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Teléfonos inteligentes, streaming e IA: el impacto ambiental del sector digital en Suiza

pantalla del smartphone
En 2022 ocho de cada diez jóvenes en Suiza poseía un teléfono inteligente nuevo. Keystone

Los dispositivos electrónicos y los servicios online que usamos cada día agotan los recursos naturales del planeta y contribuyen al cambio climático. Aun así, hay formas de hacer la vida digital más sostenible.

Todos utilizamos los servicios digitales para trabajar, comunicarnos, comprar, gestionar las cuentas bancarias y planificar las vacaciones. Más de 6.000 millones de personas –tres cuartos de la población mundial– usan actualmente internetEnlace externo.

En países con altos ingresos, como Suiza, prácticamente todo el mundo tiene acceso a internet. En el país alpino, las personas pasan en línea, de media, 5 horas y 32 minutos al día, el triple que en 2011.

«Comprar un smartphone de última generación no es nada insignificante desde el punto de vista medioambiental»

Louise Aubet, Resilio

Aunque a primera vista el mundo digital pueda parecer inmaterial y eficiente, contribuye de manera significativa a la contaminación ambiental y al consumo de los recursos del planeta. Con el crecimiento y la difusión de la inteligencia artificial (IA), el impacto de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) sobre el clima y el medioambiente está aumentando a un ritmo estrepitosoEnlace externo; al igual que el problema de los residuos derivados de la producción y de la eliminación de los dispositivos electrónicos.

«Comprar un teléfono inteligente de última generación no es en absoluto insignificante desde el punto de vista ambiental», afirma Louise Aubet, de Resilio, una start-up de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), cuyo objetivo es hacer que las tecnologías digitales sean más sostenibles.

Un estudioEnlace externo reciente de Resilio ha cuantificado por primera vez el impacto ambiental del sector digital en Suiza. Los dispositivos electrónicos de uso cotidiano, desde los teléfonos inteligentes hasta los televisores, afectan negativamente al clima ya desde antes de llegar a nuestras manos. El número de centros de datos –estructuras físicas que archivan, elaboran y distribuyen datos digitales– y el consumo de electricidad para alimentarlos no hacen más que aumentar. Por su parte, Suiza es uno de los países con mayor número de aparatos electrónicos per cápita y con la mayor concentración de centros de datosEnlace externo.

Una central nuclear para alimentar el sector digital

El sector de las TIC emplea el 12% de la electricidad en Suiza, según el estudio, que ha considerado todos los dispositivos electrónicos de uso privado y profesional (teléfonos inteligentes, tabletas, portátiles…), las redes de telecomunicación y los centros de datos existentes en el país en 2024. La demanda eléctrica total es ligeramente inferior a la producción anual de la central nuclear de Gösgen.

Los casi 120 centros de datosEnlace externo del país son responsables de este consumo (o el 6% de la electricidad nacional). Su número crece constantemente desde hace algunos años, así como el consumo de electricidad y de agua necesaria para enfriar los servidores.

El peso del sector digital en el consumo eléctrico nacional en Suiza es comparable al de Francia, uno de los pocos países que ha analizado el impacto de las TIC con una metodología similar. En 2022, los servicios y los productos digitales consumieron el 14,3% de la electricidad francesaEnlace externo. El consumo eléctrico individual de quien navega por internet también es similar en ambos países.

centro de datos
Suiza es uno de los países con mayor densidad de centros de datos (en la imagen un centro de datos en el cantón de Argovia). Keystone / Christian Beutler

La huella climática de lo digital es comparable a la de la aviación

El impacto de la tecnología digital no se limita al consumo energético de los dispositivos electrónicos y de los centros de datos. En su análisis, Resilio consideró todo el ciclo de vida de los equipos e infraestructuras de las TIC utilizados en Suiza: desde la extracción de los materiales que los componen –como el litio y el cobalto presentes en las baterías– hasta la gestión de los residuos electrónicos.

Para satisfacer la demanda suiza de minerales y metales para los dispositivos y equipos en uso en 2024, se excavaron 930 millones de toneladas de tierra, según Resilio. Es el equivalente a un cráter del tamaño de la ciudad de Winterthur, con una profundidad de diez metros.

La extracción de los materiales, la producción de los dispositivos y su transporte a Suiza generan unos 2 millones de toneladas de CO₂, equivalente a casi el 2% de las emisiones vinculadas a todos los productos y servicios consumidos en el país. A nivel global, el sector digital representa entre el 1,5% y el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero, una proporción comparable a la de la aviación civil, según un informeEnlace externo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones y del Banco Mundial.

Cuando la energía necesaria para toda la cadena de suministro proviene de combustibles fósiles, se generan emisiones de CO₂. En Asia, donde se monta la mayor parte de los dispositivos usados en Suiza y el resto de Europa, los combustibles fósiles representan el 70% del mix energéticoEnlace externo (frente al 40 % que supone en Europa).

Enviar un breve correo electrónico desde un ordenador genera 0,3 gramos de CO2. Una cantidad insignificante, pero que hay que multiplicar por los más de 374.000 millones de mensajes enviados y recibidos cada día.

Una búsqueda en Google consume una media de 0,3 vatios hora de electricidad. Una solicitud a ChatGPT requiere diez veces más (2,9 vatios hora).

Los centros de datos necesitan grandes cantidades de agua para su construcción y para refrigerar los componentes eléctricos. La demanda mundial de IA consumirá entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua en 2027. A modo de comparación, la población suiza utiliza más de 2.000 millones de metros cúbicos al año.

