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El tesinés que ausculta los suelos africanos

Luca Maggini aprecia especialmente el contacto con la población. swissinfo.ch

Luca Maggini, geólogo establecido en Johannesburgo, se dedica desde hace muchos años a la prospección minera en el continente africano. Retrato de un peleón que tiene fe inquebrantable en la capacidad humana para afrontar la escasez de materias primas.

¿Qué aspecto tiene un buscador de oro en la era moderna? ¿El de Luca Maggini? Tal vez un poco. Con su cabellera castaña despeinada, piel bronceada por el sol africano y aspecto distendido -pantalones cortos, sandalias, collar de perlas de madera y pepitas de oro en su cuello-, el tesinés luce en todo caso la vestimenta de un treintañero que se niega a llevar una existencia monótona.

Luca Maggini ejerce desde hace más de seis años la profesión de geólogo en la exploración minera. “Habitualmente comparo mi oficio con la búsqueda de un tesoro. Para lograrlo hace falta una buena dosis de curiosidad y espíritu de investigador. Muchos caminos; mejor dicho, distintos métodos pueden llevar al Grial. Se requiere naturalmente un poco de suerte, pero esa suerte es provocada. Un buen geólogo es aquel capaz de interpretar mejor los datos a disposición”.

Oro en cofre

Bien. Pero, ¿cómo se convierte uno en explorador si nació en Suiza, donde una formación de banquero le permitirá con mayor certidumbre aproximarse a los filones de oro que la de geólogo? “Todo comenzó durante las pruebas de orientación profesional en el colegio”, recuerda Maggini. “Mi perfil oscilaba entre las ciencias y el trabajo social, y no lograba decidirme entre esas dos orientaciones aparentemente opuestas”.

En la Universidad de Lausana inicia entonces estudios paralelos de Psicología y Geología. Un mes le bastaría para inclinarse por la exploración de las entrañas de la tierra en vez de las del cerebro. “Desde el segundo año pasamos todo un semestre en el terreno. Fue realmente apasionante”, señala este amante de la montaña que ha pasado toda su juventud en la región de Locarno, a los pies de Val Maggia y Verzasca.

Tras concluir la facultad acumuló experiencias diversas durante cuatro años: enseñanza, prácticas y colaboración con oficinas de ingeniería civil. “En Suiza, los geólogos son contratados ya sea en la geología hidrológica o en la construcción de puentes, caminos y túneles. Es una ocupación interesante, pero, a mi juicio, no es suficientemente motivadora. Yo necesitaba viajar y lo exótico”.

La felicidad brasileña

En 2003 parte a buscar suerte en Brasil, un país que ya conocía por haber hecho su servicio civil con la ONG Caritas. “En aquella época había un ‘boom’ increíble de la exploración minera. No había ningún geólogo desempleado en Sudamérica”. Pero sin experiencia ni permiso de trabajo, Luca Maggini pasa unos meses difíciles.

Luego consigue una entrevista que recordará por mucho tiempo. Un “tejano algo chiflado” decide confiar en este joven europeo que domina el inglés mejor que la mayoría de sus colegas brasileños. Algunos días después se encuentra en la profundidad de la Amazonía sin un verdadero contrato, con un sueldo de 1.200 dólares mensuales y alojado en una sencilla barraca de madera.

“Era la felicidad plena”, recuerda. “Mi primer trabajo era seguir los sondeos en una región donde se habían localizado filones de oro. Yo era el único geólogo en el terreno y tenía varias responsabilidades”.

La llamada de África

Contratado entretanto por una gran empresa brasileña, Luca Maggini trabajó durante casi dos años en Gabón. Hoy se pasea por las regiones ricas en cobre del Congo y Zambia. “Después de aquella primera experiencia en Brasil me sigue fascinando la prospección de oro y de metales raros. Es mucho más atractivo que buscar carbón, aluminio u otras materias primas que existen en gran cantidad”.

Viajes y estancias prolongadas en el extranjero son el pan cotidiano de Luca Maggini. No obstante, su vida está lejos de parecerse a la de aquellos miles de seres anónimos, desprovistos de todo, que iban a Yukon a finales del siglo XIX.

