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La mayor universidad pública de España agoniza: «Asumimos la precariedad por vocación»

Irene Escudero

Madrid, 3 nov (EFE).- La Universidad Complutense de Madrid lleva años agonizando económicamente; la falta de financiación amenaza a la que es la mayor universidad pública de España y los profesores sienten que asumen «la precariedad por vocación».

Cientos de profesores asociados no consiguen renovar contrato y muchos encadenan puestos precarios, sin conseguir ser fijos hasta entrados los 50. La falta de personal y la sobrecarga lectiva y de investigación ya ha provocado el cierre de asignaturas y clases de más de 100 alumnos.

«La docencia, que es la esencia de nuestro trabajo, resiste porque asumimos la precariedad por vocación», denuncia a EFE la profesora de Política María Eugenia Ruiz Gálvez, quien critica que la Complutense es «la universidad que más tasas cobra a los estudiantes y menos invierte».

Los docentes se quejan de que el «gran renombre» que tiene este centro, fundado en 1822 y que formó a escritores como Mario Vargas Llosa, Lope de Vega o Emilia Pardo Bazán, y a científicos nobeles como Ramón y Cajal o Severo Ochoa, está cayendo en picado.

El secretario general de CCOO en la Complutense, Jesús Escribano, denuncia a EFE que los numerosos edificios antiguos e históricos no se están manteniendo y que existen «dificultades en compra de materiales como libros para bibliotecas o de laboratorios».

En la entrada de la Facultad de Geografía e Historia, un anuncio televisivo que anuncia que la Complutense está dentro de un ránking global contrasta con los pupitres de hace más de 50 años, tablones de avisos propios del siglo pasado y las puertas de madera gastada de este edificio del 92 que se mantiene, no obstante, en bastante buen estado.

«Se ve todo bastante mal», dice a EFE una estudiante del Máster de Historia Medieval. Este año casi se quedan sin salidas de campo porque su profesora no conseguía que le financiaran el autobús: «Al final lo consiguió, pero ha tenido que lucharlo un montón (…) ¿Estamos pagando 3.000 euros de matrícula para que nuestra profesora esté sufriendo por conseguir un autobús de 60?».

«Encaje de bolillos» presupuestario

Óscar Villarroel, catedrático de Historia Medieval, vivió casi al entrar la gran crisis de las universidades de 2009, el comienzo de la acumulación de deudas por la falta de financiación pública.

Desde la dirección de la universidad, advierte a EFE, «están haciendo encaje de bolillos» para gestionar los escasos fondos que solo sirven para «ir tapando agujeros».

La inversión de España en universidades está por debajo del promedio internacional, según un informe reciente, y la Complutense es la segunda de España con la matrícula más cara.

Aunque la Comunidad de Madrid, de quien depende la Complutense, ha anunciado un crédito de 34,5 millones de euros, la comunidad educativa se muestra «muy preocupada» por las condiciones y denuncian que la región no destina ni el 0,4 % del PIB a las universidades, muy lejos del 1 % que marca la ley.

Ante esta «fuerte infrafinanciación», las seis universidades públicas madrileñas irán a huelga el 26 y 27 de noviembre.

«Se está apoyando a las privadas que dan una formación muchísimo peor, que está al alcance solo de los bolsillos privilegiados y que va a obligar a endeudarse a las familias madrileñas», resume el profesor titular de Ciencias de la Información José Antonio Jiménez, que critica que en la «complu» tengan los sueldos más bajos de todas las universidades españolas, de hasta 1.000 euros menos al mes que en otras comunidades.

Profesores precarizados

Los profesores normalmente empiezan con un contrato de asociado a media jornada por menos de 500 euros mensuales y la situación tarda años en mejorar. El último profesor ayudante doctor -el primer escalón formal en la universidad- que entró al departamento de Villarroel tiene 61 años.

Villarroel cuenta que un ayudante doctor contratado hace cinco años sigue esperando la convocatoria para ascender a profesor docente e investigador (PDI), mientras que un colega que se fue a otra universidad en Salamanca ya es profesor titular.

«No tenemos dinero para investigar ni para ir a congresos, pero al mismo tiempo te lo exigen. No hay becas para irte como profesor a otra universidad, pero te exigen estancias… Los profesores adjuntos a doctores cobramos 1.600 euros y estamos pagando más del 80 % de ese sueldo en alquiler», describe Ruiz Gálvez, sindicalista de CGT.

Esta profesora dice que se ha acostumbrado a «investigar sin dinero» y a quedarse en casas de amigos cuando va a congresos.

Las becas para organizar congresos han bajado de 2.000 a 600 euros y «no dan ni para el billete de avión», dice Villarroel, que sigue organizando algún congreso pequeño «tirando de contactos» y alojándolos en su propia casa.

Para investigar intentan agarrarse a los fondos nacionales porque saben que de la universidad no los van a conseguir. Incluso una estantería para el despacho o un ordenador es una lucha casi imposible.

«La Complutense sigue viviendo de su nombre y su profesorado. Vivimos de la fama, pero ¿cuánto más vamos a aguantar?», se cuestiona Villarroel. EFE

ime/mb

(Recursos de archivo de la fototeca: códigos 22832974, 22832979 y 22826070)

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