Por principio, son universales, inalienables e indivisibles.
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Hasta la II Guerra Mundial, los derechos humanos eran prácticamente el asunto de cada Estado. Empero, tras el horror del conflicto, la Carta que funda las Naciones Unidas y luego la Declaración Universal de 1948 responsabilizan a la comunidad internacional de velar por la aplicación y el respeto de esos principios.
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