
‘K-pop Demon Hunters’ cobra vida en el parque temático más grande de Corea del Sur
Ruy A. Valdés
Yongin (Corea del Sur), 30 sep (EFE).- El fenómeno global ‘K-pop Demon Hunters’ (Las Guerreras del K-pop) ha cobrado vida en una nueva zona del parque temático Everland, el más grande de Corea del Sur, permitiendo a los fanes sumergirse en el filme animado y los elementos emblemáticos del país: el k-pop, la moda, la comida y el romance de telenovela.
La ‘K-pop Demon Hunters Zone’ ofrece a los visitantes desde juegos inspirados en escenas de la película hasta zonas con fotos inmersivas ambientadas en el universo de las Huntr/X, pasando por un restaurante transformado en la «Snack Shop» de los Saja Boys y menús especiales que incluyen ramen, ‘gimbap’ y la bebida más simbólica del filme, el «Soda Pop Ade».
Situado en la ciudad de Yongin, a unos 40 kilómetros al sur de Seúl, el parque de atracciones recibe millones de visitantes cada año y este martes abrió sus puertas a los medios de comunicación, días después de inaugurar el espacio.
«Mis favoritos fueron los videojuegos», dijo Ji-yoo, de 12 años a EFE. «Me gustó la zona por las canciones y porque es una buena película», contó su hermano de seis años.
Los visitantes también pueden participar en un taller de maquillaje para acabar pareciéndose los demonios del filme, o disfrazarse como las Huntr/X y los Saja Boys y pasearse por la zona ambientada con éxitos musicales como ‘Golden’ o ‘Soda Pop’.
Entre los personajes más mencionados por los asistentes sobresalió Jinu, el líder de los ‘Sacha Boys’, porque es «cool» y, sorprendentemente, parecía haber más fanes de Zoey que de Rumi o Mira, porque es «cute».
La franquicia ya es un negocio multimillonario que ha trascendido a la cultura pop: en Everland, propiedad de Samsung C&T Resort Group, se venden 38 productos exclusivos, desde llaveros hasta gorras del felino Derpy, pasando por sombreros tradicionales coreanos con bordados de los personajes, y playeras de las Huntr/X.
Una conexión masiva
La película conectó con el público internacional gracias a la combinación de animación pulida, estética futurista y la fuerza del fenómeno K-pop, que ya era un motor cultural global.
«La película es genial porque (las protagonistas) bailan bien y vencen a los monstruos», dijo a EFE una niña de unos cinco años vestida como Rumi, tras disfrutar del videojuego de coreografías.
Gracias a la mezcla de música, romance, coreografías espectaculares y la historia con trasfondo coreano, la cinta dirigida por Maggie Kang y Chris Appelhans se ha convertido en la más vista en la historia de Netflix, con más de 330 millones de reproducciones, superando al El Juego del Calamar, que mantenía el liderato como otra serie situada en Corea del Sur.
En cuanto a la banda sonora, su sencilo ‘Golden’ ha logrado posicionarse seis semanas consecutivas en lo más alto del Billboard Hot 100, mientras otros tres temas han logrado entrar al ‘top 10’, algo nunca antes visto en el cine.
El referente de la cultura coreana
Uno de los grandes atractivos de ‘K-pop Demon Hunters’ es cómo combina tradición y modernidad. En su historia aparecen los ‘Saja Boys’, inspirados en espíritus de la mitología coreana que guían a las almas al más allá.
Azira, una adolescente procedente de Singapur, destacó que la película triunfa porque «las canciones son pegadizas y también habla del empoderamiento y la hermandad entre las Huntr/X», señalando que ella ya era fan de la cultura coreana antes del lanzamiento de la película.
Asimismo, elementos cotidianos como el ramen, las saunas públicas o la presión por alcanzar la perfección social en la cultura surcoreana se entrelazan con el glamour de los escenarios K-pop.
Al tratarse de una película familiar, la experiencia de consumo se amplifica: muchos padres la ven varias veces junto con sus hijos, generando un efecto multiplicador que explica parte de los récords de audiencia.
La vi «tres veces», «seis o siete veces», «un sinnúmero de veces», «muchísimas veces», comentaron los padres de familia y sus hijos entrevistados.
«Escuchamos las canciones todo el día», afirmó una madre de una visitante de unos seis años. «Nos memorizamos las letras y la coreografía», dijo. EFE
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