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Un «ruidoso» voto de la democracia directa en Suiza

Si la ley es aceptada, las máquinas sopladoras que funcionan con petroleo quedarán prohibidas en Zúrich y las eléctricas podrán usarse solo en otoño.
Si la ley es aceptada, las máquinas sopladoras que funcionan con petroleo quedarán prohibidas en Zúrich y las eléctricas podrán usarse solo en otoño. Keystone

El 28 de septiembre, la ciudad más grande de Suiza votará si acepta nuevas normas estrictas para las máquinas sopladores de hojas caídas. ¿Se ha vuelto decadente la democracia suiza o está justificado tanto ruido?

La ciudad más grande de Suiza, Zúrich, vota el 28 de septiembre estrictas normas para las máquinas que con aire empujan las hojas secas en el exterior y que facilitan el trabajo al personal de limpieza exterior en otoño.

Y sí, si hay algo que compite con el ruido que hacen estos sopladores de hojas, es sin duda el de aquellas personas en contra de estos aparatos que incluso lograron en el parlamento local aceptar una ley para prohibir su uso.

En varias partes de Occidente, sobre estas máquinas han surgido artículos de opinión hasta canales de Reddit, pues estas herramientas son atacadas (por su ruido y su impacto en el medio ambiente) y defendidas (por su utilidad para ahorrar tiempo) hasta un punto casi impresionante. Para un escritor del Wall Street Journal, los sopladores de hojas son «la encarnaciónEnlace externo del mal»; para la actriz Cate Blanchett, son una «metáforaEnlace externo de lo que nos pasa como especie».

Mientras tanto, en Suiza, «la herramienta eléctrica más notoria del mundo» (Washington Post) se ha convertido ahora en política. El 28 de septiembre, la ciudadania de Zúrich decidirá sobre una nueva leyEnlace externo: si la aceptan, los sopladores de hojas y aspiradores de gasolina estarán prohibidos en la ciudad y el uso de sus versiones eléctricas, menos ruidosas, se restringirá a los meses más fríos, es decir, de octubre a diciembre – a menos que se conceda una excepción por adelantado.

¿Cómo se ha llegado a esto? Los argumentos en contra son los de siempre: hacen demasiado ruido, levantan polvo, bacterias y «otras partículas peligrosas», dañan la biodiversidad y cada vez se utilizan más no sólo para soplar las hojas -como pretendían sus diseñadores-, sino también basura. En cuanto a las variantes de gas, queman combustibles fósiles para tareas para las que, en opinión del Partido Verde, bastarían «cepillos y rastrillos».

¿Más que una anécdota?

El asunto siguió el habitual y metódico curso político suizo: los círculos políticos de izquierdas del Parlamento de la Ciudad de Zúrich propusieron una prohibición en 2022; el Gobierno redactó una legislación que se debatió, enmendó y aprobó a principios de 2025; y los partidos de derechas lanzaron debidamente un referéndum para dar a la ciudadanía la última palabra.

En resumen, se trata del mismo tipo de procedimiento que ha permitido en el pasado la votación a escala nacional de otras cuestiones inverosímiles, que van desde la absenta hasta los cuernos de las vacas, como puede leer en el siguiente artículo.

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Pero continuemos con el tema de estos aparatos sopladores de hojas caídas y aquí viene la anécdota:

Durante los debates en el Parlamento de la ciudad, un opositor de derechas a la ley blandió un soplador eléctrico de hojas en medio de la cámara, lo que provocó comparacionesEnlace externo con el presidente argentino Javier Milei con su motosierra.

También se han visto comparaciones en directo entre secadores de pelo y sopladores de hojas. En última instancia, la votación ha suscitado un interés mediático inusitado para los asuntos urbanos, y los periodistas se han apresurado a destacar no sólo su peculiar potencial, sino también el significado más amplio de la «guerra de los sopladores de hojas», como la ha calificado Le Temps.

