
Unión Europea: Suiza sabe lo que le espera

Los dirigentes europeos lograron ponerse de acuerdo sobre la reforma de sus instituciones. En la madrugada de este lunes aprobaron, en Niza, un tratado al respecto. Suiza sabe entonces a qué atenerse si algún día se adhiere a la Unión de los Quince.
Suiza no tiene «sosia» demográfico en el seno de la Unión Europea ni con los países candidatos. Con sus 7.000.000 de habitantes, se sitúa mas bien en el punto intermedio que surge entre el grupo Finlandia-Dinamarca-Irlanda-Lituania (siete votos en el Consejo de Ministros) y el trío Suecia-Bulgaria-Austria (diez votos). Por lo tanto, Suiza tendría unos ocho o nueve votos, que representan un peso nada desdeñable frente a los 29 votos de lo grandes, incluida Alemania.
Según la repartición definida en Niza, la delegación suiza contaría con 15 o 16 diputados en el Parlamento Europeo, cuyo hemiciclo es ocupado actualmente por unos 700 elegidos. Allí también, la representación helvética sería superior con respecto a la proporción de su población, sobre todo si la Unión tomase en cuenta su aporte financiero, que sería importante.
En los dos casos, sin embargo, el tratado de Niza es menos favorable para los pequeños que las disposiciones vigentes. Benelux ilustra esta evolución. Los tres países: Holanda, Bélgica y Luxemburgo son actualmente más fuertes en el Consejo de ministros (doce votos) que los países grandes (diez votos). En el nuevo tratado, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, debió batirse para obtener la simple igualdad de 29 votos entre Benelux y cada uno de los grandes, cuando estos tengan dos o tres veces mayor número de habitantes.
El resultado de la Cumbre de Niza afirmará sin duda a los euroescépticos – en Suiza como en otras partes – en un punto: la dificultad de disminuir el número de temas sometidos a la regla de la unanimidad. Era uno de los grandes retos de la reforma, y el resultado no está a la altura de las ambiciones iniciales.
El derecho de veto se mantiene en lo que concierne sobre todo a la política fiscal y a los asuntos sociales. Es una mala noticia para los partidarios de la construcción europea y una satisfacción para los defensores de la soberanía inflexible.
Thierry Zweifel, Niza.

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