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¿Quién salvará la compañía aérea Swiss?

Aviones de Swiss en el aeropuerto de Dübendorf
Docenas de aviones de Swiss estacionados en el aeropuerto de Dübendorf, cerca de Zúrich. Keystone / Ennio Leanza

Aeropuertos vacíos, aviones en tierra, aerolíneas al borde de la quiebra. La aviación civil es uno de los sectores más afectados por la pandemia del coronavirus y quizá el sector que durante más tiempo va a sufrir la crisis. Veinte años después de la quiebra de Swissair, ¿corre otra vez Suiza el riesgo de perder su aerolínea más importante? 

El 2 de octubre de 2001, unos días después de los atentados terroristas en Nueva York, los aviones de Swissair quedaron inmovilizados en tierra. Víctima de una gestión insegura y arriesgada, la aerolínea no tenía fondos ni para pagar el combustible de sus aviones. Con el final abrupto de Swissair, se desmoronó uno de los emblemas del éxito económico y tecnológico de Suiza. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y provocaron una verdadera conmoción en la población suiza, muy ligada a su aerolínea nacional.

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En marzo del año siguiente, y gracias a un plan nacional de rescate de 3 000 millones de francos – que aportaron la Confederación, los cantones y particulares –, de entre las cenizas de la desaparecida Swissair surgió la compañía Swiss. En 2005, esta nueva aerolínea (de un tamaño más pequeño) se vende a la alemana Lufthansa por tan solo 330 millones de francos.

Casi veinte años después de la quiebra de Swissair, los aviones con bandera suiza vuelven a estar fuera de servicio. Esta vez, en buena compañía. A principios de abril y como consecuencia de las restricciones por la pandemia, el número de vuelos en todo el mundo se ha reducido un 80% respecto al año anterior. Según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), se espera que, con relación a 2019, el tráfico de pasajeros se reduzca a la mitad en el conjunto del año 2020, generando a las compañías aéreas pérdidas por valor de unos 314 000 millones de dólares (esto es, tendrán un 55% menos de ingresos que en 2019).

Muchos países (empezando por Estados Unidos y varios estados europeos) han anunciado importantes programas de apoyo económico para la aviación civil. Pero el futuro de muchas aerolíneas sigue siendo incierto, en especial debido a la incertidumbre sobre durante cuánto tiempo se va a prolongar la pandemia. En estos momentos, nadie puede predecir en qué estado saldrá Suiza de esta crisis.

Desde su fundación, Swiss ha conocido distintas reestructuraciones. En unos pocos años, su flota ha pasado de más de 130 aviones a 80. No obstante, su integración en el grupo Lufthansa ha sido un éxito. Ya en 2007, cerró sus cuentas con superávit. Con un volumen de negocios de más de 5 300 millones de francos y un beneficio operativo récord de 636 millones de francos, en 2018 obtuvo su mejor resultado. Y en los últimos años ha aumentado tanto el número de aviones como de empleados.  

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En 2019, Swiss transportó a 19 millones de pasajeros a 45 países. El tráfico de mercancías (gestionado por la división Swiss WorldCargo) ha cubierto 130 destinos en 80 países. Sin embargo, desde mediados de marzo, la aerolínea se ha visto obligada a reducir drásticamente sus actividades: el tráfico de pasajeros se ha limitado a un único vuelo de larga distancia entre Zúrich y Newark (EE.UU.) y a ocho vuelos europeos. En las últimas semanas, Swiss ha participado en varias repatriaciones de ciudadanos suizos bloqueados en el extranjero (una operación organizada por el Ministerio suizo de Asuntos Exteriores) y en el transporte de suministros médicos provenientes de Asia.  

En unas pocas semanas la situación económica se ha vuelto precaria, y Swiss también ha tenido que recurrir a las prestaciones de desempleo parcial para cubrir los gastos fijos de su personal (9 560 empleados). La aerolínea está sufriendo pérdidas del orden de 4 a 5 millones de francos cada día y no dispone de reservas suficientes para poder hacer frente a esta sangría en el largo plazo, ya que el grupo Lufthansa absorbe sus beneficios. Hace solo unos días, el director general de Swiss, Thomas Klür, ha declarado que para finales de año espera un servicio máximo del 75% de la capacidad de su compañía.

Esta crisis llega en un momento delicado para el grupo alemán Lufthansa, que desde hace algunos años se enfrenta a turbulencias en la eficacia de sus vuelos de corta y media distancia, sobre todo. El valor de sus acciones ya había caído a la mitad entre 2017 y 2019 (incluso antes del comienzo de la pandemia). Según su director general, Carsten Spohr, en la actualidad Lufthansa pierde alrededor de un millón de francos cada hora.El destino de Swiss también depende de estas negociaciones. Pero el grupo alemán no tiene ningún interés en cortar las alas de la empresa con sede en Suiza, que hasta ahora ha demostrado ser una buena inversión. Desde su adquisición, Swiss le ha aportado a Lufthansa unos beneficios de 5 000 millones de francos; 2 000 millones, solo en los últimos cuatro años.  

