La española Miriam Reyes debuta en narrativa con una obra sobre la emigración a Venezuela
José Carlos Rodríguez
Santiago de Compostela (España), 11 dic (EFE).- La escritora Míriam Reyes, Premio Nacional de Poesía 2025, debuta en la narrativa con ‘La edad infinita’, un título que hace referencia a la edad en la que «uno se queda para siempre» y que en su caso fueron los ocho años, cuando emigró junto con su familia de Galicia (noroeste de España) a Venezuela.
«Ese gran quiebre puede venir de muchos lados, puede venir de un trauma, una experiencia fuerte o por cualquier otro motivo. Pero hablando de mí, sí que puedo decir que dentro de mí hay una niña de ocho años», dijo Reyes (Ourense, 1974) a EFE con motivo de la presentación de su primera novela.
El libro, un híbrido que contiene narración pero también diario, crónica histórica y cuento, habla del fenómeno de la emigración y del «desarraigo».
‘La edad infinita’ (Editorial Tránsito) se define en su contraportada como una «novela de aprendizaje», la confesión de amor a un país de acogida y el testimonio de duelo por el «paraíso perdido».
Sin embargo, Reyes rehuye de las «etiquetas», que no forman parte de su pensamiento: «No digo que las etiquetas sean buenas o malas, sino que mi cabeza no funciona de esa manera ni en la literatura ni en la vida en general. Solo puedo decir que no se trata de prosa poética», asegura.
Sus orígenes tienen mucho que ver con la historia que cuenta su novela, la de una niña de ocho años que en 1983 se va de Galicia y se sube a un avión para aterrizar al otro lado del océano, concretamente Venezuela, y descubrir allí qué significa ser, primero extranjera, y después migrante.
Esa niña, la narradora, relata -o recuerda- sus experiencias en un nuevo país, su nueva vida. Sin embargo, Reyes cuenta que pretende «trascender» su experiencia personal para hablar del «proceso transformativo que es la migración».
La novela establece, así, «relaciones de equivalencia entre la niña y el país», un relato que avanza del mismo modo que avanza el proceso de integración de la joven en Venezuela.
«Está todo lo que pierdes y que ves que estás perdiendo y que dejas que se vaya para poder avanzar; y, por otro lado, todo eso nuevo que descubres, todo lo que ganas y todo lo que agradeces», explica.
Reyes ha revisado todo ese proceso desde la edad adulta, el deseo de pertenencia que acaba en desarraigo, la adopción de una tierra que fue reclamo para la migración en todo el planeta pero que en el momento en el que ella llega despide su estabilidad económica y comienza a ser un país ahogado por la deuda.
La autora desvela que en la novela se plasma la diferencia entre la experiencia de los padres, «que tenían el deseo de hacer dinero y regresar con él a su país», y la de la niña, cuyo anhelo es «aprenderse los nombres» y adquirir un nuevo lenguaje.
En su novela, la protagonista desvela las cuentas pendientes con el país que la acogió, con su pasado, pero «no desde la nostalgia ni desde la épica».
También es una historia de desarraigo, puesto que Reyes acabó huyendo de Venezuela, que se convirtió en un país de «éxodo», del que se fueron más de ocho millones de personas. EFE
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