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Lausana quiere una sala de inyección

Un centro de distribución de jeringuillas en Zúrich. Keystone

La ciudad suiza quiere abrir un centro para los toxicómanos análogo a los que ya existen en Ginebra y en la Suiza de expresión alemana.

El Legislativo municipal aprobó este martes una moción, respaldada por la izquierda, que solicita la creación de una sala de inyección en la región.

El proyecto fue aprobado por 49 votos a favor frente a 30 en contra tras un encendido debate. Cuenta con el respaldo de la izquierda (mayoritaria en el Legislativo), mientras que gran parte de la derecha, más reticente, se opone alegando que estos centros pueden conducir a una ‘banalización de la toxicomanía’.

El ‘Fixerstübli’ (término del dialecto suizo alemán con el que se designan los centros que existen ya en la Suiza de habla alemana) costará entre 1 y 2 millones de francos al año. Para hacer frente a los costes es probable que la ciudad de Lausana tenga que recurrir a las autoridades del cantón.

Aún así la creación del local sigue en suspenso, debido a diferentes interrogantes que lo rodean. La moción será sometida ahora al Ejecutivo municipal que tendrá la misión de elaborar un plan concreto. Una vez adoptado, el proyecto podría ser denegado por la vía del referéndum.

Los partidos de la derecha, muy reticentes, temen sobre todo una ‘banalización de la toxicomanía’. “Esta no es una manera de dar buen ejemplo. Es una cuestión de ética y moral”, explica Nicole Grin, miembro del Partido Liberal.

Lugar de consumo, pero no de suministro

La idea de crear un local de inyección en Lausana no es nueva. El asunto fue objeto de debate hace tres año, pero fracasó ante la falta de apoyo económico por parte del cantón de Vaud. Entre tanto, el proyecto ha regresado a la agenda política impulsado por los diputados socialistas.

Cabe señalar que en Suiza la política nacional en materia de droga se basa en cuatro pilares: prevención, reducción de riesgos, terapia y represión. “La sala de inyección nos permite aportar la pieza que falta, la reducción de riesgos”, puntualiza el socialista Fabrice Ghelfi.

La sala de inyección tiene un doble objetivo: reducir los riesgos de contagio del virus del sida (VIH) o de la hepatitis, así como ofrecer a los toxicómanos un marco médicosocial que les facilite el acceso a una red de cuidados. El objetivo final, no obstante, sigue siendo la abstinencia.

Además, el centro servirá de lugar de consumo y no de suministro de droga, apunta la diputada municipal Diane Gilliard (Partido Obrero Popular, izquierda). “Queremos ofrecer a los toxicómanos un espacio limpio, acondicionado y provisto de personal cualificado”.

Diferencias regionales

Ocho ciudades suizas disponen hoy de salas de inyección: Berna, que fue pionera, abrió la primera en 1986. Zúrich, Basilea, Biel, Olten, Schaffhausen y Solothurn siguieron el ejemplo. Ginebra, en cambio, es la única ciudad de la Suiza de expresión francesa que posee una desde el año 2001: el ‘Quai 9’.

No se conocen exactamente las razones que explican esta diferencia entre las dos principales regiones lingüísticas de Suiza. “Quizás resida en una diferencia cultural”, opina Markus Jann, de la Oficina Federal de Salud Pública. “La cercanía geográfica de Francia, país que defiende una política más bien represiva en este ámbito, tiene probablemente mucho que ver”.

En la Suiza germanófona sólo las grandes ciudades poseen salas de inyección, agrega. Los proyectos análogos han fracasado en las ciudades menores. Por ello hay que hablar de una brecha entre los centros urbanos y las zonas rurales, indica Markus Jann.

Daniel Kübler, politólogo de la Universidad de Zúrich, descarta las diferencias culturales. En su opinión, los denominado ‘escenarios abiertos de la droga’ a fines de los años 80, especialmente en la estación Letten (Zúrich) o el parque Kocherpark (Berna), allanaron el terreno en la región germanófona del país.

En la Suiza francófona, donde los cantones exportaron sus problemas a Berna y Zúrich, no se vivió esa presión. Esta explicación es válida también para ciudades como Winterthur (cantón de Zúrich) y Thun (cantón de Berna), donde en los últimos tres lustros han fracasado todos los proyectos de esa índole.

swissinfo y agencias

El Consejo municipal de Lausana aprobó este martes por 49 frente a 30 votos una moción que pide la creación de una sala de inyección.

La moción pasará al Ejecutivo, encargado de elaborar un proyecto.

Una vez adoptado, éste puede ser sometido a referéndum.

La sala de inyección está concebida únicamente como lugar de consumo y quiere reducir los riesgos de contagio del VIH o de la hepatitis, y ofrecer a los toxicómanos un marco médicosocial, aunque su objetivo final es la abstinencia.

Ocho ciudades suizas disponen hoy de salas de inyección: Berna, pionera, abrió la primera en 1986; luego se sumaron Zúrich, Basilea, Biel, Olten, Schaffhausen y Solothurn. En la Suiza francófona, sólo Ginebra tiene un centro análogo, el ‘Quai 9’, creado en el 2001.

La política suiza en materia de droga se basa en cuatro pilares: prevención, reducción de riesgos, terapia y represión.

En su informe anual, la ONU suele criticar regularmente a Suiza por su política liberal en materia de droga.

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