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El modelo japonés de «konbini», en duda

Unos clientes pagan en la caja de una tienda de comestibles 24 horas o 'konbini' en Tokio el 17 de abril de 2019 afp_tickers

La viabilidad de los «konbini», esas pequeñas tiendas de comestibles de Japón que no cierran nunca y que tan bien representan el modelo japonés, está en duda por la falta de mano de obra.

Todo empezó en Higashi-Osaka, en el oeste del país, donde una franquicia rebelde decidió desobedecer las reglas de la casa matriz, Seven Eleven.

«Siempre me hice preguntas sobre el sistema de abrir 24 horas. Y entonces se murió mi mujer», explicó a la AFP Mitoshi Matsumoto. «Decidí cerrar porque no tenía alternativa».

A principios de febrero, este comerciante de 57 años empezó a cerrar entre la 01H00 y las 06H00 de la mañana.

– Hartos de franquicias –

La historia pudo quedarse ahí de no ser por la reacción inflexible de Seven Eleven, la primera cadena japonesa en abrir un «konbini» en Japón, en 1974.

«La sede cree que deberíamos trabajar 24 horas, aún a riesgo de morir agotados», afirmó indignado Matsumoto, que sacó su caso a la luz pública cuando lo amenazaron con una multa por violar las cláusulas contractuales de 17 millones de yenes (135.000 euros, 152.000 dólares).

Llegaron muestras de solidaridad y el escándalo precipitó el reemplazo del presidente de la empresa.

El gobierno también intervino en el debate y pidió a Seven Eleven y a sus rivales, FamilyMart, Lawson y Ministop, que respondieran a las quejas de sus franquiciados.

«No esperaba que acabara generando titulares hasta este punto», dijo el comerciante, quien se dio cuenta de que muchos otros compartían su angustia.

Según una encuesta realizada por el METI (ministerio de Economía, Comercio Exterior e Industria), el 61% dice sufrir escasez de mano de obra (en comparación con solo el 22% en 2014), y tiene dificultades para contratar empleados dispuestos a trabajar por la noche por poco más de 1.000 yenes la hora (8 euros).

En las cajas, trabajan cada vez con más frecuencia extranjeros, a menudo del sudeste asiático con visado de estudiante.

– Proliferación –

«La razón por la que la casa quiere que estemos abiertos 24 horas es porque saca beneficios», estima Mitoshi Matsumoto.

Las cadenas reciben un porcentaje de las ventas y, por lo tanto, tienen interés en que se abran el máximo de tiendas: los konbini (contracción japonesa de «convenience stores», su nombre en inglés) son casi 56.000 en todo Japón, con unos ingresos de casi 11.000 millones de yenes (87.000 millones de euros, 98.500 millones de dólares) en 2018.

Estas pequeñas tiendas que se han convertido en partes importantes de la estructura social, que ofrecen apoyo logístico en caso de desastre natural y una presencia tranquilizadora para los transeúntes, tienen casi todo lo necesario.

Venden bentos (bandejas de comida) y bebidas, jabón, camisas, bolígrafos, papel higiénico, por no hablar de su gran cantidad de servicios: fotocopias, pago de facturas, entradas para espectáculos, entregas de paquetes…

«Debido a esta diversificación, el trabajo es cada vez más complicado, pero los candidatos para los turnos de noche no abundan, por lo que las frustraciones de los propietarios son mayores», dijo Tomomi Nagai, del instituto de investigación Toray.

Más aún cuando, ante la proliferación de tiendas, a veces cuatro en el mismo cruce de calles, las ventas tienden a estancarse.

– La tecnología, al rescate –

«Aunque la escasez de mano de obra es ya evidente en hospitales y entre cuidadores de personas, es la primera vez que el tema se convierte en un problema social importante», dijo Nagai.

Para calmar los ánimos, Seven Eleven decidió disminuir el ritmo de apertura de nuevos minimercados para enfocarse mejor en los existentes, por ejemplo, equipándolos con cajas registradoras de autoservicio.

El grupo también prometió una mayor flexibilidad en la aplicación de la regla de las 24 horas, aunque el principio se mantendrá, condición sine qua non para «la eficiencia de la cadena de suministro», según los expertos.

Los clientes se muestran flexibles, según las encuestas. «Si algunos han de cerrar, que lo hagan, ya me apañaré», confirmó Mai Tsumuraya, una joven que se encontraba poco después de la 01h00 de la madrugada en un «konbini» de Tokio.

Las tiendas han comenzado a probar horarios acortados. FamilyMart, a través de una asociación con el gigante electrónico Panasonic, también apostó por la tecnología para aliviar la tarea de los franquiciados: sistema de reconocimiento facial, cámaras, sensores, etc.

Lawson ya planea dejar dos tiendas desatendidas en ciertos momentos de la noche, confiando en la reputación de honestidad de los japoneses.

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