
Calin Georgescu, el reaccionario de tintes esotérico de TikTok
Viena, 6 dic (EFE).- El Tribunal Constitucional de Rumanía anuló este viernes la primera vuelta de las elecciones presidenciales, protagonizadas por Calin Georgescu, un ultranacionalista de 62 años que combina un discurso prorruso, ideas ultranacionalistas y teorías conspirativas y esotéricas.
Georgescu venció contra todo pronóstico en la primera vuelta gracias a una campaña en las redes sociales, especialmente TikTok, en la que los servicios de inteligencia rumanos ven la mano de un «actor estatal», y que le permitió sumar el 23 % de los votos cuando las encuestas le daban el 6 %.
El candidato nació en el acomodado barrio bucarestino de Cotroceni -donde se encuentra el palacio presidencial- y sus dos padres fueron profesores universitarios durante la Rumanía comunista.
Un personaje contradictorio
Georgescu resulta muy polarizador, para sus fieles es un líder que desafía al corrupto sistema político rumano, mientras que para sus detractores es un oportunista que explota el descontento social con un discurso plagado de contradicciones.
A este antiguo campeón nacional de judo le gusta presentarse como un hombre de acción: montando a caballo, nadando en un lago helado o corriendo un maratón. Su lenguaje, sencillo y con elementos místicos, parece más propio de un gurú religioso que de un político.
Entre las numerosas contradicciones de su discurso está que, pese a sus críticas a un «Occidente corrupto», gran parte de su carrera se desarrolló en las instituciones «globalistas» que desprecia.
Georgescu se formó como ingeniero y es doctor en Pedología, una rama de las ciencias del suelo, y en la década de 1990 ocupó diferentes puestos en el Ministerio de Medio Ambiente de su país.
Naciones Unidas y Club de Roma
Entre 1999 y 2012, fue representante de Rumanía en el comité nacional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. También desarrolló las dos estrategias nacionales de desarrollo sostenible de Rumanía, adoptadas en 1999 y 2008.
Entre 2010 y 2012, fue relator especial de la ONU para residuos tóxicos y peligrosos. Además, formó parte del influyente «Club de Roma», un ‘lobby’ que debate cuestiones globales, y presidió entre 2012 y 2015 su Centro Europeo de Apoyo.
Georgescu declaró que lo abandonó porque, según él, la organización fue «absorbida por intereses corporativos».
Poco a poco, en la década pasada, Georgescu comenzó a interesarse por la política, pero fue durante la pandemia cuando ganó cierta relevancia con sus mensajes ultrarreligiosos, en los que se mostraba escéptico con las vacunas y minimizaba el peligro de la covid.
Además de sus posiciones antivacunas, se convirtió en un vector de ideas conspirativas como la de que los refrescos contienen ‘nanochips’ que pueden controlar a las personas, que el hombre nunca llegó a la luna porque todo fue una «manipulación» y que la tecnología 5G es «extremadamente peligrosa».
En 2021 fue propuesto para el cargo de primer ministro por el partido ultranacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos, que entonces tuvo el 9 % de los votos.
Revisionista y misógino
Su relación con ese partido irredentista terminó entonces abruptamente tras unas declaraciones en las que elogió como «héroes» y «mártires» a Ion Antonescu y Corneliu Codreanu, líderes del fascismo rumano y responsables del Holocausto en Rumanía, donde fueron asesinados cientos de miles judíos rumanos.
Estas afirmaciones le valieron una investigación penal por promover el culto a responsables de genocidios, aunque el caso fue desestimado por la Justicia.
Georgescu ha elogiado al presidente ruso, Vladimir Putin, como un líder patriótico y sostuvo que «la solución de Rumanía radica en la sabiduría rusa». También ha cuestionado la legitimidad de Ucrania, calificando a ese país de «estado inventado».
La OTAN ha sido objeto de muchas de sus críticas, en una ocasión dijo que la presencia en Rumanía de un escudo antimisiles de la Alianza es una «vergüenza diplomática».
Georgescu defiende reintroducir el servicio militar obligatorio con el argumento de que fortalecería el carácter patriótico de los jóvenes.
En general, aboga por un retorno a los valores tradicionales, nacionalismo económico y la autosuficiencia energética, al tiempo que sueña con una Rumanía «independiente» de las instituciones occidentales, a las que acusa de «dañar moralmente» al país.
Sus ideas reaccionarias también se extienden al papel de la mujer, que considera subordinada al hombre y, por ejemplo, criticó el alto número de cesáreas en Rumanía, afirmando que éstas «rompen el hilo divino» entre madre e hijo. EFE
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