Hace 60 años, más de 100.000 personas aclamaron al Emperador Haïle Sélassié I de Etiopía, en Berna. Al ofrecer al soberano las pompas de una visita de Estado, el gobierno suizo pretendía hacerle olvidar que le había dado la espalda durante la guerra de Abisinia contra las tropas de Mussolini.
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El gran evento de 1954 es conmemorado con una exposición en el Castillo de Jegenstorf , donde residió el ilustre visitante. El exótico soberano recorrió las calles de Berna con su carruaje abierto y recibió el homenaje del pueblo. A lo largo del camino, muchos niños (dispensados de escuela) agitaban sus banderas.
Pero este cálido entusiasmo ocultaba una cierta ambivalencia creada por el trasfondo político de la visita: el Gobierno quería recuperar el favor de Hailé Sélassié, perdido en 1936. En aquella época, mientras las tropas fascistas italianas invadían Etiopía y empleaban gas tóxico, la Confederación cerró la puerta al emperador desterrado, en busca de refugio. La empresa suiza Bührle no sufrió por el enfriamiento, ya que vendió armas a Etiopía por millones de francos suizos.
La exposición ‘Un emperador invitado. La visita de Estado de Haïlé Sélassié en 1954’ estará abierta en el Museum für Bernische Wohnkultur del Castillo de Jegenstorf, hasta el 19 de octubre de 2014.
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