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Voluntarios: una experiencia que define sus destinos

Sandrine Gaytán y Chloé, jóvenes suizos con vocación de solidaridad. swissinfo.ch

Los valesanos Chloe, Gaitán y Sandrine llegaron a la provincia argentina de Santa Fe a colaborar como voluntarios en la obra que dirige el padre suizo Gabriel Carrón.

Trabajar con presos y chicos de la calle cambió la forma de mirar el mundo de los jóvenes, que luego de esta experiencia dieron una vuelta de tuerca más a sus destinos.

Chloe, Gaitán y Sandrine -de 25, 23 y 21 años, respectivamente- son tres voluntarios que llegaron desde el cantón Valais a Santa Fe gracias a la gestión de ‘El abrazo’, una asociación creada en 2007 en Suiza para apoyar a quienes motivados por la obra del padre Gabriel Carrón quieren vivir la experiencia de trabajar en Argentina.

Con las emociones ‘a flor de piel’

La tarea de los voluntarios no es simple. Además de visitar las dos cárceles más grandes de la provincia (Las Flores y Coronda), las comisarías, y trabajar en distintos barrios periféricos con menores, llegan desde su Suiza natal con tantos interrogantes como ganas de ayudar.

La experiencia, que suele reafirmar la vocación social y humanística con la que llegan al país, se extiende más de lo que prevén, y el semestre inicial de residencia se duplica o triplica, y algunos hasta no descartan volver una vez que concluyan esta etapa.

Así es el caso de Chloe, una joven graduada en Arte que llegó por siete meses sin hablar prácticamente el castellano, y que se quedó más de un año:

“Yo descubrí que me gusta mucho trabajar con los jóvenes en las cárceles y he encontrado mucho respeto y afecto. Les mostramos que los queremos a pesar de sus errores, que pueden confiar, que pueden ser abrazados y abrazar. Que existen”, explica y cuenta emocionada:

“Los jóvenes son bastante cerrados, pero por medio del dibujo y el arte nos conectamos. Aprendo mucho de ellos también y puedo poner las emociones a flor de piel”

“La primera vez que fuimos, el ejercicio era dibujar lo que creían que iba a ser el taller. Uno de ellos dibujó una isla, que era para él un sinónimo de libertad. Es muy difícil de explicar lo que se vive aquí”.

Regla Nº 1: Escuchar sin preguntar

Una de las reglas de los voluntarios es no preguntar: “Nosotros en la cárcel no preguntamos nunca, porque vemos a cada uno como persona, sin saber que hicieron, así no creamos prejuicios. Nuestra tarea es escuchar y acompañar”, aseguran.

Sandrine y Gaitán llegaron con estudios comerciales y empresariales, pero ahora ambos saben que van a orientar su futuro a lo humanístico, sea desde el arte terapia o trabajo social para ella, o desde lo espiritual para él.

“Vine por un año y ya superé el año y medio. Venir aquí fue como una llamada en el corazón, ganas de acercarme a otra cultura, trabajar con los pobres, encontrar nuevos valores y descubrir cosas de mí misma”, explica Sandrine.

Sostiene que todavía es difícil decir cuánto, pero cree que hay muchos cambios en su personalidad:

“Nunca tuve miedo. Me sentí cómoda directamente porque me tratan con mucho respeto y con mucha calidez. Se preparan y arreglan para recibirte, se visten especialmente, te hacen el mate. Creo que quizás somos como una especie de familia para ellos”.

Golpe al corazón

Gaitán es de Vétroz, y con apenas 23 años dice que ha hecho un largo camino personal y espiritual. Como hace montañismo, en 2005 estuvo en Perú y ahí conoció un hogar para chicos de la calle:

“Saliendo de allí me costó mucho volver a mi trabajo en Suiza y entonces empecé mi camino para volver a América Latina. Todos sabemos que hay pobreza, que hay niños que mueren de hambre, pero cuando los tenés en tus brazos ya no podés verlos igual. Es un golpe al corazón”

“Pensaba venir por seis meses, pero también voy a alcanzar el año y medio. Con los presos había al principio otra comunicación, más gestual, más de compañía y poca charla”, asegura, y destaca su vocación por los niños:

“Aprendí a hablar el castellano estando con los nenes, poco a poco, porque ellos se hacen entender. Primero tenía un grupo de 4 y 5 años en un espacio donde los recibo, les doy el desayuno, les enseño los colores, las formas, a escribir cosas muy simples y después jugamos”

“Suiza tiene otros problemas”

“En las cárceles no entienden que hacés acá, cómo te viniste desde Suiza para estar con ellos cuando ellos sueñan todos con ir a un lugar como Suiza. Creo que sienten como una especia de admiración porque para ellos mi país es un paraíso”, relata Gaitán, y prosigue:

“Para nosotros es lindo vivir en Suiza, pero tenemos otros problemas sociales. No hay pobreza material pero falta el afecto, la relación humana. Esas son cosas que se han perdido: hay una gran pobreza espiritual y es como que falta un sentido a la vida”

“Sé que después de este viaje vamos a cambiar, también a nivel contacto físico, porque el niño se comunica así: abrazo, besos, tocarte… ¡también te pega! (risas)”

Para Sandrine, en su país “los valores no son tan fuertes como acá”:

“Vivimos tan estresados, con tantas tensiones, que nos olvidamos un poco de algunas cosas, como compartir, juntarse, estar con afectos, amigos, familia”

“Este no es un trabajo cuantificable, pero estoy convencido de que si sólo uno de todos los que vemos –especialmente los chicos- pueden llegar a tener un mañana, algo hicimos”

“Hay que tener un buen sentido de la frustración porque el resultado tarda en venir y a veces ni siquiera lo vemos”, acota Gaitán y añora:

“La semana pasada en un taller tocamos el tema de los sueños y algunos tienen muchos sueños, como tener familia y un trabajo. Creo que lo que se puede hacer con esta tarea es tratar de que cuando el preso salga libre lleve algo más en su valija”

La charla con swissinfo.ch se extiende un largo rato. No cesan las anécdotas ni las sensaciones.

Dos mundos opuestos donde el factor común es el ser humano, que de un lado o del otro de las rejas, en un extremo o el otro de la sociedad, no deja de soñar, de esperar y de creer. Aunque sea, apenas…

Norma Domínguez, Santa Fe, Argentina, swissinfo.ch

La Asociación ‘El Abrazo’ fue creada en Suiza, en 2007, en Fully, una comuna del cantón del Valais, situada en el distrito de Martigny.

Su objetivo es apoyar a la Fundación Casa San Dimas y preparar a los jóvenes que quieren vivir la experiencia de hacer un voluntariado en Argentina.

La Fundación Casa San Dimas está ubicada en la calle San Jerónimo 3139, en la capital de la Provincia de Santa Fe, Argentina.

Está bajo la dirección del párroco católico Gabriel Carrón.

Funciona como vivienda comunitaria para los jovenes voluntarios de las Pastorales Penitenciarias y de Infancia en Riesgo

Allí se dictan cursos de capacitación para los voluntarios y funcionan talleres de ambas pastorales.

También dan talleres de reinserción, radio, computación, etc.

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