Gerry Adams, un paria convertido en artífice de la paz

Respetado por unos, odiado por otros, Gerry Adams, de 69 años, ha sido durante décadas una figura central de la vida política en Irlanda, tanto en Belfast como en Dublín, como líder del Sinn Féin, un partido que dirigió durante más de tres décadas.
Este sábado, cuando dio el relevo a Mary Lou McDonald en la presidencia de la formación política, no pronunció palabra.
«Estoy satisfecho, lo hice lo mejor que pude», declaró recientemente a la agencia británica Press Association el político perseguido durante toda su carrera por acusaciones de tener vínculos con el Ejército Republicano Irlandés (IRA).
Nacido en una familia católica de Belfast el 6 de octubre de 1948, Adams, un ferviente partidario de la unificación de Irlanda, dirigía el partido desde 1983, un récord en Europa.
Su padre fue un miembro activo del IRA, pero Adams, el mayor de 10 hermanos, siempre negó haber pertenecido al grupo paramilitar a pesar de repetidas acusaciones –nunca demostradas— que le llevaron varias veces a la cárcel en los años 1970.
Las sospechas se mantienen, incluso hoy, porque el líder del Sinn Féin nunca condenó formalmente el IRA.
Su biógrafo, el periodista norirlandés Malachi O’Doherty, dijo a la AFP que personalmente cree que Adams fue un miembro importante del IRA pero que «tenía una sensibilidad más política que militar».
El viernes, Adams dijo a la agencia PA que lamentaba la violencia en Irlanda del Norte en las tres décadas que duró el conflicto. «Lamento el hecho de que hubiera gente asesinada, especialmente aquellos que fueron asesinados por el IRA. Claramente», expresó.
Las acciones del IRA, entre atentados y asesinatos, dejaron unos 1.700 muertos de un total de 3.500 víctimas entre los años 1960 y los años 1990, en un conflicto en el que se enfrentaron los nacionalistas partidarios de una Irlanda unida, mayoritariamente católicos, contra los que apoyaban seguir en el Reino Unido, esencialmente protestantes.
– Una imagen más de consenso –
Gerry Adams, que lleva barba desde hace años, ahora ya blanca, fue militante del Sinn Féin desde la adolescencia y ascendió rápidamente hasta convertirse en su presidente en 1983.
Ese mismo año fue elegido diputado del oeste de Belfast pero, siguiendo la posición del partido, no fue al Parlamento de Londres para no tener que prestar fidelidad a la reina de Inglaterra.
En esa época la formación estaba considerada como el escaparate político del IRA.
Durante la era de la primera ministra Margaret Thatcher, las radios y televisiones incluso tenían prohibido difundir la voz de Adams, cuyas intervenciones eran dobladas.
Adams sobrevivió a dos intentos de asesinato de los paramilitares en los años 1980, lo que le obligó a cambiar varias veces de casa, al tiempo que intentaba promover la vía política para la cuestión irlandesa.
Poco a poco el Sinn Féin se consolidó en el Parlamento de Dublín, mientras que en Irlanda del Norte se acercó a los nacionalistas moderados del SDLP, una primera etapa hacia la tregua de 1994 y luego hacia los acuerdos de paz del Viernes Santo de 1998.
«Al principio de los años 1990 entendió que las acciones armadas del IRA hacían perder votos al Sinn Féin y que sus programas eran incompatibles», explica Malachi O’Doherty.
Desde entonces y en las dos últimas décadas el Sinn Féin se ha convertido en el segundo partido norirlandés, por detrás de los unionistas del DUP.
En Dublín, el partido pasó de tener un sólo escaño en el Parlamento en 1997 a 23 diputados de un total de 158 actualmente. El propio Adams es diputado del condado de Louth, en la frontera con Irlanda del Norte, desde 2011.
Pero la mala reputación no le abandona. En 2008, un excombatiente del IRA lo acusó de haber ordenado en 1972 el secuestro y asesinato de Jean McConville, madre de 10 hijas, sospechosa de haber dado información al ejército sobre la actividad de los nacionalistas.
Por esto caso, Adams fue detenido e interrogado por la policía en 2014.
En los últimos años ha dado una imagen más de consenso, con campañas a favor del matrimonio homosexual o en favor de la Unión Europea. En 2015 incluso estrechó la mano al príncipe Carlos, que visitaba Irlanda, un gesto de reconciliación simbólica.
El ex primer ministro británico Tony Blair se felicitó entonces de su «valentía política» por haber entendido que «la existencia del IRA era una barrera más que una vía hacia una solución justa» al conflicto.
En una entrevista concedida a la televisión estadounidense en 1994, Gerry Adams confesó que «hacer la paz es mucho más duro que hacer la guerra».