginaron que esto le daría un valioso impulso a la renovación social en el seno de la Confederación Helvética”

swissinfo.ch: En su libro afirma que la inmigración que recibió Suiza fue un motor de la paridad de sexos. ¿Cómo llegó a esta conclusión ?

F.F.: Puedo citar el ejemplo de las guarderías, una estructura que no tenía mucha presencia en Suiza en aquella época. Las familias de inmigrantes tenían problemas para conciliar trabajo y familia, ya que muchas mujeres extranjeras trabajaban en la industria.

Por ello, antes de que fuera discutido siquiera por la sociedad suiza, el tema de la acogida y cuidado de los niños por parte de terceros –una práctica muy estigmatizada en Suiza– se tornó en una necesidad [para las familias de inmigrantes].

La red de guarderías se fue ampliando para permitir a las mujeres extranjeras responder a las necesidades de la economía. Lo interesante es que esto cambió en los años 80, cuando numerosos inmigrantes regresaron a Italia, tras la crisis petrolera, y las guarderías se quedaron vacías. Entonces surgió, por primera vez, la idea de ofrecer esas plazas a las familias de clase media suizas.

La presencia de esta infraestructura, así como otras influencias como el movimiento feminista, condujeron a una normalización del cuidado de los niños en estructuras fuera de la familia. Algo que ahora es muy común y que prueba que hubo un cambio de actitud en la sociedad.

swissinfo.ch:¿Que personalidades extranjeras contribuyeron de forma determinante a la emancipación de las mujeres en Suiza?

F.F.: Es bien sabido que Suiza fue uno de los primeros países europeos en permitir el acceso de las mujeres a las universidades. Pero fueron las estudiantes rusas quienes pelearon por este derecho. En 1867, Nadežda Suslova fue la primera mujer que obtuvo un doctorado en Suiza. Su historia inspiró a Marie Heim VögtlinEnlace externo, la primera mujer médica de Suiza.

Hasta los albores de la Segunda Guerra Mundial, más del 70% de las profesoras universitarias eran de origen extranjero. Anna Tumarkin, por ejemplo, nacida en lo que hoy es Bielorrusia, fue la primera profesora en una universidad suiza y la primera en Europa con derecho a supervisar tesis doctorales y de habilitación.

mujer hace senderismo de montaña
Marie Heim Vögtlin (1845-1916) fue la primera mujer médica de Suiza. En esta foto se le ve en Richisau, en el cantón de Glaris. Albert Heim / Eth-bibliothek Zürich, Bildarchiv

swissinfo.ch: Hablemos del presente, ¿cómo está transformando la inmigración a la sociedad? ¿Observa usted motores de evolución social similares a los descritos en su libro?

F.F.: Parece que crece el número de jóvenes varones inmigrantes que trabajan en oficios tradicionalmente asociados con las mujeres, como las guarderías. Esto se explica porque se trata de una profesión insuficientemente pagada y/o porque las personas que tienen apellidos extranjeros les cuesta encontrar un empleo. Por lo tanto, existe un potencial de renovación socioeconómica en el lugar de trabajo.

swissinfo.ch ¿Podríamos decir que la migración siempre es positiva?

F.F.: La migración no es buena ni mala en sí misma. Son las condiciones en las que se produce las que son buenas o malas.

Cuando los italianos emigraron a Suiza, nadie pensó que esto generaría un valioso impulso de renovación social en el seno de la Confederación Helvética. Los italianos eran, de hecho, mal vistos, un poco como los musulmanes hoy en día.

Pero considerar la migración como un problema que hay que  resolver es olvidar las pruebas históricas de innovación sociopolítica que pueden, a veces, resultar de estos flujos migratorios. Mirar la historia a través del prisma de la migración aporta nuevos elementos y cambia la perspectiva que ha servido como base para contar nuestro pasado y nuestro presente. Y también cambia nuestra mirada sobre el futuro.

Traducción del francés : Andrea Ornelas

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