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Ambrosía, una planta invasora que asfixia a Serbia ante la inacción de las autoridades

Bogdan Dasic y Marcelo Nagy

Belgrado/Budapest, 22 sep (EFE).- La expansión por Europa Central y los Balcanes de la ambrosía, una planta invasora procedente de Norteamérica, es especialmente preocupante en Serbia, donde miles de personas sufren problemas de alergia a su polen ante la inacción de las autoridades.

Más de 45.000 ciudadanos han firmado una petición exigiendo una acción urgente y sistemática contra la propagación de esta maleza, cuyo polen provoca fuertes reacciones alérgicas, desde estornudos y sinusitis hasta asma y asfixia.

El problema es particularmente grave en las zonas urbanas, pero la ambrosía también se está extendiendo a la superficies agrícola, a lo largo de las carreteras y en terrenos abandonados en todo el país.

Cientos de miles de afectados

«La ambrosía literalmente asfixia a los ciudadanos de Serbia. Niños, enfermos crónicos y cientos de miles de personas luchan cada día contra estornudos, asma y dificultades respiratorias, mientras que las autoridades municipales y estatales llevan años cerrando los ojos», denuncia ‘Kreni-Promeni’, el movimiento cívico que ha organizado la petición.

Esta organización, que promueve cambios democráticos y la lucha contra la corrupción en Serbia, advierte en un comunicado que «cuando la concentración de polen es diez veces superior al límite permitido, no se trata de un fenómeno natural, sino de la prueba de que el Estado no está haciendo su trabajo».

Según los datos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, en Belgrado se ha registrado la mayor concentración diaria de polen desde que comenzaron los controles hace dos décadas, con valores hasta 7,5 veces por encima del límite.

Invasión desde el siglo XIX

La «ambrosia artemisiifolia», una de las especies invasoras más problemáticas de Europa, fue introducida inadvertidamente en el continente en el siglo XIX y se ha extendido ampliamente por el sudeste de Europa y Europa Central.

Mirjana Mitrovic, responsable del sistema estatal de control de polen alergénico, explica a EFE que la ambrosía se ha adaptado extraordinariamente bien a los suelos fértiles.

«En los últimos años, la ambrosía se ha extendido agresivamente desde el norte del país hacia Belgrado y el centro de Serbia, y se está expandiendo lentamente también hacia el sur», señala.

La razón es, según la experta, la falta de medidas sistemáticas de control: siega, arado de rastrojos y tratamientos químicos.

Según Mitrovic, la planta ha dejado un enorme banco de semillas en el suelo, lo que significa que para reducir su propagación sería necesario un control organizado durante la próxima década.

El polen de la ambrosía, que llegó a Serbia hace 70 años, puede ser transportado por el viento hasta 100 kilómetros, lo que dificulta su control.

Los tratamientos contra la ambrosía en Serbia todavía son irregulares y descoordinados, y la salud pública y el sistema económico sufren las consecuencias, desde el aumento de las bajas laborales hasta la sobrecarga de los centros de salud.

«Si no se toman medidas de control, no se puede descartar que otros países también enfrenten en algún momento problemas con esta planta», alerta Mitrovic.

Multas en Hungría

La ambrosía llegó a la vecina Hungría hace más de un siglo y provoca graves problemas alérgicos desde hace décadas.

Según datos del Instituto Nacional de Salud Pública, más de un millón y medio de personas son alérgicas a su polen, aunque algunas estimaciones elevan esa cifra aún más.

El coste económico se estima en más de 1.000 millones de euros anuales, aproximadamente el 0,4 % del Producto Interior Bruto (PIB) del país centroeuropeo.

Un estudio de 2018 de la Universidad Széchenyi István de Budapest señala que la intensa proliferación de la ambrosía se debe a la capacidad de adaptación de la planta, el descuido por parte de los ciudadanos y el cambio climático.

Algunos expertos mantienen que el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera favorece la producción de polen de algunas plantas.

El cambio climático hace que la temporada de alta contaminación por el polen se adelanta cada años y en 2025 cientos de miles de húngaros comenzaron a sufrir ya a mediados de agosto por la alergia.

La legislación húngara obliga a los propietarios de tierras a impedir el desarrollo de flores de ambrosía hasta el final de la temporada agrícola, con multas por incumplimiento de entre 40 y 12.700 euros, según el tamaño de la parcela. EFE

bd-mn/as/pddp

(foto)

de la fototeca, de agosto pasado en Belgrado, con los códigos:

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