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¿Puede un pacto olvidado inspirar la paz en la Europa de hoy?

Pacto de paz
Entre los delegados en Locarno se encontraban el secretario de Asuntos Exteriores británico, Austen Chamberlain; sus homólogos francés y alemán, Aristide Briand y Gustav Stresemann, respectivamente; y el primer ministro italiano, Benito Mussolini. Archivos de la Ciudad de Locarno

Aclamado en 1925 como un triunfo diplomático, el ‘Pacto de Locarno’ -llamado así por la ciudad suiza donde se negoció- marcó el inicio de un breve período de paz tras la Primera Guerra Mundial. ¿Qué pueden aprender hoy quienes promueven la paz en un momento en el que Europa vuelve a enfrentarse a la guerra, al creciente aislacionismo estadounidense y a los cambios en el equilibrio de poder entre los grandes Estados?

Las narraciones más populares sitúan el final de la Primera Guerra Mundial con el Tratado de Versalles de 1919, cuando Alemania se vio obligada a aceptar su responsabilidad por el conflicto más sangriento conocido hasta entonces.

Sin embargo, muchos historiadores sostienen que un verdadero acuerdoEnlace externo no se alcanzó hasta seis años después, en Suiza. Allí, los diplomáticos pasaron diez días negociando los tratados del menos conocido ‘Pacto de Locarno’. Los principales signatarios -Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Bélgica- renunciaronEnlace externo al uso de la fuerza en todos los casos, salvo en defensa propia.

El Pacto fue celebrado como un hito diplomático que puso fin a años de confrontación entre las principales potencias europeas.

«Fue el acuerdo más fundamental para la estabilización de Europa después de la Primera Guerra Mundial», afirma Sacha Zala, director del Centro de Investigación Documentos Diplomáticos Suizos (Dodis).Enlace externo

El Pacto confirmóEnlace externo las fronteras de Alemania con Francia y Bélgica y reafirmó el estatus desmilitarizado de Renania (NdeR: zona del oeste de Alemania a lo largo de ambas orillas del curso medio del río Rin), establecido en Versalles. Su importancia fue tal que los principales negociadores -los ministros de Asuntos Exteriores de FranciaEnlace externo, AlemaniaEnlace externo y Gran BretañaEnlace externo– recibieron el Premio Nobel de la Paz.

Pero la reconciliación duró poco. En 1936, Adolf Hitler, por entonces canciller de Alemania, rompió el acuerdo al enviar tropas a RenaniaEnlace externo. La Segunda Guerra Mundial estalló apenas tres años después.

Ahora, en el centenario del Pacto y con Rusia librando una guerra de desgaste en Ucrania en el flanco oriental de Europa, se considera que Locarno ofrece lecciones -tanto constructivas como preventivas- sobre cómo devolver la paz al continente.

Asegurar Europa mientras Estados Unidos se aleja

Una lección que Europa puede volver a aprender es evitar depender de Estados Unidos para su seguridad. Tras luchar junto a británicos y franceses durante la Primera Guerra Mundial, los estadounidenses se negaron a firmar el Tratado de Versalles o a unirse a la Sociedad de las Naciones, a pesar de que el presidente Woodrow Wilson había sido uno de los principales promotores de la organización precursora de las Naciones Unidas.

Mientras Estados Unidos sostenía una política aislacionista y se mantenía al margen de Locarno, los Estados europeos negociaban entre ellos. En virtud del Pacto, Alemania acordó resolver cualquier disputa territorial con Francia, Bélgica, Checoslovaquia y Polonia mediante un arbitraje independiente, con la mediación de una tercera parte neutral. Locarno allanó el camino para que Alemania ingresara en la Sociedad de las Naciones al año siguienteEnlace externo.

«Las potencias clave hablaban de paz para los pueblos de Europa; se hacía mucha referencia a Europa como una especie de entidad colectiva», señala Peter JacksonEnlace externo, profesor de Historia en la Universidad de Glasgow y experto en el período de entreguerras.

Los ecos resuenan hoy. Se vuelve a sentir un alejamiento de Estados Unidos respecto a Europa, particularmente bajo la presidencia de Donald Trump. El mandatario generó una brecha transatlántica al imponer aranceles comerciales, acusar enérgicamente a sus aliados de gastar muy poco en defensa y amenazar con retirar las tropas estadounidenses estacionadas en el continente. Esto ha creado incertidumbre entre los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre si Washington cumpliría su obligación de acudir en ayuda de cualquier aliado en caso de ataque.

«Si miramos atrás y tomamos como ejemplo Locarno, la lección [para Europa] es que se haga cargo de su propia seguridad», afirma Zala. Ahora está respondiendo a ese llamado. Los Estados miembros de la Unión Europea están aumentandoEnlace externo sus gastos de defensa, y muchos se han comprometidoEnlace externo a destinar el 5 % del PIB a la defensa para 2035 (frente al objetivo actual del 2 %) en la cumbre de la OTAN de junio. También se habla de crear una fuerza disuasoria nuclearEnlace externo independiente de Estados Unidos y de fomentar las industrias de defensa europeas para reducir su dependenciaEnlace externo del equipamiento y la tecnología militar estadounidenses, que incluyen aviones de combate, misiles y artillería.

