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El periplo de una familia afgana desde su «segundo hogar» a EEUU

El afgano Samim Zalmi, en su casa de Virginia el 5 de agosto de 2021 afp_tickers

Las paredes del apartamento de una sola cama que Samim Zalmi comparte con su mujer y sus hijos en Virginia están decoradas con fotos de paisajes afganos, recuerdos de su país natal, al que llama su «segundo hogar».

Zalmi, de 35 años, aterrizó en el aeropuerto internacional de Dulles, a las afueras de Washington, hace tres años con su esposa Zarifa y su hija, que entonces tenía cuatro años. Ingresó con un visado especial, el mismo documento que va a ser el billete de entrada a Estados Unidos para miles de afganos gracias a un programa aprobado por el gobierno en medio de la retirada de sus tropas de Afganistán, devastado tras décadas de conflicto.

«Las generaciones jóvenes necesitamos reconstruir nuestro país. Nuestro país nos necesita. Por desgracia, debido a la seguridad… dejamos nuestro país de origen», dijo Zalmi a la AFP desde el apartamento, cerca de la capital estadounidense.

«El hogar es siempre un dulce hogar, pero no tenemos otra opción».

Más de 200 afganos que trabajaban para Estados Unidos durante la intervención militar llegaron a Dulles la semana pasada gracias a un programa para evacuar a miles de personas del país.

Muchos de ellos temen represalias de los insurgentes talibanes, que en los últimos meses han arrebatado el control de vastas zonas a los militares afganos.

Es una historia vivida por Zalmi, que trabajó como camarógrafo para la OTAN y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional durante una década. Pero ante las amenazas de los talibanes contra él y su familia, decidió solicitar un visado.

Dejar el trabajo que le gustaba -por el que había recibido una medalla del gobierno afgano- y tener que aprender inglés mientras mantenía a su familia a flote fue una lucha.

Zalmi salió adelante con la ayuda del gobierno, de sus compañeros afganos y de extraños convertidos en amigos, y con los recién llegados quiere devolverlo.

– No volver –

El impacto del exilio fue tan fuerte que, al cabo de dos meses, tanto él como su esposa querían volver a Afganistán, donde habían compartido hogar con la madre de Zalmi -viuda desde el año pasado por el covid-19- y sus hermanos, incluido su hermano gemelo, quien ha recibido amenazas porque lo confunden con él.

Zalmi dijo que estaba dispuesto a volver, a pesar de las amenazas y de haber perdido a miembros de su familia en ataques.

«Si muero allí, la gente me conoce. Pero si muero aquí, nadie me conoce. Fue muy duro».

La barrera del idioma, al principio, fue un gran obstáculo para toda la familia.

«Mi inglés no era bueno. Nadie me entendía cuando hablaba. Mi mujer no sabe hablar inglés, mi hija no sabía hablar inglés», señaló, mientras que la niña, que ahora tiene siete años y habla un inglés impecable con acento americano, jugaba con su hermano.

Unos amigos afganos le convencieron de quedarse y le ayudaron a iniciarse como conductor de aplicaciones como Uber y Lyft.

Le enseñaron a conducir por las carreteras estadounidenses y le vendieron su primer coche.

«Me enseñó cómo manejar tu vida en Estados Unidos. Me enseñó: ‘no vuelvas'».

– «Rey de la cámara» –

Zalmi entabló nuevas amistades cuando se mudó a Estados Unidos, incluso con una pasajera y su familia, que le ayudaron a mantenerse a flote cuando el sueño americano se tambaleaba.

Cuando su hijo nació y tuvieron que estar en el hospital un mes, sus amigos estadounidenses les ayudaron con el alquiler y el Medicaid, el seguro médico del gobierno federal para los más necesitados, y pagó la factura, especialmente cara en Estados Unidos.

Después de comenzar a conducir con solo 50 dólares en el bolsillo, Zalmi tiene ahora dos coches y se siente seguro al volante de su elegante Honda, adornado también con recuerdos de su país de origen, como la alfombra afgana que reviste el portón del maletero.

Aunque el negocio le funciona, prefiere estar detrás de una cámara que de un volante.

«Todavía presiguo mi objetivo de ser el rey de la cámara en Washington DC. Puede que suceda, algún día. Todo es posible si te lo tomas con calma, trabajando duro».

Mientras conduce, dice estar listo para dar una mano a los afganos que lleguen.

«Si necesitan que les lleve, puedo hacerlo… lo mismo que la gente hizo por mí», resume.

«Y les diré: ‘Bienvenidos. Bienvenidos a Estados Unidos'».

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