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Bertarelli, un multimillonario con el viento en popa

Su esposa Kirsty y el mar: los dos amores de Ernesto Bertarelli. Keystone

Ernesto Bertarelli quiere repetir en Valencia la extraordinaria hazaña de hace cuatro años: ganar la Copa América en una embarcación con bandera de un país que no tiene costa marítima.

Pese al éxito empresarial y deportivo, el propietario de Alinghi, nacido en Italia y criado en Suiza, sigue siendo un hombre reservado, entregado a dos pasiones: su familia y la vela.

Responsable de la primera empresa de biotecnología europea, uno de los 100 hombres más ricos del mundo y ganador de la Copa América: en los últimos años a Ernesto Bertarelli no le faltaron ocasiones para ser portada en la prensa. Muy a su pesar.

De hecho, el propietario del Alinghi es un hombre más bien esquivo, parco en palabras – al menos en público – que concede escasas entrevistas. Prefiere la calma familiar y rodearse de su esposa Kirsty y sus tres hijos a las ceremonias y fiestas mundanas. Y, además, es un apasionado de la vela.

Además de una pasión, la vela debe ser para él una especie de refugio, un oasis de tranquilidad. “Cuando se navega a 25 o 30 nudos se olvidan todos los enojos”, declaraba unos diez años atrás.

Pero la tranquilidad en alta mar también se ha esfumado desde que Bertarelli se propuso conquistar el trofeo de vela más prestigioso del mundo. Aún así, a bordo del Alinghi y bajo la atenta mirada de millones de espectadores, Bertarelli prefiere pasar desapercibido entre la tripulación y ceder el protagonismo a sus navegantes.

Muestras de orina de monjas

La saga de los Bertarelli comienza en Roma y se remonta medio siglo atrás. En los primeros años de la postguerra el abuelo Pietro asciende de contable a director del Instituto Farmacológico de Serono, que fundara en 1897 Cesare Serono.

En aquellos años, los investigadores de la empresa descubren que la orina de las mujeres en la menopausia contiene una sustancia natural, la gonadotropina, que se presta para sintetizar un fármaco destinado a luchar contra la infertilidad.

Para disponer de una buena calidad y de grandes cantidades de esta ‘materia prima’, durante años Serono toma muestras de orina en los conventos italianos, con el consentimiento del Vaticano. Así, gracias a la contribución de las monjas que hicieron los votos de castidad, la empresa comercializa uno de los primeros medicamentos capaces de estimular la fertilidad.

En 1954, mediante el Instituto de Obras de la Religión (IOR), el Vaticano se hace con la mayoría de las acciones de Serono. En 1968, las riendas de la sociedad vuelven a manos de Fabio Bertarelli (el padre de Ernesto), bajo cuya dirección Serono se transforma de un laboratorio farmacéutico especializado en investigación hormonal en una empresa a la vanguardia de la biotecnología.

Gracias a las Brigadas Rojas

Preocupado por su seguridad, en los años 70 Fabio Bertarelli envía a sus cuatro hijos a Ginebra y los matricula en colegios privados. Luego traslada también su sociedad a la ciudad de Calvino.

Una de las razones que motivó al empresario a establecer su familia y empresa en suelo helvético fue el temor de que las Brigadas Rojas pudieran secuestrar a uno de sus seres queridos. Y así fue en el lago Leman, a donde llegó a los ocho años de edad, y no en las aguas marítimas italianas, donde Ernesto Bertarelli descubrió siendo joven su pasión por la vela.

Tras cursar estudios universitarios en Boston, en 1996, tras la enfermedad de su padre, el joven heredero se ve catapultado a los 31 años al frente de Serono. Al concentrar todas las actividades en la biotecnología, Ernesto parece haber descubierto la hormona del crecimiento empresarial: en poco tiempo logra triplicar la facturación de la empresa y el número de empleados.

Pero lo que le lleva a hacer fortuna a fines de los años 90 es, sobre todo, el ‘boom’ de la bolsa, que valora desmesuradamente a las empresas de las ‘nuevas tecnologías’. Así, en 2001, el patrón del ‘enano’ Serono se convierte de repente en la primera fortuna suiza, superando incluso a las familias propietarias de los gigantes farmacéuticos de Basilea, Novartis y Roche.

La pasión por encima de todo

En los últimos años, las cosas comienzan a ir mal para Serono. La patente de Rebif – medicina contra la esclerosis múltiple que representa la mitad de la facturación de la empresa – está a punto de expirar. Y de los laboratorios no salen otros fármacos prometedores.

Pero el capitán no abandona el barco en el momento oportuno, al menos para él. En septiembre de 2006 logra vender su empresa al grupo farmacéutico alemán Merck por 16.000 millones de francos. Una suma excesiva, según la prensa germana.

“Bertarelli ya no tiene que pasar su tiempo en la sede de Ginebra ni enojarse por la lentitud de sus investigadores en desarrollar nuevas medicinas biotecnológicas. Ahora tendrá todo el tiempo para navegar y, sobre todo, para preparar la próxima edición de la Copa América”, escribía en septiembre el ‘Frankfurter Allgemeine’.

Y Bertarelli vuelve a probar suerte: quiere defender con el Alinghi el prestigioso trofeo y transformar, al menos durante algunos días, un país de montañas en una nación apasionada de vela. La pasión, la única que mueve a un hombre que ya lo tiene todo: “Entre los contrincantes hay gente que tiene más dinero que yo. Pero lo que cuenta no es el dinero, sino la pasión”.

swissinfo, Armando Mombelli
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)

Ernesto Bertarelli, casado y padre de tres hijos, nació el 22 de septiembre de 1965 en Roma.

Con ocho años se traslada a Suiza, junto con su hermano y sus dos hermanas, para estudiar en colegios privados de Ginebra. En 1977 el padre Fabio muda también la empresa Serono a la ciudad de Calvino.

En 1993 Ernesto Bertarelli decide emprender el desafío de la Copa América. Dos años después, a bordo del Alinghi, matriculado en la Sociedad Náutica de Ginebra, logra arrebatar el prestigioso trofeo a los neozelandeses.

En septiembre de 2006 la familia Bertarelli vende la sociedad Serono al grupo alemán Merck por 16.000 millones de francos suizos.

En junio de 2007 Ernesto se vuelve a volcar en cuerpo y alma en el Alinghi para defender en Valencia la Copa América frente a la tripulación neozelandesa.

La Copa América es el trofeo más prestigioso y antiguo de vela. Se entrega al vencedor de una serie de regatas que disputan la embarcación que detenta la Copa (Defender) y la de su contrincante (Challenger).

La primera competición se celebró en 1851 en Inglaterra y la ganó la embarcación America, del New York Yacht Club, que permaneció imbatible durante 132 años (hasta 1983).

En 2003, el Alinghi, embarcación de bandera suiza, arrebata el trofeo al New Zealand: por primera vez en muchos años la Copa América regresa a Europa.

La final de la Copa América 2007 tiene lugar en la ciudad española de Valencia. El ganador será la primera embarcación que logre adjudicarse cinco regatas. La competición comenzó el 23 de junio y puede durar hasta el 7 de julio.

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