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Una suiza que “tiene duende”

El salero de Nina Corti con esencias también de su cultura centroeuropea. ninacorti.com

Es Nina Corti, quien define al flamenco como "un manojo de sentimientos que dan vida a las ideas y al alma".

swissinfo la encontró en un recital en Verscio, en el Tesino. La bailarina, en su “soirée espagnole”, estuvo acompañada del piano, el violín y el violonchelo con música de Béla Bartók y Arcangelo Corelli.

“Es una inspiración del flamenco”: así define el propio arte la “bailaora” menos típica y más conocida de Suiza, Nina Corti, nacida en Zúrich. Es hija de un concertista, intérprete de la viola en la Orquesta Tonhalle de Zúrich.

Naturalmente Nina estudió ballet clásico y moderno, pero un buen día se dio de bruces con el flamenco y quedó deslumbrada: eso era precisamente lo que ella quería bailar.

Esta antigua danza, originaria del mundo nómada de los gitanos andaluces no le dio tregua, como ella misma ha dicho en alguna ocasión: “no había otra forma artística que me ofreciera tantas posibilidades de expresarme”.

Así las cosas, la chica suiza se fue a Sevilla y a Madrid, a estudiar flamenco con los mejores maestros, “bailaores” de la talla de Ciro, Merché Esmeralda, Paco Fernández.

“Busco la contaminación del flamenco”

“No me considero una ‘bailaora'”, dice Nina a swissinfo, en ocasión, hace unos días, de su recital en Verscio, cantón Tesino, en el teatro Dimitri transformado en “tablao”, y añade:

“No siendo española, siento esta música de otra manera. Mi cultura es centroeuropea, lo que me lleva a interpretar el flamenco a mi modo, con influencias de la danza clásica y del jazz. Yo transformo también la coreografía y el vestuario; busco la contaminación del flamenco con otros géneros y que todo ello se refleje en mi baile”.

Nina puede presentarse en el escenario con mantilla, faldas dobles con cola y castañuelas (de las que por cierto es consumada intérprete), o con abanico, mantón de Manila, y así “está en su sitio”. Pero luego la vemos aparecer metida en un par de vaqueros desteñidos, blusa sencilla y cabello suelto, como para decirnos que el flamenco es una cosa de todos los días, algo que vive, que respira con ella.

Y es que Nina es una suiza con duende, para usar un término tan andaluz como el flamenco, cuando baila con esa gracia, esa alegría; con la picardía de la mujer que sabe seducir con salero y con donaire.

Quizás le falte una cierta altivez, un grano de sal del descaro algo insolente que bien escenifican las “bailaoras” andaluzas. Sin embargo, Nina remedia a esa falta con la ironía, el despegue, el toque juguetón que le pone a su danza. Y con una dulzura muy suya.

Esas características, opina ella, se las dan la distancia física y psicológica, y la pertenencia a otra cultura. Y especifica: “No se puede copiar, ni hacer las cosas de cualquier manera, sino expresarse según lo que se es. El hecho de ser suiza y de no vivir en España me da una libertad que quizás las intérpretes oriundas españolas no poseen”.

El sentimiento gitano

Nina Corti pertenece a una familia con raíces italianas, rusas y polacas, aunque los españoles siempre la han aceptado como una gitana más, como una hija de Andalucía. Y es que ella se ha reconocido siempre en el sentimiento gitano que el baile le trasmite. Lo explica a swissinfo:

“El flamenco no tiene fronteras, ofrece grandes posibilidades de creación y de interpretación. Para bailarlo se necesitan autodisciplina y técnica por un lado, y dotes rítmicas e intuición, por otro”.

Los elementos novedosos que Nina Corti ha introducido en esta danza, más allá del hecho de bailar “en jeans” o vestida de calle, como también hacen otros bailarines -como por ejemplo la compañía de la famosa coreógrafa de Nueva York, Pina Bauch-, son elementos que tienen que ver con los instrumentos musicales que acompañan su baile: ella no se limita a la guitarra, el cajón y las castañuelas, sino que incluye, por ejemplo, la flauta travesina, el saxofón, el contrabajo, el violín y la viola.

La influencia “mora” en España

Si bien Nina ha bailado con los conjuntos tradicionales de Pepe Habichuela, con Manitas de Plata y Pepe Justicia, también ha sabido salirse del flamenco tradicional para acompañarse con algunas de las orquestas sinfónicas más famosas de Europa, como la Filarmónica de Viena, la de Leipzig, o la de Dresde.

La Corti ha pisado escenarios en toda Europa, Asia y África, además de haber actuado con cantantes de la envergadura de José Carreras y Maxim Vengerov. La música elegida no incluye solo autores influenciados por el flamenco, como Manuel de Falla, Isaac Albéniz, o Georges Bizet, sino también clásicos barrocos como Arcanuelo Corelli o contemporáneos “difíciles” como Béla Bartók.

Nina es también profesora invitada de danza flamenca. Ha formado parte en seminarios en la Swiss Professional Ballet School de Heinz Spoerli, en Zúrich, en la Palucca-School de Dresde, la Vienna Dance Week, o la Summer Academy of Dance de Colonia, entre otros, donde suele impartir lecciones de danza, coreografía y técnica de castañuelas, además de ser presidenta de la “Pro Tanz”, una organización de ayuda a los artistas de escena de la “free dance” suiza.

“Me siento dichosa de haber participado, junto a músicos de todo el mundo, a la transformación del flamenco”, afirma.

“Cantos de alegría y de dolor”

De la actualidad del flamenco, pasamos a hablar de la cultura en España, que a ella le parece “fenomenal, impresionante, llena de influencias ‘moras’ que siempre se renuevan, nunca aburren y se ven en la música, en la moda, en todas las artes, como el cine, por ejemplo, en las películas de Saura y de Almodóvar”.

Nina se emociona con el tema del flamenco: “El ritmo es provocación, una llamada a la participación, una energía radiante despedida por la música y la danza… provoca serenidad o tensión en el corazón humano… el flamenco es un manojo de sentimientos que dan vida a las ideas y al alma”.

Está consciente de su diferencia: “No he nacido gitana, pero he escuchado las historias gitanas de vida y de muerte en la lengua de la danza, por eso mis movimientos son cantos de alegría y de dolor”.

Nos despedimos de Nina Corti pensando que esta suiza gitana sí que “tiene duende”, ¡cómo no!

swissinfo, Lupita Avilés

Estilo musical y danza típicos de Andalucía, pertenece al pueblo nómada de los gitanos andaluces y sus orígenes son árabes y hebreos.

El origen de la palabra es incierta, pero el investigador español Blas Infante opina que la palabra “flamenco” deriva del mozárabe “Fellahmengu”, que quiere decir: campesino sin tierra.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el flamenco llegó a ser conocido en todo el mundo. Creció en los bajos fondos de la sociedad, por lo que necesitó de la influencia de escritores y artistas para ser aceptado.

No fué sino hasta 1980 que el flamenco fué incluido como materia de estudio en los conservatorios españoles.

El flamenco nace pues como expresión popular, antes de llegar a los palcos de los teatros y a los conciertos rock se le ha podido admirar en las fiestas familiares, en los “tablaos” y teatros populares.

En los últimos años, el flamenco se ha contaminado con otros géneros musicales, como el jazz, el pop y el rap.

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