Los refugiados sirios abandonan Turquía años después de su llegada

Decepcionados por la falta de empleo y de perspectivas de futuro, muchos refugiados sirios que llevan años viviendo en Turquía sueñan cada vez más con irse a Europa a pesar de la generosa política de acogida del Gobierno turco.
Dos días después de que se publicara la foto de Aylan Kurdi, un niño sirio de 3 años que murió ahogado en una playa de Turquía y cuya imagen conmocionó al mundo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llamó por teléfono a su padre. «¿Por qué se fueron? Si se hubieran quedado aquí su familia todavía estaría con vida», afirmó.
Es la misma pregunta que muchos se hacen en el Gobierno turco frente al éxodo de miles de inmigrantes que se arriesgan a embarcarse hacia las islas griegas con la esperanza de instalarse en alguno de los países de la Unión Europea.
La mayoría de ellos son sirios que huyeron de su país y que querían rehacer sus vidas en Turquía. Sin embargo, ahora han decidido que hay que intentarlo en Europa. «Hay dos millones de sirios en Turquía y no hay dinero suficiente para todo el mundo», sentencia Hamid, de 25 años, diplomado de Ciencias Políticas por la Universidad de Damasco que lleva varios días acampando en Erdine (en el noroeste) con la esperanza de cruzar la cercana frontera con Grecia.
«Económicamente, Turquía no puede ocuparse de los sirios, creo que tendremos que irnos todos», asegura, una realidad que al Gobierno turco le cuesta reconocer.
Durante años, Erdogan ha defendido con orgullo su política de acogida de los refugiados sirios y ha criticado la falta de generosidad de sus vecinos europeos, a los que después de la muerte de Aylan acusó de haber convertido el Mediterráneo en un «cementerio de inmigrantes».
Sin embargo, muchos observadores aseguran que Turquía no ha sabido darles empleo ni un proyecto de futuro. «La historia de la acogida de refugiados en Turquía, con sus campos de cinco estrellas y su política generosa de puertas abiertas, empezó con éxito. No obstante, ahora se está transformando en un fracaso», apunta Metin Corabatir, presidente del Centro de Investigación del Asilo y las Migraciones (Igam) de Ankara.
– Más de 2 millones de refugiados desde 2011 –
El Gobierno asegura haberse gastado cerca de 6.600 millones de euros para acoger a los 2,2 millones de sirios que llegaron a Turquía desde 2011.
No obstante, hasta ahora solo 260.000 viven en estos campos de refugiados «de lujo», con escuelas y acceso a internet. El resto malvive pidiendo limosna o con trabajos esporádicos en las calles de las grandes ciudades.
Oficialmente estos sirios son «invitados» de Turquía: el Gobierno solo concede el estatuto de refugiado a los europeos y al resto les aplica una versión limitada de la convención de Ginebra sobre el tratamiento de las víctimas de guerra.
«Los refugiados tienen derechos, pero los invitados no», afirma Murat Erdogan, director del Centro de Política y Migraciones (Hugo) de la Universidad de Hacettepe, y recuerda que los sirios «solo tienen una protección temporal en Turquía, no un estatuto legal».
Las autoridades replican que, por su situación geográfica, Turquía solo puede ser un país de tránsito, no de residencia. «No consideramos este estatuto temporal (de invitado) como un defecto, sino como una protección», asegura un responsable turco, que critica las reticencias de los países europeos para tratar las demandas de asilo que le transmite Turquía.
A pesar de sus promesas, hasta ahora Turquía no ha dado permisos de trabajo a los sirios porque teme el rechazo de la población local, cada vez más hostil. «Aquí no hay ningún futuro para nosotros», dice Jihad, un estudiante de Química de 22 años que ha intentado dos veces, sin éxito, entrar en Grecia. «En Europa todo es mucho mejor», asegura.
Para Metin Corabatir, los sirios tendrían que gozar de derechos elementales y «pasar del estatuto de simples beneficiarios de las asociaciones caritativas a auténticos actores de la economía del país».