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“El mundo no puede ignorar lo que ocurre en Nigeria”

Medinat Malefakis mira a la cámara para una foto retrato.
¿Por qué son importantes estas elecciones en Nigeria? Medinat Malefakis contesta a esta pregunta como científica y ciudadana que vive en la diáspora suiza. ©carlopisani

Medinat Malefakis es experta en seguridad, terrorismo y procesos de paz y enseña en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. En entrevista con SWI swissinfo.ch, nos explica por qué las elecciones de finales de febrero en Nigeria tienen tanta importancia para la gente joven, las mujeres y la población en las regiones afectadas por la inestabilidad. Pero en estas elecciones también depositan sus esperanzas los 17 millones de nigerianos y nigerianas que, al igual que Malefakis, viven en la diáspora.  

SWI swissinfo.ch: El 25 de febrero, los nigerianos eligen un nuevo parlamento y un nuevo presidente. ¿Qué hay en juego en estas elecciones?

Medinat Malefakis: Hay mucho en juego para todos los nigerios y nigerianas. Los intereses étnicos y religiosos influyen en cada elección. Y en estos comicios hay que destacar el elevado número de votantes registrados: son 93 millones de personas en una población de 206 millones. Son casi nueve millones más que en los últimos comicios. Están en juego el apoderamiento y la participación, especialmente para la gente joven. 

¿Qué quiere decir con apoderamiento?

Casi la mitad de la población nigeriana es joven, lo cual contrasta con una sociedad particularmente gerontocrática; y eso en todos los sentidos: de todos se espera que respeten y escuchen a la gente mayor, también en el ámbito de la política. Los jóvenes no están llamados a ocupar puestos de responsabilidad. En los últimos años, esta situación ha creado muchas tensiones. La gente joven está a la expectativa de si estas elecciones van a cambiar la situación. ¿Habrá un cambio de poder que respalda a la juventud? 

¿Existe una posibilidad para que esto suceda?

Eso cambiará. En números, los jóvenes ya tienen ventaja sobre los mayores: alrededor de 37 millones de votantes registrados tienen entre 18 y 40 años de edad, lo cual equivale al 40 % de la población. Ninguna otra franja de edad alcanza un porcentaje tan elevado.

Estas elecciones también son importantes para los demás grupos, aunque por razones distintas. Los afectados por la violencia y los conflictos cotidianos quieren saber si las elecciones contribuyen a solucionar los problemas de seguridad, generados por grupos islamistas como Boko Haram y el Estado Islámico en África Occidental (ISIS-WAP, por sus siglas en inglés) en el norte o por los separatistas en Biafra o los rebeldes yorubas en el suroeste.

Además, las elecciones son importantes para las mujeres. Por primera vez desde hace mucho tiempo encabeza una mujer la lista de candidatos al puesto de gobernador en el Estado de Adamawa en el norte, una región con una población muy patriarcal y tradicional, conservadora y muy religiosa. Si gana la candidata, se convertirá en la primera gobernadora de un Estado federado en el norte del país, lo cual daría un impulso sin precedentes al feminismo en la política.

Los problemas relacionados con el cambio del sistema monetario son otro tema; es un caos total. En resumen, estas elecciones son de crucial importancia.

¿Quién será el próximo presidente de Nigeria?

Según los sondeos, tres candidatos tienen posibilidades reales para ganar las presidenciales. El actual presidente Muhammadu Buhari no puede presentarse para un tercer mandato. Por el partido presidencialista Congreso de Todos los Progresistas se presenta como candidato el exgobernador de Lagos Bola Tinubu, de 70 años. 

El bando opositor en el sistema bipartidista nigeriano, representado por el Partido Democrático del Pueblo de Nigeria, ocupó la presidencia entre 1999 y 2015. Por este partido de centroderecha se postula como candidato Atiku Abubakar, de 76 años. 

A ambos favoritos a las presidenciales se les acusa de corrupción y nepotismo, acusaciones que ellos mismos contradicen. El hombre de negocios Peter Obi, de 61 años, tiene mucha publicidad en los medios sociales y es la esperanza de muchos jóvenes. Pero su elección sería una gran sorpresa. 

Usted investiga sobre seguridad y terrorismo internacional. ¿Cómo ve usted estas elecciones desde una perspectiva profesional?

Los problemas de seguridad también son un tema en estas elecciones: los desplazamientos forzosos y la supresión de los derechos electorales son una consecuencia de estos conflictos. En estos momentos hay más de 240 000 refugiados nigerianos en Níger, Chad y Camerún, y alrededor de 1,9 millones de desplazados internos en Nigeria, que se vieron obligados a migrar a otra región del país, por ejemplo, por culpa del grupo Boko Haram. La mayoría de esta gente no va a poder votar. En la actualidad, los grupos Boko Haram e ISIS-WAP controlan dos o tres gobiernos locales en el Estado federado de Borno. Ningún oficial electoral se desplazará hasta allí, tampoco acudirá ninguno a ciertas regiones de los Estados de Kaduna y Níger, controladas por bandas criminales.

También los separatistas en Biafra han advertido de que no se celebrarán elecciones en determinadas zonas de la Nigeria oriental, donde ya han atacado algunos colegios electorales y amenazado a la población para que no acuda a votar. Esto es preocupante.

¿Y por qué se debería interesar por estas elecciones un ciudadano brasileño o suizo, por poner un ejemplo?

Nigeria no es solo el país con el mayor número de habitantes de África, también es el séptimo más poblado del mundo. Y según los pronósticos, su población superará a la de Estados Unidos poco antes de 2050. En el futuro, el mundo no podrá ignorar lo que está pasando aquí. Además, la economía nacional de Nigeria es la más grande de África, con un producto interior bruto superior a los 500 mil millones de dólares estadounidenses, y la economía sigue creciendo. Socios comerciales como los EE. UU., la India o Reino Unido tienen que saber lo que está pasando en este país, porque las elecciones pueden influir en la estabilidad.