Para 2030, la IA generará entre 24 y 44 millones de toneladas de CO2 al año. Esto equivale al impacto medioambiental de entre 5 y 10 millones de automóviles.

El impacto de los centros de datos crecerá en los próximos diez años

En 2024 se utilizaban en Suiza 73,5 millones de dispositivos TIC, el equivalente a una media de 8,5 teléfonos, portátiles, tabletas, auriculares o similares por habitante; frente al 6,9 de Francia y el 5,7 a nivel mundial. Estas tecnologías de uso cotidiano son responsables de la mayor parte (66%) de la huella ambiental del sector digital en Suiza, según revela el estudio de Resilio.

Los centros de datos, a los que se conectan los dispositivos para navegar y hacer descargas, representan aproximadamente un cuarto del impacto ambiental de las TIC. No obstante, la situación está cambiando. Según las previsiones de Resilio, para 2035 los centros de datos representarán el 56% de la huella digital total.

infografía que muestra la proporción de dispositivos electrónicos y centros de datos en la huella medioambiental de la tecnología digital.
El peso de los centros de datos en la huella ambiental del sector digital en Suiza aumentará para 2035. Resilio

Esta evolución se debe a la rápida expansión de la computación en la nubeEnlace externo y al crecimiento de la inteligencia artificial de alta intensidad de cálculo. Asimismo, la difusión de los servicios digitales en todos los sectores económicos –especialmente en salud, finanzas, industria, energía y transporte– hará que los centros de datos tengan un mayor peso.

Según la Oficina Federal de Estadística, el 43% de la población suiza utiliza regularmente la IA generativa para crear textos, imágenes o audio. Entre los jóvenes de 15 a 24 años, el porcentaje asciende al 79%.

Al mismo tiempo, los sistemas basados en IA pueden optimizar los procesos industriales y mejorar la eficiencia energética, incluso en el sector de las TIC, reduciendo así su repercusión sobre el clima y los recursos naturales. «La IA solo es un instrumento: de cómo lo usemos dependerá si contribuye a reducir o aumentar las emisiones», declara a Swissinfo Gudrun Gudmundsdottir, investigadora de la Universidad Técnica de Dinamarca y revisora del estudio de Resilio.

Sin embargo, añade que «es evidente que las expectativas de crecimiento del uso de la IA impulsarán a empresas y países a construir más centros de datos, motivarán a los operadores de redes a aumentar la capacidad y llevarán a los fabricantes de hardware a intensificar la producción».

¿Cómo reducir el impacto de la tecnología digital?

Existen múltiples soluciones para disminuir la huella de las tecnologías digitales, que implican a todos los actores del sector. En 2020, la Unión Internacional de Telecomunicaciones se marcó el objetivo de  reducir las emisiones globales del sector de las TIC en un 45% para 2030Enlace externo.

Según Gudmundsdottir, los centros de datos pueden reducir el consumo energético que supone la refrigeración de los servidores adoptando sistemas de inmersión en lugar de ventiladores y aire acondicionado. En estos sistemas, los servidores y demás equipos informáticos están sumergidos en un líquido que disipa el calor. Asimismo, los centros de datos también deberían aumentar la proporción de energías renovables en su mix energético.

«La IA es solo una herramienta: depende de cómo la utilicemos, reducirá o aumentará las emisiones»

Gudrun Gudmundsdottir, Universidad técnica de Dinamarca

Por su parte, los fabricantes de hardware deberían centrarse en reducir la disipación de calor y el consumo de los dispositivos cuando están encendidos, pero no están están tomando medidas significativas en este sentido. Las empresas de software deberían desarrollar programas más optimizados y eficientes desde el punto de vista energético, explica Gudmundsdottir.

En opinión de la investigadora, se necesita colaboración y una visión compartida para que todas las empresas del sector persigan el mismo objetivo de reducción de emisiones. «El intercambio información sobre las emisiones es una solución fundamental para ayudar a las empresas a ofrecer productos competitivos con bajas emisiones y crear cadenas de suministro con trazabilidad y de bajo impacto», afirma.

Hacer menos, pero mejor

Por supuesto, las personas que consumen estas tecnologías también pueden aportar su granito de arena. «Una práctica sencilla es evitar comprar dispositivos innecesarios, prolongar la vida útil de los aparatos que ya se poseen, desconectarlos cuando no se estén utilizando y asegurarse de que se reciclen», subraya Gudmundsdottir.

Según un informeEnlace externo de la Escuela Universitaria Profesional de Ciencias Aplicadas de Zúrich y Swisscom, en 2022 ocho de cada diez jóvenes en Suiza poseía un teléfono inteligente nuevo. Sin embargo, los han utilizado ligeramente durante más tiempo (2,7 años) en comparación con 2016 (1,9 años).

Jan Bieser, profesor de digitalización y sostenibilidad en la Escuela Universitaria Profesional de Berna, considera que también hay que pensar en cómo minimizar el flujo de datos. Por ejemplo, gran parte del tráfico de datos en internet está formado por contenidos de vídeos y redes sociales, que no necesariamente deben transmitirse en resoluciones cada vez más altas, sobre todo cuando quienes los usan no perciben ninguna diferencia en la calidad, afirma.

La eficiencia tecnológica por sí sola no basta, concluye el estudio de Resilio. La sobriedad digital hacer menos, pero mejor debe ocupar un lugar central en la política digital de Suiza.

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Debate
moderado por Sara Ibrahim

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Editado por Gabe Bullard. Adaptado del italiano por Cristina Esteban. Revisado por Carla Wolff.

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