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Una persona pasa por delante de una tienda cerrada

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¿Cómo saldrá la economía suiza de la crisis del coronavirus?

Este contenido fue publicado en La ayuda de emergencia de 10 000 millones de francos que el Gobierno suizo anunció el 13 de marzo pasó a ser 40 000 millones de francos, el 20 de marzo; y 60 000 millones, el 3 de abril. Con esta cantidad (que está lejos de ser definitiva) el Consejo Federal se propone aplicar medidasEnlace…

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El grupo alemán, hace unos días, anunció las primeras medidas radicales, que incluyen el cierre de su compañía de bajo coste Germanwings y el abandono de alrededor del 10% de su flota de 760 aviones. Swiss, por su parte, tendrá que retrasar la entrega de los aviones ya encargados y considerar la rápida retirada de algunos de sus antiguos aviones. Sin embargo, esto solo es un primer paquete de medidas de reestructuración.   

Lufthansa, que corre el riesgo de verse sin liquidez, está negociando préstamos con los bancos. Y ya ha solicitado miles de millones de ayuda al Estado alemán. El Gobierno de Angela Merkel parece dispuesto a inyectar grandes cantidades de dinero a cambio de acciones. En la práctica, el Estado se haría con una participación sustancial del capital de Lufthansa más de 20 años después de su privatización.

El destino de Swiss también depende de estas negociaciones. Pero el grupo alemán no tiene ningún interés en cortar las alas de la empresa con sede en Suiza, que hasta ahora ha demostrado ser una buena inversión. Desde su adquisición, Swiss le ha aportado a Lufthansa unos beneficios de 5 000 millones de francos; 2 000 millones, solo en los últimos cuatro años.  

El Gobierno suizo está estudiando la posibilidad de conceder créditos a la aviación civil, una infraestructura que se considera estratégica para el conjunto del país. Este sector cada año genera a la economía suiza unos 30 000 millones de francos de valor añadido y aporta 190 000 empleos directos o indirectos. El transporte aéreo permite transportar más de un tercio de los productos destinados a la exportación y a casi el 40% de los turistas que llegan a Suiza. El tráfico de pasajeros se ha duplicado prácticamente en los últimos 20 años.  

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Sin embargo, el Consejo Federal solo intervendrá en el caso de que las compañías aéreas ofrezcan garantías claras: además de a Swiss, también se prestará apoyo financiero a Easyjet Switzerland. Para ello, los operadores deberán demostrar que han agotado el resto de posibilidades de hacer frente a sus problemas de liquidez y, antes de haber devuelto los créditos, no tendrían derecho a hacer llegar dinero a sus empresas matrices extranjeras. También se podrían conceder ayudas a otras empresas relacionadas con la aviación (como los aeropuertos, Skyguide, Swissport o Gategroup).

La mayoría de los partidos políticos apoyan el plan del Gobierno de socorrer a la aviación civil. Otros se muestran críticos. Thomas Matter, diputado de la Unión Democrática de Centro (derecha conservadora), considera inaceptable que Swiss transfiera sus beneficios a Alemania y ahora quiera cubrir su déficit con la ayuda de la Confederación (Estado). Según él, para Suiza sería mejor dejar que la empresa quiebre y luego comprarla a bajo precio. 

Para muchos puede parecer atractiva la idea de tener de nuevo en Suiza una verdadera “compañía nacional”, aunque esta opción es poco realista. Los inversores –como en la época de la quiebra de Swissair– no están dispuestos a asumir los riesgos de una empresa con un volumen de negocios de varios miles de millones de francos y que opera en un sector con perspectivas cada día más inciertas. Y la participación de la Confederación y de los cantones, que han seguido una política de privatización y liberalización durante más de 20 años, tampoco parece realista.

El Partido Ecologista, por su parte, cree que las aerolíneas únicamente deben salvarse si se comprometen a contribuir a la protección del clima. Apoyados por otros partidos y organizaciones, han publicado una carta abierta en la que piden al Gobierno que no fomente el crecimiento desenfrenado del tráfico aéreo (que genera el 19% del impacto climático en Suiza), sino que promueva medios de transporte más respetuosos con el medioambiente.

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Swissair: historia de un mito

Este contenido fue publicado en “Un mito nacional por los suelos”, “Martes negro”: para los medios de comunicación la aerolínea y orgullo nacional vivió el 2 de octubre de 2001 una “crisis nacional” y el “final definitivo de la excepción suiza”. 10 años después vuelan los aviones de su predecesora, Swiss, en posesión de la alemana Lufthansa.

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Traducción del francés: Lupe Calvo

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