Un año de la protesta estudiantil que ha puesto en jaque al presidente serbio Vucic
Bogdan Dasic
Belgrado, 29 oct (EFE).- El derrumbe hace un año de un voladizo en la estación ferroviaria de Novi Sad, con 16 muertos, desató en Serbia una protesta estudiantil que ha puesto contra las cuerdas al presidente Aleksandar Vucic y a su gobierno, acorralados entre acusaciones de corrupción y autoritarismo.
Las protestas comenzaron con la exigencia de que se publicara toda la documentación sobre la renovación de la estación, ante las sospechas de negligencia en las obras, y de que se estableciera todas las responsabilidades políticas y penales por las muertes causadas.
Si bien 13 personas, entre ellas dos exministros, fueron acusados por lo sucedido el 1 de noviembre de 2024 y el primer ministro, Milos Vucevic, anunciara su dimisión, el descontento de los manifestantes fueron crecieron a lo largo del año ante la falta de respuestas y reformas concretas del Gobierno.
Por eso, los cientos de miles de estudiantes y ciudadanos que han tomado parte de las protestas acabaron por limitar su exigencia a un solo asunto: elecciones parlamentarias anticipadas.
«Un año después (de Novi Sad), la situación política en Serbia es diferente, está completamente transformada, en favor de los ciudadanos opuestos al régimen», explica a EFE el analista Dinko Gruhonjic, un conocido crítico de Vucic.
Destaca que el mayor éxito del movimiento estudiantil fue «recuperar la moral» de una sociedad que «el régimen criminalizado y corrupto casi había destruido por completo».
«Ahora la situación es tal que los padres, abuelos, hermanos, familiares y amigos tienen una elección sencilla: o sus hijos o un régimen asesino», destacó Gruhonjic.
Durante el último año, el Gobierno ha intentado de múltiples maneras ganarse a la ciudadanía descontenta con el fin de calmar las protestas, que son incluso mayores que las que causaron la caída del régimen autoritario de Slobodan Milosevic en 2000.
El movimiento estudiantil, que no tiene ningún líder destacado, fue uno de los finalistas para el premio Sajarov de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.
Al tiempo que se niega a convocar elecciones, Vucic ofrece préstamos hipotecarios favorables para los jóvenes, invitó a los estudiantes a dialogar con él e indultó a estudiantes detenidos durante las protestas.
En enero, el entonces primer ministro Vucevic, visto por la opinión pública como un «peón» de Vucic, presentó su renuncia, y en su lugar asumió el médico Djuro Macut, sin experiencia política y desconocido para la ciudadanía.
La reestructuración del gobierno no calmó a los manifestantes, que exigen responsabilidades y no «solo el reemplazo de figuras» en el partido gobernante SNS, que domina la política del país desde 2012.
«El gobierno cree que los estudiantes pierden energía, pero no es cierto; queremos elecciones y ésta es nuestra última esperanza de justicia sin conflicto en las calles», asegura en declaraciones a EFE Nemanja, estudiante de la Facultad de Filosofía de Novi Sad.
Dado que la ola de protestas no cesa después de doce meses, los estudiantes siguen decididos a derrocar un régimen que consideran autocrático y profundamente corrupto, mientras el gobierno responde con represión.
«Hoy, el régimen utiliza la represión contra diversos sectores de la sociedad, sobre todo estudiantes, medios de comunicación independientes, el sector civil y la oposición», señala Gruhonjic.
El profesor y analista añade que la policía y el poder judicial buscan intimidar, mientras que los tabloides cercanos a Vucis difunden discursos de odio contra todos los que expresan públicamente solidaridad con los estudiantes.
Vucic, poco antes del aniversario del accidente, especuló públicamente que la caída del voladizo podría ser un montaje para usarlo en su contra.
«Fue extraño que justamente ese día usara el tren, ya que normalmente se desplaza en automóvil», dijo Vucic, comentando que en las grabaciones de las cámaras de seguridad se ve a un político opositor, quien fue visto cerca de la estación tres horas antes del accidente.
Gruhonjic considera que esto es solo uno de los intentos de desviar la atención pública de la evidente corrupción sistémica en el régimen de Vucic.
En lugar de responder a las preguntas sobre la responsabilidad de los órganos del Estado, donde la corrupción es endémica, el presidente -un antiguo ministro de Propaganda de Milosevic- relativiza la tragedia e introduce teorías de conspiración.
Un año después del accidente en la estación ferroviaria, que aún no funciona, el aspecto legal de la tragedia sigue sin resolverse.
La Fiscalía Superior de Novi Sad ha presentado cargos contra 13 personas, entre ellas el exministro de Construcción Goran Vesic, pero hasta ahora no hubo ningún juicio ni sentencia.
En la reconstrucción de la estación trabajaron las empresas chinas CRIC y CCCC, que, según las investigaciones, firmaron contratos corruptos con otras empresas, en su mayoría serbias, obteniendo así un beneficio financiero de al menos 18 millones de dólares.
«Tras conmemorar el aniversario, Serbia será un país en el que las máscaras han caído: el gobierno ya no puede ocultar ni la corrupción ni la violencia, y los estudiantes han demostrado que no tienen miedo de decir públicamente ‘basta'», concluyó Gruhonjic.
«Queda por ver si esto se confirmará en las (próximas) elecciones», cuya fecha sigue siendo incierta. EFE
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