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Sudáfrica honra de nuevo a “Mama” Winnie Mandela

Una de las asistentes al homenaje a Winnie Mandela, exesposa de Nelson Mandela, en el estadio Orlando de Soweto, Sudáfrica, el 11 de abril de 2018 afp_tickers

Miles de sudafricanos rindieron el miércoles en un estadio de Soweto un nuevo y emotivo homenaje al controvertido icono de la lucha contra el apartheid Winnie Mandela, la exesposa del presidente Nelson Mandela.

“Fue una mujer extraordinaria, madre, soldado, combatiente (…) Pensé que viviría eternamente”, dijo a la multitud uno de sus muchos nietos, Bambatha Mandela.

Encarnación, junto a su exmarido, de la lucha de “liberación” de la mayoría negra del país contra la segregación racial, Winnie Madikizela Mandela falleció el 2 de abril a los 81 años de edad tras “una larga enfermedad”.

Sudáfrica decretó luto nacional hasta el sábado, cuando tendrán lugar los funerales oficiales.

Como un ensayo del gran acontecimiento, que será presidido por el jefe del Estado, Cyril Ramaphosa, se inició una primera ceremonia oficial al final de la mañana del miércoles en el emblemático estadio de Orlando, uno de los barrios de Soweto.

En contra de la mayoría de sus compañeros de lucha, la “Madre de la nación”, como se la conocía, eligió continuar su vida en este pobre municipio de Johannesburgo, donde conoció a Nelson Mandela en 1957 en una parada de autobús.

“Podría haberse mudado a las afueras, como muchos de nosotros, pero eligió no hacerlo”, recordó en la tribuna su nieto Bambatha.

– ‘Irremplazable’ –

Durante los 27 años de encarcelamiento de Nelson Mandela, “Mama Winnie” se convirtió en el icono de la lucha contra el apartheid. Sola, resistió las persecuciones del régimen, custodias, arrestos domiciliarios o agresiones.

Su foto, de la mano de Nelson cuando salió de la prisión de Robben Island en 1990, simbolizó la victoria del Congreso Nacional Africano (CNA) sobre el régimen blanco de Pretoria.

“La recuerdo. Estaba allí en 1974 cuando venía a las escuelas y nos decía que había que manifestarse”, contó a la AFP una de las asistentes, Lilian Motgung, venida del vecino barrio de Zakariyya Park. “Para nosotros era una heroína.”

“No se dónde irá Sudáfrica sin ella, nadie la podrá reemplazar”, se preocupa un sacerdote, John Moletsane.

En medio de cánticos y de un océano de banderas verde, amarilla y negra de la CNA, allegados, militantes y dirigentes políticos se han sucedido en la tribuna del estadio para honrar su memoria.

“Recuerdo el día que fuimos arrestadas”, recordó Rita Ndzanga, levantando un estruendoso aplauso.

El vicepresidente de Sudáfrica, David Mabuza, concluyó la ceremonia con una alabanza grandilocuente. “Eres la portaestandarte de nuestra liberación”, señaló, “incluso si no te vemos más, la fortaleza negra de la dignidad humana no podrá desaparecer del corazón sangrante de África”.

– ‘Demonizada’ –

En este cúmulo de alabanzas no ha habido mención a la otra “Winnie”, aquella que provocó la reprobación de algunos de sus compañeros de viaje por sus llamadas a la violencia y los duros métodos de sus guardaespaldas.

En 1986, en el municipio de Munsieville, cerca de Johannesburgo, lanzó a la multitud una verdadera llamada a asesinar en estos términos: “Juntos, de la mano, con nuestras cajas de fósforos y nuestros collares, liberaremos este país”. Una referencia a la tortura del neumático inflamado.

Cinco años después, Winnie Mandela fue vista culpable de complicidad en el secuestro de un adolescente, Stompie Seipei, fallecido posteriormente. Su condena a seis años de reclusión fue conmutada, en apelación, por dos años de pena en suspenso.

Estos últimos días solo unas raras personalidades, como el expresidente Thabo Mbeki, se han atrevido a recordar la parte oscura de “Winnie”, que se divorció de Nelson Mandela en 1996.

El presidente Ramaphosa les ha respondido el martes denunciando a “aquellos que dentro o fuera de nuestras fronteras, han tratado de demonizar su figura”. “Ella solo sirvió al pueblo de Sudáfrica”, zanjó.

En su turno, la secretaria general adjunta de la CNA, Jessie Duarte, instó firmemente a los críticos a “sentarse y callarse”.

“Fue lo mejor que pudimos tener”, dijo una de sus bisnietas, aplaudida inmediatamente por el estadio de Orlando.

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