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Un enfoque multilateral

La fórmula de Locarno para lograr la paz también es instructiva. En 1925, la población europea resolvió sus diferencias de forma conjunta en lugar de recurrir a soluciones bilaterales.

«Fue un intento de poner fin a la política de equilibrio de poder como lógica clave de la diplomacia internacional, y reemplazarla por algo más acorde con la cooperación», señala Jackson.

Locarno
El ejemplar original del ‘Pacto de Locarno’, redactado en francés, se encuentra en los archivos de la Sociedad de las Naciones en la sede de la ONU en Ginebra. Archivos de la ciudad de Locarno / Sociedad de las Naciones

Hoy en día, Estados Unidos no sólo pone en duda la seguridad colectiva, sino que además «desconfía profundamente de las instituciones multilaterales», asegura el profesor de Glasgow. Trump prefiere el tipo de acuerdos bilaterales que conducen a «potencias en posiciones enfrentadas», añade.

El Tercer Reich alemán deshizo el sistema multilateral al firmar acuerdos individuales que nunca tuvo intención de cumplir, señala Jackson. Tras el proteccionismo comercialEnlace externo recíproco posterior al colapso de Wall Street en 1929 y las crisis económicas en Estados Unidos y gran parte de Europa, los acontecimientos finalmente contribuyeron al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.

«Una vez más, estamos viendo el mismo tipo de repliegue y aumento de las barreras arancelarias, todas las cosas que profundizaron la crisis económica mundial en la década de 1930», añade Jackson.

Un sistema de seguridad europeo indivisible

Uno de los principales defectos del PactoEnlace externo fue su silencio sobre las fronteras orientales de Alemania con Polonia y Checoslovaquia, lo que efectivamente dejó a Europa del Este fuera del acuerdo de seguridad regional. Los líderes políticos alemanes aprovecharon las disputas territoriales latentes con estas nuevas naciones. En 1938, Hitler exigióEnlace externo que Checoslovaquia entregara los Sudetes, una región de habla mayoritariamente alemana, empujando al continente al conflicto.

Casi un siglo después, la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022, ocho años después de la anexión del territorio de su vecino en Crimea, ha despertado tardíamente a Europa. «En Alemania ignoramos durante demasiado tiempo las advertencias de nuestros vecinos bálticos sobre Rusia», dijo el canciller Friedrich MerzEnlace externo en junio. «Hemos reconocido este error».

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«Parece que los responsables políticos europeos han comprendido que la seguridad no es divisible y que la seguridad de Ucrania es un elemento de la seguridad europea», afirma Jackson.

Las repetidas demorasEnlace externo de Trump en la ayuda militar estadounidense a Kiev han llevado a las capitales europeas a redoblar sus promesasEnlace externo de reforzar las defensas de Ucrania. También miran hacia el futuro, con Francia y Gran Bretaña proponiendo una ‘coalición de personas voluntarias’Enlace externo para apoyar al Estado de Europa del Este tras un alto el fuego, aunque evitando un compromiso específicoEnlace externo de tropas.

Suiza y el ‘espíritu de Locarno’

Como intento de restaurar la estabilidad política y reconstruir las economías tras la guerra, el ‘Pacto de Locarno’ fue un acontecimiento positivo para Suiza como estado anfitrión, explica Zala. El Pacto prometía la reintegración de Alemania, uno de sus socios comerciales más importantes, a Europa. «Tener paz en Europa y vecinos estables es lo mejor para desarrollar la propia economía», señala el historiador.

Como país neutral, la Confederación no participó en las conversaciones de Locarno, pero su política exterior actual refleja el espíritu de cooperación y seguridad colectiva que encarnaron. La promoción de la paz está inscrita en su Constitución.

El año pasado, el país, que hasta ahora ha aportado 5160 millones de francos suizos (6400 millones de dólares) de asistenciaEnlace externo a Ucrania, acogió una conferencia sobre las perspectivas de paz en Europa del Este. Aunque no es miembro de la OTAN, depende de la alianza para su seguridad y participa en ejercicios conjuntos.

El concepto de arbitraje, que está en el corazón del ‘Pacto de Locarno’, sigue siendo un elemento clave del papel de Suiza en la escena mundial, y la nación alpina a menudo actúa como mediadora para resolver conflictos entre Estados.

Pero en medio de la creciente rivalidad entre las grandes potencias y la incertidumbre económica mundial, el orden basado en normas que Suiza valora está en riesgo, sentencia Jackson. Aunque los esfuerzos en la ciudad de Locarno hace 100 años no prevalecieron en las décadas siguientes, el profesor está convencido de que hoy es la mejor ruta hacia la paz.

«[Locarno] concibió el derecho como una fuente de seguridad», señala. «Fue uno de esos momentos esperanzadores de la política internacional: una nueva forma de resolver las diferencias pacíficamente».

Editado por Tony Barrett. Adaptado del inglés por Norma Domínguez y Carla Wolff.

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