Desde hace tres años, el tesinés ha instalado su domicilio en un precioso dúplex situado en el elegante barrio de Morningside, al norte de Johannesburgo, la capital económica de Sudáfrica donde las residencias colectivas se vigilan las 24 horas del día, además de estar protegidas por altos muros dotados de cables eléctricos.

Una isla de comodidad

“Soy consciente de que vivo en una isla de comodidad. Si tienes dinero vives bien en África”, confiesa sin hipocresía el joven emprendedor. “El mundo minero, como el del petróleo, es un universo donde se codean personas acomodadas y ricas. Pero yo necesito una vida sencilla más allá de mi trabajo”.

Luca Maggini, en lugar de geólogo, hubiera podido convertirse en asistente social. ¿No tiene la impresión de haber vendido una parte de su alma al diablo? “Claro que no somos una ONG. Pero las grandes empresas, al menos aquellas donde trabajo, aplican reglas muy estrictas en materia de medio ambiente e invierten en numerosos proyectos sociales. Si me enterara de que no es el caso, renunciaría inmediatamente”, sostiene.

Este suizo es consciente de que la exploración de materias primas es un universo “muy politizado”, donde la ley del más fuerte suele oficiar de verdadera. “Desde hace algunos años, los chinos, y de manera general los asiáticos, han llegado con fuerza al continente africano. Ellos no tienen ningún escrúpulo si hay que corromper a gobiernos y explotar a las poblaciones locales. El problema es que suelen carecer de los conocimientos técnicos para ejecutar bien los proyectos”.

Fe en el porvenir

Sensible a las problemáticas engendradas por la frenética carrera por las materias primas, Luca Maggini conserva una gran lucidez: “¿Quién estaría dispuesto a renunciar de hoy para mañana a su coche o a su móvil?”.

De naturaleza optimista, el tesinés está convencido de que la humanidad se adaptará a los retos planteados por la escasez de ciertas materias primas. “Aún quedan muchos yacimientos por descubrir, especialmente en un continente vasto como es África. En caso de penuria, la tecnología permitirá hallar otras aleaciones para la industria, orientarse hacia los recursos alternativos o simplemente cavar más profundo. Actualmente, alrededor de un kilómetro de la superficie terrestre es explotada. Aún hay 20 kilómetros de corteza terrestre por explorar. Y quedan otros planetas en nuestro sistema solar”.

Samuel Jaberg, de vuelta de Johannesburgo, swissinfo.ch
(Traducción: Juan Espinoza)

La prospección minera es una rama de la geología que consiste en explorar el subsuelo terrestre con la finalidad de descubrir posibles yacimientos mineros.

Un yacimiento mineral es una porción de roca que contiene concentraciones de materias primas (cobre, fierro, níquel,…) o metales preciosos (oro, plata, platino, diamantes…).

También se habla de geología económica, porque los precios de los minerales en el mercado determinan los medios invertidos en la prospección minera.

La primera fase de la prospección minera consiste en reunir datos geofísicos en gran escala. Para ello son necesarios vuelos aéreos o el uso de datos satelitales. Al mismo tiempo se organizan excursiones precisas en el terreno.

Tras realizar la cartografía geológica empieza el trabajo en el terreno propiamente dicho. Se hacen campañas de muestreo de materiales superficiales. Se trata de recoger muestras de suelo, agua o sedimentos de arroyos que serán analizados y permitirán comprender mejor el subsuelo.

En seguida, los geólogos examinan con una máquina perforadora las regiones que presentan proporciones superiores a la media de los materiales buscados. Existen varios tipos de sondeos, profundos o superficiales, verticales o inclinados. De 100 proyectos de exploración, solo uno conduce a un descubrimiento.
La fase final de la prospección consiste en delimitar un yacimiento mineral, así como en definir el tonelaje (volumen y proporción media). Luego, los ingenieros de minas y metalúrgicos trazan el plan de la futura mina – a cielo abierto o de subsuelo -, y establecen el método de extracción de la roca en el transcurso de los años de producción.

Otros ingenieros tratan de definir el proceso de tratamiento, de separación y de concentración del mineral económicamente más rentable.

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