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El lobo, un inquilino que llegó para quedarse

Su reaparición alegra a unos e inquieta a otros. Keystone

La migración espontánea de ejemplares de Francia e Italia pone a girar a la Confederación, cantones, cazadores y criadores, que buscan medidas para su cohabitación con los humanos.

Los productores de ovinos exigen flexibilidad para diezmarlos si matan a sus animales; pero 74% de los suizos celebra su llegada.

El ganado ovino y caprino doméstico ha sido siempre generoso con el hombre. Le provee lana, carne, leche, cuero e incluso, estiércol utilizable como combustible.

A cambio, le pide poco. Los llamados “animales de renta” se alimentan de pastura, se adaptan fácilmente a diversos entornos, se reproducen con facilidad y su instinto gregario facilita su conducción y crianza.

Pero, desafortunadamente, no son los únicos “todo terreno” capaces de integrarse a ambientes diversos.

El lobo, depredador natural y legendario de los borregos, corderos y cabras, regresó a la escena en el siglo XXI con toda la intención de quedarse.

Y ahora mismo en Suiza existe evidencia de al menos un veintena de lobos que habitan los cantones de Valais, Los Grisones, el Tesino y Berna, y su presencia provoca acaloradas discusiones entre criadores, gobierno, cantones y defensores de animales.

Los helvéticos, por su parte, apoyan en tres de cada cuatro casos la reintegración del lobo a Suiza, según un sondeo realizado en diciembre pasado por el WWF entre 1.086 habitantes de entre 18 y 74 años.

Un siglo de retirada

El lobo desapareció de Suiza en la segunda mitad del siglo XIX.
Para ser exactos, los últimos fueron observados en el Jura en 1890. Y debió pasar un siglo completo antes de que reaparecieran en escena.

En 1995, la presencia de cuatro lobos fue registrada en Los Grisones. El 11 de marzo de 2001, en Grimsel un cazador descubrió accidentalmente a una pareja de lobos; fenómeno que se repitió en 2002 en el valle de Lauterbrunnen.

Y para prevenir, el 21 de julio de 2004 la Oficina Federal de Medio Ambiente de Suiza echó a andar el Concepto Lobo Suizo, que establece reglas que permitan la coexistencia entre el lobo y el entorno humano.

Las más relevantes:

Está prohibido matarlos, serán indemnizados por el gobierno y los cantones aquellos criadores que pierdan alguno de sus animales a causa del ataque de un lobo; serán asesorados y se les facilitarán perros guardianes entrenados para el resguardo; y se les permitirá aniquilar a un lobo sólo en caso de que haya matado a 25 de sus animales en un mes, o a 35 de ellos en un periodo inferior a 4 meses.

Las medidas no dejaron satisfechos del todo a los criadores de ovinos, los principales afectados, pero fueron recibidas en su momento como una señal de buena voluntad ante un problema que era –aún- más teórico que práctico.

En pleno retorno

El 2006, sin embargo, se abrió la caja de Pandora.

El lobo disfruta en toda Suiza, la Unión Europea y otra treintena de países del mundo, el estatus de “especie estrictamente protegida” debido a la Declaración de Berna de 1979, que fue signada en su momento para prevenir la extinción de este cánido.

Sin embargo, a partir del año pasado su presencia es evidente en Europa.

En Suiza, el 22.03, un lobo fue atropellado por un tren en Gsteigwiler; y el 27.11, otro más mató ocho borregos en Pohlern. Los análisis de ADN practicados dejaron claro que se trata de lobos de origen italiano.

Y tras la embestida de noviembre, representantes de la Confederación Helvética, los cantones y los criadores de ganado ovino se reunieron para tomar cartas en el asunto.

De entrada, la Confederación se comprometió a reforzar la asesoría a los criadores y también a facilitarles más perros de guardia. Y el cantón de Berna se dio a la tarea de preparar una estrategia para que el lobo pueda convivir de nuevo con la actividad humana sin contrariarla (sus conclusiones serán presentadas a finales de enero).

Asimismo, se solicitó a la Unión Europea (UE) cambiar el estatus de “especie estrictamente protegida” por el de “especie protegida”, demanda que rechazó Estrasburgo hace dos semanas, decisión que celebraron las asociaciones

Los productores enfurecidos

La Federación Suiza de Crianza Ovina no se anda con rodeos. El 15.12 expresó claramente su posición con respecto al resurgimiento del lobo en territorio helvético.