Hay que interesarse por las causas directas e indirectas de la inestabilidad en Nigeria, incluso si el país no despierta demasiado interés. A Suiza le debería interesar, por ejemplo, pues es uno de los países donantes más importantes en la África occidental. 

Boko Haram empezó en Nigeria, pero el grupo también se extendió a Níger, Camerún y Chad. También hay que pensar en la diáspora: lo que pasa en Nigeria debería importar a todos los países en los que residen los 17 millones de nigerianos del exterior.

¿Siguen los nigerianos residentes en Suiza las elecciones en su país?

Sí. No somos muchos, en Suiza apenas viven 2 100 nigerianos. Pero los que residimos aquí, tenemos muchas conexiones con Nigeria, por lo que resulta imposible sustraerse de los acontecimientos que se producen en el país. Conozco a muchos compatriotas que siguen las noticias en la radio y televisión nigerianas. Se interesan por lo que está pasando sobre el terreno y siguen los debates de los partidos políticos.

¿Por qué se interesan tanto los nigerianos de la diáspora si no pueden votar?

Efectivamente, a diferencia de otros países como Kenia, los ciudadanos nigerianos en la diáspora no tienen derecho a votar. Pero la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC, por sus siglas en inglés), que organiza los comicios en Nigeria, dice estar preparada para el voto de la diáspora.

Sin embargo, por alguna razón, el parlamento se opone a ello. Si comparamos los 17 millones de nigerianos de la diáspora con los 93 millones de votantes registrados, es enorme el porcentaje de personas que no puede votar. No se trata de un problema real de posibilidades, pues la INEC ha comunicado que está preparada. Es un problema legal.

Pero la política podría cambiar las leyes.

En efecto, podría hacerlo si realmente lo quisiera. Entre el actual gobierno y la diáspora ha habido algunos problemas. De todas formas, el gobierno parte del supuesto que la diáspora es más joven, mejor formada, menos influenciable y que tiende a asumir posiciones más abiertas. Además, los donativos de la diáspora han sido importantes para el movimiento “Acabemos con SARS”. Las siglas se refieren a la unidad especial de la policía para combatir los atracos. El movimiento que quería acabar con esta unidad estuvo liderado por gente joven y se dirigía, en primer lugar, contra la brutalidad policial. El movimiento se mantuvo durante un tiempo, alcanzando su punto de máxima movilización en 2020, cuando se produjeron grandes manifestaciones de protesta. Al final, el Gobierno nigeriano logró aplastar el movimiento, matando a muchos manifestantes.

Creo que el apoyo de la diáspora al movimiento “Acabemos con SARS” es la razón por la que el Gobierno no tiene interés en conceder derechos de participación política a la diáspora. Por tanto, los nigerianos que vivimos en el extranjero nos hacemos la pregunta: ¿Nos van a traer el derecho de voto estas elecciones?

Nigerianos protesetando desde un coche en contra del SARS
Jóvenes protestando contra la violencia policial en Nigeria. Keystone / Akintunde Akinleye

¿Tiene usted alguna esperanza en la sociedad nigeriana o algún temor?

Espero que los jóvenes aprovechen su ventaja numérica. Y si la aprovechan, ¿qué ocurrirá después? Las experiencias del pasado nos demuestran que el miedo a las consecuencias de las elecciones está justificado. El movimiento “Acabemos con SARS” es un ejemplo para ello; muchos jóvenes murieron, a muchos se les impusieron restricciones de viaje o se les congelaron las cuentas bancarias.

Asimismo, temo que se produzca un estallido general de la violencia tras las elecciones. También hay que tener en cuenta el factor étnico: los tres principales candidatos representan tres de los principales grupos étnicos del país, los hausas, los yorubas y los igbos. Cuando uno de los tres gane, ¿cómo influirá su elección en las relaciones entre las etnias?

Usted es columnistaEnlace externo. En sus artículos describe su vida actual en Suiza desde una perspectiva nigeriana. En uno de sus textos dice que ya empieza a sentirse “un poco suiza”. ¿Se refiere este comentario también a la política?

Vivo desde hace ya algunos años en este país y Suiza influye en mi manera de ver las cosas. Es imposible controlar la suiza que llevo dentro de mí, por mucho que me esfuerce. Escribo esta columna para dar voz a una mezcla de admiración, crítica y asombro.

En relación con la política me pregunté, naturalmente, cómo fue posible que los suizos y suizas tuvieran tanta confianza en su sistema electoral que incluso votan desde casa por correspondencia.

En Nigeria existen, teóricamente, muchas cosas buenas, pero que no funcionan en la práctica. Le doy un ejemplo. La Comisión electoral independiente introdujo una serie de avances tecnológicos, como el sistema biométrico de reconocimiento digital de la cara y de la huella dactilar de los votantes. También propuso la posibilidad de seguir los resultados electorales a tiempo real, con lo cual sería imposible el voto doble o el voto por terceros. Además, el seguimiento de los resultados a tiempo real contribuiría a una mayor transparencia y aumentaría la confianza.

En teoría debería funcionar todo ahora. Pero las máquinas pueden fallar; también puede haber apagones. Y finalmente, queda el factor humano: ¿Son personas al cien por cien íntegras los oficiales electorales?

Suiza ha conseguido controlar el factor humano. Hay confianza. Los suizos y suizas votan por correo, sin preocuparse. Pero a mí como nigeriana todavía me sigue preocupando este factor humano.

Texto adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela

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