El rosto oculto de la arena: la sobreexplotación provoca tensiones geopolíticas
La arena, el segundo recurso natural más explotado después del agua, genera tensiones geopolíticas sin precedentes. No existe una regulación global para su extracción, y esta se ha triplicado en dos décadas. En Ginebra, un observatorio mundial investiga este fenómeno aún poco conocido.
¿Podrían convertirse pronto las idílicas playas de arena fina, joyas de las vacaciones estivales, en un mero espejismo del pasado? La mayoría de las playas se reducen inexorablemente a nivel universal, siendo víctimas de un nivel del mar que crece erosionando las cosas. Pero hay más… la arena no solo interesa a los turistas, también es el segundo recurso natural más explotado después del agua.
La edificación de inmuebles, la fabricación de vidrio, la extracción del petróleo y el uso de las tecnologías… todo requiere arena, lo que ha disparado su demanda global en tiempos en los que las reservas de este recurso disminuyen. Sin arena, no hay hormigón: se requieren 200 toneladas aproximadamente para una casa familiar, 3.000 toneladas para construir un hospital y unas 30.000 toneladas para un kilómetro de autopista.
Consciente de la sobreexplotación que experimenta este recurso natural, la ONU creó en Ginebra el Observatorio Mundial de la Arena en 2023. Es la primera plataforma que tiene como objetivo cuantificar el alcance de la extracción de arena y documentar las consecuencias que este proceso tiene para los ecosistemas y las poblaciones aledañas a las costas.
Pascal Peduzzi, director de GRID-Ginebra, base de datos sobre los recursos naturales mundiales afiliada a la ONU-Medio Ambiente, fue entrevistado recientemente en el programa Géopolitis de Radio Télévision Suisse. El profesor de la Universidad de Ginebra e investigador medioambiental llegó a una conclusión inequívoca:
«La explotación de la arena es un tema muy importante, pero poco conocido. La arena está presente en nuestro día a día, aunque no la veamos. Es la heroína de nuestro desarrollo».
Vídeo en francés sobre la emisión del programa:
¿La sociedad es un castillo de arena?
Desde la fabricación del hormigón, el asfalto o el vidrio, pasando por los productos cosméticos y electrónicos, la arena es un elemento omnipresente en nuestra vida cotidiana. Se extraen alrededor de 50.000 millones de toneladas anuales en el mundo a través de procesos industriales o artesanales. Aunque se trata de un recurso que tarda miles de años en regenerarse, su uso se ha triplicado en solo dos décadas. «La arena se produce por erosión a escala geológica, y nosotros la estamos utilizando de forma astronómica», advierte Pascal Peduzzi.
La mayor parte de la arena que extrae cada país es para satisfacer sus propias necesidades, pero también hay una porción destinada al comercio mundial. Por ejemplo, Estados Unidos, el principal país exportador de este insumo, vendió arena por casi 1.000 millones de dólares en 2024. Le siguen en la lista: Países Bajos (262 millones de dólares), Camboya (218 millones de dólares), Alemania (160 millones de dólares), Bélgica (112 millones). A la cabeza de los países importadores están Singapur (312 millones), Canadá (291 millones), China (291 millones) y Vietnam (225 millones).
Un arma diplomática
La arena se ha convertido en un arma estratégica. Por ejemplo, Singapur ha ampliado su territorio marítimo en un 25% desde la década de 1960 debido a la importación masiva de arena que ha realizado, insumo que ha comprado preponderantemente a las naciones vecinas. Una «poldrización» (nota de la traductora: una conquista de la tierra sobre el mar) que a menudo se lleva a cabo en detrimento de los países proveedores, como Indonesia, Malasia, Tailandia y Camboya.
«Cuando Singapur importa arena de Indonesia, Tailandia, Malasia o Camboya, esto genera una afectación sobre los ecosistemas locales y provoca la desaparición de islas pequeñas, como está sucediendo en el caso de Indonesia», explica Pascal Peduzzi. «Esto puede entrañar tensiones diplomáticas porque, cuando se pierden islas, se pierde también agua territorial y con ello, zonas económicas exclusivas».
