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Esuatini, una monarquía absoluta que sigue rechazando las reformas democráticas

Andrea Sanz Yus

Nairobi, 29 sep (EFE).- Esuatini (antigua Suazilandia), la última monarquía absoluta de África, celebra elecciones parlamentarias este viernes en un contexto de ausencia de libertad de asociación y de expresión, una ceremonia que pese a repetirse cada cinco años no se ha traducido en reformas democráticas.

«Es sólo el rey intentando engañar al mundo con unas elecciones, porque al final la gente no va a poder elegir un Gobierno», dice a EFE Maxwell Dlamini, portavoz y vicesecretario de uno de los principales partidos opositores de Esuatini, Movimiento Democrático Unido del Pueblo (Pudemo).

El rey Mswati III, jefe de Estado desde 1986, acapara todo el poder ejecutivo y legislativo, y aunque el país celebra elecciones cada cinco años para elegir a los 59 miembros de la Cámara Baja del Parlamento suazi, estos sólo pueden desempeñar el papel de consejeros del monarca.

La Constitución de Esuatini no permite que los parlamentarios que concurren en las elecciones estén afiliados a un partido político en elegidos.

Por eso, tanto Dlamini como la presidenta del partido opositor Primer Frente Democrático Suazi (SFDF), Busie Mayisela, describieron los comicios como una pérdida de tiempo.

Según la opositora, estas elecciones «no son nada que afecte a su vida».

En ellas, asegura, a menudo se presenta gente poco preparada que encuentran en su trabajo en el Parlamento una oportunidad para tener un salario fijo en un país con pocas alternativas para ganarse la vida.

Los comicios «no significan nada», son «todo mentiras», zanja, por su parte, Dlamini. En busca de una democracia

Esuatini vivió un estallido de protestas prodemocracia a mediados de 2021, pero las autoridades las reprimieron con dureza, dejando al menos 46 muertos, según los datos del Gobierno.

En medio de esas tensiones, Mswati III aceptó en noviembre de ese año un diálogo nacional en forma de consejo nacional tradicional -denominado «Sibaya» y liderado por el propio monarca- y dentro de los límites de la Constitución actual.

Pero las organizaciones opositoras rechazaron de plano esas condiciones.

«Necesitamos que la Unión Africana (UA) y las Naciones Unidas asistan a Esuatini en una transición pacífica para construir un estado democrático, donde la gente pueda disfrutar de sus derechos y escoger un Gobierno», dice Dlamini.

Los grupos opositores como Pudemo exigen, además de una mediación internacional imparcial, la inclusión de todos los sectores en los diálogos nacionales, la legalización de los partidos y la liberación de los presos políticos, entre otras medidas.

Sin embargo, el Gobierno suazi se opuso rotundamente a esas peticiones, obstaculizando cualquier avance auténtico.

¿Entonces, Esuatini tendrá la oportunidad de transformarse en una democracia? Mayisela responde a EFE con optimismo, asegurando que «los partidos políticos están juntos y luchan por su agenda de liberación».

Según ella, los opositores no descansarán «hasta que no tengamos democracia, porque se lo debemos a esta y a las siguientes generaciones». Un monarca rico, un pueblo pobre

Mientras que Mswati III, de 55 años, lleva una vida lujosa que comparte con 15 esposas, alrededor del 55 % de los 1,2 millones de suazis viven por debajo de los umbrales de la pobreza, según los datos del Banco Mundial.

Esos datos se han traducido en miles de estómagos doloridos: el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU asegura que un alarmante 26 % de los niños suazis con menos de cinco años tienen desnutrición crónica, es decir, presentan retrasos en el crecimiento o el desarrollo debido a unas dietas inadecuadas.

«Lo que necesitamos es una economía y una política que cree trabajos para la gente de Esuatini», señaló a EFE el economista de la Universidad de Esuatini, Sanele Sibiya.

Pero Sibiya, que se muestra a favor del régimen en varios aspectos, asegura que el Gobierno suazi no se ha quedado de brazos cruzados: «El Ejecutivo ha estado intentando que la economía funcione para que haga más empleos. Hemos visto muchas inversiones en educación y en salud. Económicamente hablando, se han hecho muchas cosas».

Para el economista, el Gobierno busca mejorar el país, pero a menudo esos esfuerzos no llegan al pueblo debido la corrupción.

Además, reconoce que la brecha entre los más pobres y los más ricos persiste como otro de los problemas más graves de Esuatini, uno de los países más desiguales de todo el mundo.

«No tenemos instalaciones sanitarias adecuadas ni suministros médicos. A nuestra gente se les está negando el derecho a la salud. Son derechos básicos fundamentales, como es también la educación», denunció Mayisela.

«Tenemos que luchar contra estas violaciones de los derechos humanos. Y esto sólo se puede solucionar con un diálogo inclusivo», recalcó el portavoz de Pudemo. EFE

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