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Suiza, una nación de cooperativas

Freidorf de Basilea: pueblo modelo entre capitalismo y comunismo

Profesor con su clase en Freidorf. imagen en blaco y negro.
Profesor con sus alumnos en Freidorf. Staatsarchiv BL

Hace cien años, la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) elogió Freidorf, un asentamiento en la frontera entre la lucha de clases y el mercado: una tercera vía a encontrar en el trabajo, la convivencia y el consumo; un lugar ubicado en perfecto equilibrio entre la utopía y el control pequeñoburgués.

Las celebraciones para la colocación de la piedra conmemorativa, reunieron en 1921 a personas procedentes de una veintena de países en las afueras de Basilea. Entre los asistentes se encontraban el presidente de la Confederación Suiza y el presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Este último, el holandés G.J.D.C Goedhart, afirmó frente a la multitud que la escasez de viviendas era un problema mundial.  El “recuerdo de este día (…) infunde nuevos ánimos a los delegados” en la convicción de que el movimiento cooperativo es el camino indicado “para mejorar la situación de la humanidad”.

Con la inauguración del monumento (una escultura piramidal), residentes e invitados internacionales celebraron en ‘Freidorf’ a fines de agosto de 1921. Con las 150 casas construidas en el “jardín verde” en las afueras de Basilea no solamente se pretendía crear una comunidad arquitectónica con visión de futuro, sino también sentar las bases de un nuevo orden social. Los creadores y promotores apuntaban nada menos que a un nuevo modelo de sociedad.

Niños y adultos haciendo gimnasia.
Fueran grandes o pequeños, la gimnasia se hacía en conjunto en la plaza de la cooperativa. Archiv Siedlungsgenossenschaft Freidorf

Los 600 residentes recién mudados pagaban alquileres bajos por casas cómodas y podían cultivar frutas y verduras en sus jardines. Sin embargo, el complejo residencial no pretendía resolver solo el problema de la vivienda, sino que apuntaba a fortalecer la convivencia y la cooperación más allá de su propia puerta.

Una vida al servicio de la comunidad

Se suponía que los que se mudaban no tenían que ser perfectos. Los fundadores no querían hacer de Freidorf un lugar para “gente modelo”. Lo que se requería era que “participen en las actividades de la comunidad, trabajando así en su mejoramiento”, como se podía leer en el Informe Anual de 1922. Todos los residentes estaban obligados a colaborar en los comités, que entre otras cosas gestionaban la tienda comunitaria. En la cooperativa, a las mujeres se les asignaba un papel tradicional: organizadas en grupos de atención, cuidaban de los ancianos y los enfermos.

Los niños y niñas asistían a la propia escuela de Freidorf, que se organizó de acuerdo con las ideas de la reforma educativa de Johann Heinrich Pestalozzi. También tenían una función de control social: semana tras semana, los pequeños del asentamiento recaudaban la contribución para el fondo de pensiones de los residentes. ¿Quién negaría a un niño su contribución? La cooperativa hizo un trabajo pionero allí: el Estado suizo solo introdujo la provisión de jubilación décadas después.

Mujeres trabajando en Freidorf.
Mujeres trabajando en Freidorf. Staatsarchiv BL

Como la primera “cooperativa plena” de Suiza, Freidorf abarcaría todos los ámbitos de la vida.  No solamente el trabajo voluntario y la seguridad social eran obligatorios, sino que las compras también eran un asunto de la comunidad: cualquiera que se mudara a Freidorf tenía que comprar en la tienda cooperativa del asentamiento a partir de ese momento. Los residentes pagaban con “dinero de Freidorf”, y cuando cambiaban francos suizos por moneda local al tipo de cambio de uno a uno, la transacción quedaba documentada.

De este modo, la cooperativa siempre tenía a la vista quién compraba qué y quién podía tener derecho a un reembolso a final de año. Asimismo, vigilaba a quienes despertaban sospechas por sus escasas compras. “Algunas familias pensaron que sería mejor cubrir sus necesidades de carne con los llamados carniceros de campo de la zona”, denunciaba el informe anual de 1924. La situación se repite para la ropa y el calzado. Si toleramos esta tendencia, se convertirá en un derecho consuetudinario, por lo que hay que prestar la “máxima atención” a este aspecto del “cumplimiento de los deberes” de los cooperativistas.

Los que seguían un estilo de vida vegetariano tenían que convencer al comité. Sin justificación no se podía continuar porque las compras eran asunto de todos. Por otra parte, la vivienda era muy barata en los primeros años: de 1921 a 1924 cada familia recibió una media de 200 francos de la recaudación de la tienda Freidorf. Por una vivienda de cuatro habitaciones, los cooperativistas pagaban un alquiler anual de 850 francos.