El mercado negro daña a los más vulnerables
La carencia de una regulación internacional en el mercado de la arena favorece la expansión del tráfico ilícito especialmente en Cabo Verde, en donde muchas playas se están volviendo canteras. Muchas mujeres que viven en condiciones precarias no tienen otra opción que recolectar arena a cambio de un salario irrisorio de alrededor de 25 francos suizos mensuales.
Esta práctica, que va vaciando las playas de arena, también afecta otros medios de subsistencia humana, como la pesca o la recolección de cangrejos, explica Pascal Paduzzi. «Al retirarse la arena, los cangrejos desaparecen, los peces se vuelven escasos y la gente se ve obligada a abandonar sus pueblos para irse a las ciudades».
Una catástrofe ecológica por venir
A medida que un recurso se vuelve más escaso, los sitios de extracción se van desplazado hacia entornos más frágiles. Por ejemplo, los fondos marinos, los lechos de los ríos, los ríos y las costas son los más codiciados. Esto se debe a que no todas las arenas son iguales: la del desierto, que es moldeada por los vientos, resulta demasiado fina y lisa para ser usada en la construcción.
La primera impactada es la biodiversidad, pero también se ve afectada nuestra capacidad de adaptación al cambio climático, dice el experto. «La arena es la primera línea de defensa que tenemos contra las tormentas y las inundaciones. Filtra el agua y protege las capas freáticas costeras de las infiltraciones de agua salada», añade.
En Vietnam, el agotamiento de las reservas de arena acelera la erosión de las riberas del delta del Mekong, lo que supone el riesgo de desplazamiento de miles de personas por los derrumbes que podrían producirse. Además de que la extracción de arena modifica la morfología de los ríos, las presas hidroeléctricas retienen los sedimentos, ralentizan su transporte natural y esto pone en riesgo la renovación de este recurso. «Lo desee o no, dentro de 10 años Vietnam no tendrá arena. Estos son los últimos granos de arena que estamos extrayendo», señala Nguyen Huu Thien, especialista en el delta del Mekong.
¿Se avecina una escasez mundial?
De cara a la dificultad para abastecer arena, hay proyectos de construcción que están paralizados, como la ampliación de una pista de aterrizaje en Manila, Filipinas, ya que se encontraron con la escasez de arena. Algunos pequeños países insulares, como Maldivas, se cuentan entre los primeros afectados porque disponen de muy pocos materiales», constata Pascal Peduzzi.
En Europa, los países desprovistos de montañas, como Bélgica, Dinamarca o los Países Bajos, también carecen de este insumo. «Se estima que las reservas de arena de Bélgica durarán unos 80 años y las de los Países Bajos, un poco menos», añade el profesor.
Las alternativas existentes
De cara a la creciente escasez de la arena, algunas empresas apuestan por la fabricación de arena industrial, que se produce a partir de rocas trituradas o residuos de la minería. En China, en particular, país que está en pleno auge inmobiliario, el 80% de las necesidades de arena serán atendidas a través de esta opción.
Pero, para frenar la sobreexplotación existente, Pascal Peduzzi aconseja privilegiar el reciclaje, alargar la vida útil de las construcciones a través de la renovación, en vez de optar por la demolición, y usar crecientemente materiales alternativos. «El hormigón no es la solución para todo, especialmente considerando que la producción de cemento está generando alrededor del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es posible también construir con paja o madera», destaca. En Suiza, algunas empresas se dedican ya a estudiar la recuperación de metales pesados y de las cenizas resultantes de la incineración de desechos para generar materias capaces de sustituir a la arena.
Texto revisado por Virginie Mangin. Adaptado del franc´és por Andrea Ornelas / Carla Wolff.
Este artículo es fruto de la colaboración entre Swissinfo y Géopolitis RTS.
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