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Cheques regalo y bajar el IVA: promesas electorales que amenazan la salud fiscal de Japón

Antonio Hermosín Gandul

Tokio, 18 jul (EFE).- Cheques regalo y recortes del IVA son las principales recetas contra la inflación que ofrecen los partidos políticos japoneses a los votantes de cara a las elecciones parlamentarias de este domingo, pese a que ambas medidas empeorarían la creciente presión fiscal que sufre la cuarta economía mundial.

En campaña para los comicios parciales a la Cámara Alta del Parlamento, el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio de coalición, Komeito, han prometido entregar 20.000 yenes (unos 116 euros) por persona para aliviar el impacto del alza de precios.

El primer ministro, Shigeru Ishiba, también ha anunciado que los hogares con menores ingresos y los menores de edad recibirán otros 20.000 yenes adicionales.

Estas inyecciones de dinero, habituales cuando se aproximan elecciones en el país asiático, han sido tachadas de «sobornos» a los votantes por voces como Yoshihiko Noda, líder de la principal fuerza opositora, el Partido Democrático Constitucional (PDC).

La oposición, por su parte, propone medidas más ambiciosas: reducir o eliminar temporalmente el impuesto al consumo (IVA), actualmente fijado en un 10 % para la mayoría de productos y servicios, y en un 8 % para alimentos y bebidas.

El citado PDC plantea reducir a cero el IVA sobre alimentos durante uno o dos años, mientras otras formaciones como el Partido Democrático del Pueblo o el Partido de la Innovación proponen rebajas del impuesto del 5 % o la exención total para alimentos básicos.

Una situación fiscal «peor que la de Grecia»

Todas estas estrategias buscan paliar el fuerte deterioro del poder adquisitivo de los hogares japoneses, ante una inflación que ha llegado a superar el 3,6 % interanual y con salarios reales en caída desde 2019.

El precio del arroz, alimento básico y parte de la identidad nacional, se ha duplicado en lo que va del año, exacerbando el malestar social y socavando la popularidad del Gobierno de Ishiba, quien se juega su futuro político a corto plazo en estos comicios.

El problema de las citadas promesas electorales es que tendrán un impacto negativo garantizado en las arcas estatales en un momento especialmente delicado para las finanzas públicas niponas.

Japón, uno de los países ricos con mayor endeudamiento público, ha evitado crisis de la deuda durante años gracias a factores como que gran parte de sus bonos están en manos de inversores nipones, aunque recientemente ha comenzado a notar los avisos de los mercados.

El rendimiento de los bonos públicos a 40 años alcanzó un récord del 3,7 % en mayo. Ese mismo mes, en pleno debate parlamentario sobre los recortes del IVA que reclama la oposición para impulsar el consumo, Ishiba llegó a asegurar que la situación fiscal de Japón era «extremadamente pobre, peor que la de Grecia».

Los bonos a 10, 20 y 30 años también han alcanzado esta semana niveles no vistos desde hace décadas. Según cálculos del Fondo Monetario Internacional, los pagos de intereses de Japón, que ya se comen aproximadamente el 10 % del gasto del Gobierno, podrían duplicarse de aquí a 2030.

Un problema a largo plazo

En este contexto, las medidas propuestas —tanto los cheques regalo como los recortes fiscales— preocupan a los expertos por su sostenibilidad y su limitada eficacia para impulsar la economía.

El propio Ishiba ha rechazado reducir el impuesto al consumo, argumentando que es una fuente esencial para financiar la seguridad social del país ante su acelerado envejecimiento demográfico.

Pero el paquete de subsidios anunciado por el PLD, con un coste estimado de 3,3 billones de yenes (alrededor del 0,5 % del PIB), corre el riesgo de ser tan efectista como poco eficaz, por no estar focalizado en los hogares de bajos ingresos.

Encuestas recientes como una realizada por la agencia de noticias Kyodo muestran que el 76,7 % de los votantes prefieren un recorte del impuesto al consumo frente a un 17,9 % que valora más los cheques regalo.

El economista Takahide Kiuchi, del Instituto de Investigación Nomura, ha alertado de que estas políticas de asistencia generalizada «podrían aumentar las tensiones fiscales sin mejorar sustancialmente el crecimiento económico ni aliviar de forma duradera el impacto del alza de precios», en una publicación en su web.

El Banco de Japón, por su parte, ha comenzado a reducir la compra de deuda pública, lo que podría incrementar aún más los costes de financiación del Estado si los inversores exigen mayores rendimientos.

A esto se suman compromisos de gasto a futuro, como el aumento planificado del presupuesto de defensa —del 1,4 % al 2 % del PIB en los próximos años—, que aumentarán la presión sobre las cuentas públicas.

Esta coyuntura coloca a Japón en una encrucijada fiscal a medio plazo que por ahora tanto Gobierno como oposición parecen aparcar, para centrarse más en convencer a los votantes de cara a los comicios del domingo. EFE

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