A su juicio, los lobos que ataquen a los animales de renta deben poder ser exterminados sin limitaciones, aunque se trate de una especie estrictamente protegida.

Son animales de rapiña y eso no debe perderse de vista, opina la Federación.

A su juicio, las restricciones que impone el Concepto Lobo Suizo, es decir, actuar sólo si un lobo diezma a 25 animales en un mes o 35 en un lapso de cuatro meses, es absurdo.

Especialmente porque los productores de ganado ovino también son una especie en extinción en Suiza.

Actualmente, existen sólo 9.000 criadores en todo el territorio helvético y son propietarios de apenas 40 cabezas cada uno, lo que los hace especialmente vulnerables al resurgimiento del lobo. Por lo cual, su reaparición representa para ellos la gota que derrama el vaso.

Realidad del sector ovino

En Suiza, después de iniciada la II Guerra Mundial, la recolección, selección, almacenamiento y comercialización de la lana producida por borregos suizos era estratégica. La Confederación Helvética la subvencionaba para asegurar el abasto nacional de lana.

Hoy, su realidad es muy distinta.

Se trata de un sector productivo muy pequeño, tanto que apenas pinta en las estadísticas económicas del país. Los criadores además de tener pocos animales, poseen razas diversas, y enfrentan costos elevados para producir lana porque en terreno montañoso las razas tienen menos pelaje.

Durante décadas, la Federación Suiza de Crianza Ovina fue la encargada de administrar la llamada Central Suiza de Lana, responsable de comprar a los pequeños productores su lana para luego seleccionarla y venderla en las mejores condiciones posibles.

Beneficio que terminó en el año 2004, y que se suma a que la lana no tiene ningún tratamiento aduanero preferencial, por lo que se enfrenta a la encarnizada lucha del mercado mundial.

Conclusión: cada vez hay menos productores, cada vez les interesa menos la producción de lana; y su posición es especialmente vulnerable de hace dos años a la fecha.

De cara al futuro

Los lobos comienzan a formar jaurías en los Alpes, situación que presiona al gobierno y criadores para revisar el Concepto Lobo Suizo.

Actualmente existe una docena que provienen del territorio de Piamonte, en Italia, y también del Parque Nacional de Mercantour, en el sudeste francés, pero crecerán exponencialmente durante la próxima década.

Durante los últimos meses se han observado lobos en diversas regiones del Valais, tras la muerte de una loba en el valle de Conche y de un lobo en Valais, se supone que al menos dos lobas podrían haberse establecido en este cantón, lo que implica la creación de nuevas jaurías en los Alpes suizos.

Y ante el nuevo entorno, y la negativa de Estrasburgo a flexibilizar la protección a los cánidos, Suiza tendrá que reevaluar y buscar medidas alternas en 2007.

swissinfo/Andrea Ornelas

La Convención de Berna (1979) otorgó al lobo el estatus de especie “estrictamente protegida” en el mundo.

Suiza solicitó a la Unión Europea (UE) modificar el estatus del lobo para quitarle la calidad de “estrictamente” protegido.

En sesión anual del Comité Permanente de la Convención de Berna, Estrasburgo se negó (22.11), y dijo que es posible enfrentar los problemas ligados a la llegada del lobo a Suiza y su cohabitación con el hombre.

El último ataque mortal registrado de un lobo al hombre en Europa tuvo lugar en España en 1975, y cegó la vida de cuatro menores de edad, más vulnerables ante el cánido que los adultos, a los que difícilmente atacará si no le agreden directamente.

La Confederación Helvética canalizó 20 millones de francos suizos para incentivar la producción de ganado bovino, caprino, ovino y porcino en 2006.

Los incentivos para el ganado ovino fueron de sólo 1 millón de francos, y para el caprino de 845.000 francos.

Los apoyos para salvaguardar especies en extinción sumaron 1,1 millones de francos.

Los 17 proyectos financiados incluían especies como ovinos de Appenzell, Nera, Verzasca, Paon, especies como la Cuello Negro y los borregos de la Engadina.

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