Interior de una tienda.
Tienda de la cooperativa Freidorf, 1924. Archiv Siedlungsgenossenschaft Freidorf

“Todo lo que se hace por la cooperativa también te beneficia”, recordaba el “semanario” Freidorf en los primeros años de su fundación. Los socios no solamente tenían el deber de realizar sus compras en la cooperativa, sino que también debían “hacer publicidad entre amigos y conocidos”. Como recompensa, los socios de la cooperativa “obtendrían beneficios materiales inmediatos”, además de “esa satisfacción interior” que “provoca el deber cumplido”.

Entre la pequeña burguesía y el comunismo

Para mantener a sus familias, los hombres trabajaban en una empresa del movimiento cooperativo. Entre los primeros residentes de Freidorf había tanto jefes de empresa como trabajadores de la fábrica. Las diferencias de clase no debían ser un problema. La ideología del movimiento cooperativo pretendía ser la tercera vía, un rasgo de unión entre el capitalismo y el socialismo.

Los miembros más extremos despreciaban la propiedad y la riqueza sin trabajo. Aunque se distanciaban abiertamente de la prosperidad heredada, no cuestionaban la propiedad como tal ni estaban dispuestos a participar en una lucha de clases. Jefes y obreros colaboraban así en el mismo proyecto, que prometía una vida mejor para todos.

Sin embargo, a un grupo de visitantes de Zúrich, en 1921, le pareció “comunismo en el verdadero sentido de la palabra”. Pero a los comunistas suizos eso no les gustó nada: su periódico Vorwärts llamó a Freidorf una “colonia de conejillos de indias” en la que “se puede mantener la subordinación”.

Unos años más tarde, en 1925, el arquitecto Hannes Meyer, que había concebido Freidorf, escribió que para “la burguesía” el asentamiento era un “antro rojo”, pero al mismo tiempo “no era suficiente para los prosoviéticos”. Más tarde, convertido en comunista, tomó las riendas de la famosa academia Bauhaus en 1928 y emigró a Moscú en 1930. Tiempo después, el propio Meyer se mostró crítico con Freidorf y lo calificó de pequeñoburgués.

Edmund Schulthess, presidente liberal radical de la Confederación, que tomó la palabra espontáneamente como orador “no programado” durante las celebraciones de apertura en agosto de 1921, dijo que estaba entusiasmado y completamente embelesado por el “espíritu de cooperación” que había experimentado ese día. “En nombre de la Confederación” agradeció a todos los colonos que “no les mueve otra intención que la de servir a sus vecinos en interés de la comunidad”.

Muchedumbre en ceremonia inaugural con espectáculo infantil.
Inauguración en 1921 con invitados internacionales. Archiv Siedlungsgenossenschaft Freidorf

Freidorf nunca gozará de tanto honor nacional e internacional como en agosto de 1921. La presencia del presidente de la Confederación fue duramente criticada por la prensa local de derecha. Se decía que el Consejo Federal (Gobierno) había “apadrinado” a la “camarilla popular de los buenos tiempos” en lugar de ocuparse esencialmente de la escasez de viviendas. Incluso los que quieren vivir solos deberían poder hacerlo en condiciones tan favorables. Para el Basler Bürger- und Gewerbeblatt, Freidorf no era más que una forma de evadir impuestos.

Adiós a la utopía

Mientras que a principios del siglo XX el movimiento cooperativo suizo se situaba entre los campos políticos, económicamente se convirtió en una potencia independiente. Entre 1912 y 1922, sus empresas duplicaron su volumen de negocio hasta alcanzar casi 400 millones de francos. Mientras tanto, estalló la Primera Guerra Mundial.

Al final del conflicto, las empresas organizadas en cooperativas consiguieron posicionarse bien. En 1919, Suiza introdujo por primera vez un impuesto federal, el “impuesto extraordinario de guerra”. Los proyectos de vivienda social eran una oportunidad para ahorrar en este impuesto. En efecto, Freidorf redujo la carga fiscal de la asociación de empresas cooperativas.

La pregunta de si Freidorf se habría construido de todos modos sigue sin respuesta. Aún hoy, la piedra conmemorativa dice: “En los tumultuosos años de 1919, 1920 y 1921, la unión de asociaciones de consumidores suizos creó este asentamiento en Freidorf, un refugio de amor al prójimo, paz y libertad”.

Hasta hoy, los miembros que viven en Freidorf pagan rentas bajas. Se considera el complejo residencial más importante del periodo de entreguerras en Suiza. Desde su fundación, la convivencia ha ido cambiando a lo largo de los años, alineándose gradualmente con el deseo de quienes “desean vivir solos”.

La moneda de Freidorf se abolió en la década de 1940 y la tienda cerró sus puertas en los sesenta. Con el paso de los años, las empresas cooperativas politizadas se convirtieron en la empresa Coop, que hoy controla más de un tercio del comercio minorista en Suiza.

Adaptado del italiano por Norma Domínguez

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