Para el corresponsal del diario francés Le MondeEnlace externo, por ejemplo, la votación es una pequeña batalla de la «guerra cultural» mundial entre una izquierda urbana bienintencionada y la reacción de la derecha. Por su parte, y para ilustrar esta guerra, citaEnlace externo al redactor jefe del periódico Neue Zürcher Zeitung (NZZ), que ha agrupado a los sopladores de hojas, los carnívoros y los conductores de automóviles como objetivos de una «red cada vez más tupida de normas, prohibiciones, expectativas y recomendaciones autoritarias» dictadas por los gobiernos municipales. Lo mismo opina la asociación comercial de Zúrich: en su oposición a la ley, se queja de una «cultura desenfrenada de la prohibición» que es «hostil a las empresas». El tabloide Blick llegó incluso a citar la ley como ejemploEnlace externo de lo que separa la sensibilidad urbana de la rural en Suiza.

No es un caso aislado

Sin embargo, es difícil decir si todo el asunto constituye «una de las polémicas más absurdas» de Zúrich, como tituló recientemente el NZZ.

Las voces partidarias de la normativa se apresuran a señalar que la estrategia de Zúrich con los sopladores de hojas no la convierte en una excepción. La segunda ciudad más grande de Suiza, Ginebra, ya cuenta con normas similares. En EE.UU., más de 100 ciudades han prohibido o restringido el uso de sopladores de hojas de gas; California ha eliminado por completo los equipos de jardinería de gas. En marzo de 2025, en un voto en Winter Park, Florida (de 30.000 habitantes), se revocó una ley que prohibía los sopladores de hojas.

Por otra parte, la cuestión del ruido tampoco es menor. Suiza no es conocida por ser un lugar ruidoso (el Daily Mail incluso afirmó una vez -falsamente- que aquí no está permitido tirar de la cadena después de las 10 de la noche). Pero no todo son tranquilos valles alpinos. Un estudio realizado en 2020 reveló que un millón de personas sufrían contaminación acústica perjudicial cerca de sus casas. Las cifras de quejas por el ruido -especialmente del tráfico- van en aumento, y los riesgos para la salud están «enormemente subestimados», según declaró un experto a la radio pública suiza SRF el año pasado. Por ello, cada vez se imponen más medidas como la reducción del ruido en el asfalto y la prohibición del uso de coches más ruidosos.

El ruido, un tema de votaciones

Tampoco es la primera vez que se celebra en Suiza una votación popular para reducir el ruido. En 2023, por ejemplo, personas recién llegadas a vivir en la ciudad bernesa de Aarwangen se quejaron de que los cencerros no les dejaban dormir por la noche. En respuesta, la ciudadanía aprobó rápidamente una ley que reconocía la presencia histórica y tradicional de los cencerros (y las campanas de las iglesias) en la localidad, «tanto de día como de noche». El caso fue ampliamente considerado como símbolo de zonas rurales que luchan por redefinir su identidad a medida que se expanden y urbanizan.

A nivel nacional, en una votación celebrada en 2008 se planteó si se debía prohibir que los ruidosos aviones de combate del ejército -una fuente recurrente de molestias en Suiza- sobrevolaran zonas turísticas. La idea fue rechazada, pero un análisis posterior a la votación demostró que el principal factor detrás de las decisiones ciudadanas no era el ruido como tal, sino su posición general sobre el ejército suizo. La votación también suscitó polémica cuando resultó que había otros intereses en juego: Franz Weber, cuya fundación puso en marcha la iniciativa, era propietario de un hotel en la localidad turística de Meiringen, junto a una base aérea militar.

Más recientemente, los fuegos artificiales han entrado en el punto de mira de la democracia directa. Después de que el año pasado se presentara una iniciativa popular para prohibir la venta de cohetes y petardos de gran potencia, el pueblo podrá pronunciarse sobre el tema en los próximos años; el Parlamento está debatiendo actualmente la cuestión.

Editado por Marc Leutenegger en su versión inglesa y adaptado al español por Patricia Islas

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