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Tras un año sangriento, no hay un futuro claro para Chicago

Un oficial de policía sostiene armas de fuego en la Iglesia Bautista de Uptown en Chicago, Illinois, el 19 de noviembre de 2016 afp_tickers

Durante unos días de diciembre nadie murió a tiros en Chicago.

En la mayoría de las urbes estadounidenses, ésta sería la norma, pero en la Ciudad de los Vientos, donde la sangre manchó las calles todo el 2016, es anormal.

Después de una calma a mediados de mes, la ciudad volvió a caer en una penosa y aparentemente interminable serie de homicidios, con 15 personas abatidas en los días siguientes.

Chicago, que en la práctica es la capital del Medio Oeste de Estados Unidos, cierra su año más mortal en casi dos décadas, con más de 750 homicidios y 3.500 tiroteos.

En comparación, las dos mayores ciudades estadounidenses, Los Angeles y Nueva York, tuvieron en conjunto 600 homicidios.

Los tiroteos en Chicago, que se incrementaron en casi 50% en 2016, se concentraron en los históricamente segregados y empobrecidos vecindarios con predominio de negros y latinos.

A la llegada de 2017 hay pocas respuestas claras sobre como detener el baño de sangre, pero las autoridades de la ciudad están analizando varios planes nuevos o reciclados.

– Armas y pandillas –

El jefe de la Policía de Chicago, Eddie Johnson, pasó buena parte de 2016 analizando una idea clave: las pandillas, las armas y una fuerza policial superada eran una mezcla tóxica.

Con el apoyo del alcalde de la ciudad, Rahm Emanuel, Johnson intenta contratar unos 10.000 agentes adicionales en los próximos dos años.

«Tenderemos un departamento (de policía) más grande, un mejor y más efectivo departamento», dijo Johnson en septiembre cuando anunció el plan.

La primera promoción de los nuevos reclutas se graduará en 2017 y se unirá a la fuerza bajo un escrutinio y presiones reforzadas.

El departamento enfrenta una investigación federal de derechos civiles, y como resultado de ella pueden cambiar la manera en que los agentes operan, agregando incertidumbre en el nuevo año.

La fuerza ya tiene problemas para lidiar con la belicosa población negra. Algunos no cooperan en las investigaciones de homicidios por temor a represalias o por desconfianza hacia la policía.

El departamento ha resuelto solo un tercio de los homicidios perpetrados en 2016.

Las tensiones se incrementaron cuando un video hecho público a fines de 2015 mostró a un agente de policía negro matando a tiros al adolescente negro Laquan McDonald.

El agente Jason Van Dyke, quien luego fue acusado de homicidio, disparó 16 veces contra McDonald, y continuó disparando su arma incluso cuando el muchacho de 17 años estaba caído en el suelo.

– Policía menos proactiva –

El alboroto político resultante llevó al alcalde Emanuel a despedir al entonces jefe de la policía, Garry McCarthy, dejando al alto mando del departamento en el caos.

Casi al mismo tiempo, el departamento cambió su política de controlar o buscar sospechosos, exigiendo a los agentes llenar unos formularios más complicados.

La actividad policial decayó, pero la violencia armada no.

«No fue hasta marzo y abril que comenzamos a ver un incremento de la actividad» policial, dijo a la AFP en noviembre el portavoz de la policía, Anthony Guglielmi.

Pero una docena de actuales agentes de Chicago admitieron al programa noticioso «60 Minutes» de la cadena CBS que ellos eran ahora menos proactivos que en el pasado.

«Un patrullaje agresivo, cuando estás buscando gente que quebrantó la ley, eso ya no sucede tanto como antes», dijo Brian Warner, un exagente que asesora a los actuales policías.

Si un departamento de policía a la defensiva a contribuido a elevar la tasa de homicidios es todavía tema de debate.

Pero la policía de Chicago dice que la medida verdadera es cómo lidiar con las casi 1.400 personas que protagonizan la mayor parte de la violencia armada.

Apuntar a este grupo -identificado a través de anteriores arrestos por cargos de armas de fuego y una vigilancia en el mundo real y en grupos de las redes sociales – es efectivo, dice la policía.

Una nueva propuesta, que debe ser aprobada por la legislatura del estado de Illinois en enero, aumentaría las sentencias de prisión para los reincidentes de delitos con armas.

En teoría, es que si ellos están tras las rejas más tiempo, el número de tiroteos y homicidios declinará.

«Nuestro mayor problema en Chicago es el problema y la cultura de las armas, que permiten a los delincuentes cometer un crimen armado tras otro. Necesitamos más responsabilidad», dijo el jefe Johnson en noviembre.

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