«De Kandinsky a Pollok», nueva exposición en Lugano

Arshile Gorky Garden in Sochi (1940). www.museo-cantonale-arte.ch

El Museo Cantonal de Arte inauguró la exposición "De Kandinsky a Pollok: el vértigo de la no-forma". Se reúnen ahí un centenar de pinturas y obras sobre papel que provienen de museos, fundaciones, galerías y colecciones privadas del mundo entero.

La intención de las personas que idearon la muestra es ilustrar, a través de artistas protagonistas del siglo XX, la superación del concepto tradicional de forma en la cultura artística occidental.

La renovación del lenguaje pictórico se dió a través de diferentes movimientos y se desarrolló de manera transversal a ellos, concretizándose en aquellas individualidades que se expresaron con una nueva idea de forma.

Una vez más el arte se adelantó a las mentalidades y marcó directrices: de hecho, el existencialismo filosófico hizo suya la rebelión surgida en el arte pictórico y musical.

Esta revolución afirma que la forma no está dada de una vez por todas, la forma es una posibilidad de la existencia que no se afianza a un sujeto sino que lo construye.

En arquitectura tenemos el ejemplo del Museo de Arte Moderno, de Bilbao, que ha dejado atrás las fórmulas simétricas y desafiado a la estática para descubrir nuevos equilibrios.

Guían al visitante de esta exposición algunos textos escritos en diferentes momentos de la vida, por los mismos artistas, textos escogidos a propósito como claves de lectura en el recorrido.

Los tres cuadros que marcan el punto de partida, tanto temporal como temático, de la exposición son: ‘Acuarela con trazos’ de Kandinsky, de 1912, obra que tiende a la indefinición, como también la música de principios del siglo XX.

De hecho, Kandinsky usa términos musicales para definir su pintura: composición, improvisación, fuga, términos que subrayan la intención del artista de sustraerse a una mimesis del mundo fenoménico: él, el mundo lo quiere construir. La mancha, la línea en zig-zag, los signos rítmicos, etc., serán los elementos para la construcción de un nuevo sujeto interior, emotivo o metafísico.

Acompaña a Kandinsky en el punto de partida, otro grande de la pintura: Paul Klee, con el cuadro ‘Homenaje a Picasso’, olio sobre cartón, de 1914. Maravilloso homenaje al cubismo analítico de Don Pablo, donde se descubre el valor expresivo del color, es más, donde el color funge como sujeto.

El tercer maestro que marca los inicios de esta revolución estética es Enrico Prampolini y su arte polimatérico que nos da una muestra de la capacidad expresiva de los diferentes materiales con el cuadro ‘Beguinage’, de 1914.

Con la representación de los años 30 y 40 tenemos las obras de artistas como Hartung, Fautrier y Fontana, los cuales introducen, con gran anticipación, soluciones formales para definir una nueva especialidad y nuevos modos para acercarse a la materia pictórica.

Los siguen autores como Dubuffet, Tápies, Pollok, Burri y Capogrossi. Artistas muy diferentes entre sí, pero que tiene en común la búsqueda de un nuevo concepto de la forma.

También en Suiza se manifestaron personalidades artísticas en sintonía con las tendencias informales, sobre todo después de la segunda guerra mundial. Cinco artistas suizos están presentes en la exposición, en una sección especial, y son: Cavalli, Iseli, Klotz, Roller y Schaffner.

Es también interesante el acercamiento que se intenta hacer en esta muestra, entre la música y la pintura: por ejemplo, música de Stroemberg, un cuarteto para arcos, acompaña los cuadros de Pollok para subrayar dos experiencias estéticas que tienen afinidades: la atonalidad, los arrebatos, los cambios improvisados de dirección, etc.

O los arreglos de Charles Parker, quien llevó a consecuencias extremas la improvisación en el jazz, y se encuentra como música de acompañamiento en la sala donde se exponen los cuadros de Georges Mathieu. Basta ver los cuadros del pintor estadounidense para captar instantáneamente la afinidad.

La exposición queda abierta hasta el 6 de enero de 2002.

Lupita Avilés, Lugano