Gloria del cine chileno en Piazza Grande
Una de las películas de América Latina con mayor repercusión internacional en lo que va del 2013, ‘Gloria’ es la única producción actual de esa región del Nuevo Mundo proyectada en el mítico escenario a cielo abierto, durante los once días de esta 66 edición.
El film, del joven director chileno Sebastián Lelio, recibió en febrero pasado el premio a la mejor producción extranjera en la Berlinale, y su protagonista, Paulina García, obtuvo el Oso de Plata por la mejor interpretación femenina.
Madre de dos hijos ya adultos y divorciada desde hace tiempo, la estrella principal se confronta a la creciente soledad personal. Espíritu abierto y vivaz, Gloria estructura su vida entre las actividades profesionales y las fiestas nocturnas y diversiones ocasionales, lo que la empuja a vacíos afectivos y decepciones amorosas.
El encuentro con Rodolfo, de 65 años y quien acaba de vivir una ruptura emocional, pareciera ofrecerle la posibilidad de un reinicio sentimental que, sin embargo, no va a prosperar. El telón cae con Gloria en una fiesta –tal como al inicio-, pero transformada interiormente, más adulta y más libre…
Los retos de la soledad
“Fue un rol con algunos planos particularmente difíciles”, explica Paulina García a swissinfo.ch. En particular , cuando “debía protagonizar los momentos en solitario, ya que no es simple asegurar la naturalidad en la soledad y cuando no hay drama pero tampoco se acepta un deambular insípido”.
Tampoco le fueron fáciles las escenas de relaciones sexuales “ya que a pesar de mi larga experiencia en el teatro, no es sencillo descubrir su cuerpo ante las cámaras”. Subraya la importancia de que “que la desnudez no se transformara en un cinturón de castidad de la creatividad o en una armadura que escondiera la verdad”.
Desde la presentación y los premios en Berlín hasta ahora, “me he dedicado a vivir los momentos de felicidad que este éxito profesional nos ha aportado, de digerirlo, y de gestionar lo mejor posible también las nuevas exigencias: sean los largos y continuos viajes, las múltiples presentaciones públicas o la mirada atenta de gente que en los lugares más remotos logra descubrirme e identificarme como el personaje central de ese film que tanto ha gustado y que sigue haciendo hablar de él”.
Éxito y retorno a Locarno
Luego de su estreno en Berlín, en febrero del 2013, Gloria fue proyectada en mayo en Chile con gran éxito e incluso fue presentada en el marco de programas de política y actualidad. Allá continua en cartelera. En agosto salió en las salas de Alemania y próximamente será difundida en diversos festivales y distribuida en más de 45 países, explica a swissinfo.ch Sebastián Lelio.
Conocido del público suizo por su largometraje anterior, El año del tigre, que participó en la competición internacional de Locarno 2011 en la que ganó el premio del Jurado de Jóvenes.
“Estoy muy emocionado de regresar aquí, uno de esos festivales donde como realizador, actor o espectador cualquiera quiere estar, ya que es un espacio cinematográfico potente”, enfatiza. “En Chile -reflexiona comparativamente-, mi película anterior la vieron en total unos ocho mil espectadores. La misma cantidad que en una noche vieron Gloria en la Plaza Grande de Locarno”.
Y no es casualidad que en el calor del diálogo sus dos últimos largometrajes de entrelacen en recuerdos y valoraciones. “A pesar de ser dos obras muy distintas, tienen mucho de cercanía…son casi productos complementarios”, comenta. “Gloria no hubiera podido existir si no hubiera sido por la negrura humana de El año del tigre, después del cual me propuse hacer un film lleno de vida. Una suerte de celebración de la vida, de un canto a la existencia, que llegara a mayores audiencias y a públicos trasversales”.
“Estoy muy sorprendido y muy satisfecho por haber logrado esta sinergia con el público. A donde vamos, la película comunica, conecta”, puntualiza Lelio.
Atribuye esa reacción al hecho de que seguramente mucha gente se ve reflejada en lo que vive Gloria, en sus reflexiones, preocupaciones, vivencias propias de todo el que se aproxima a los sesenta años, “en sociedades modernas donde esa edad ya no es más sinónimo de vejez, sino de inicio de otras nuevas etapas de plenitud”.
Paulina-Gloria, mujer-protagonista
A sus 53 años, la Paulina García real, encarna en la pantalla a Gloria, de 58.
De actriz y directora de teatro, llegó al cine y conquistó, con soltura, naturalidad y autoridad propia, el gran premio a la actuación femenina en Berlín en febrero 2013.
Se pasea por Locarno y conmueve al público y a la prensa especializada. “Mi hoy es un torbellino que se llama Gloria y en el que estoy dentro desde hace seis meses, sin casi poder salir, con cambios profesionales, en las prioridades diarias, incluso en la forma en que algunos de mis colegas me perciben”.
“Nunca he pensado que mi rol pueda llevarme a ser “embajadora” de la mujer chilena, aunque ciertas reacciones admirativas de gente que ha visto la película, sobre todo lejos de mi país, no dejan de sorprenderme…” .
Por suerte, precisa, “no todo es terremoto. Vivo en mi misma casa; duermo en la misma cama; tengo la misma familia de siempre; mantengo mis relaciones laborales y mis trabajos. Y pienso no abandonar nunca el teatro”.
End of insertionUn nuevo cine en un nuevo Chile
En dos escenas, la protagonista conecta su vida con la realidad social de su país: cuando participa espontáneamente en un “cacerolazo” (protesta ciudadana) y al deambular en medio de una movilización estudiantil.
¿Película puramente existencial o reflejo de una realidad nacional?, preguntamos. “No hay film que no sea político y en este caso quería acercar la lucha personal de Gloria por ser escuchada, respetada y vista, a las movilizaciones de la sociedad chilena por sus propios derechos. Son dos expresiones de una misma conciencia”, anota Sebastián Lelio.
Para él, el cine chileno vive “un momento brillante como resultado de un trabajo de años. Un progreso muy construido, natural, paso a paso, que se empieza a ver a mediados de la década pasada, con una generación que cambia las formas expresivas, modificando la forma de jugar con el cine, y por ende, los contenidos. Se cambia la ética y se modifica la estética”.
El joven realizador asocia ese novísimo cine chileno -que surge por generación espontánea-, a un proceso histórico social. “En cierta manera, el nuevo cine aparece solo cuando la sociedad lo requiere, en coincidencia con el fin de los años de dictadura pinochetista y la reconstrucción de una nueva forma de participación democrática. Este cine es el resultado de veinte años de democracia”, concluye.

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