Los famosos y sus privilegios fiscales en el punto de mira
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Periodista y jefe adjunto de la redacción que agrupa los tres idiomas nacionales de swissinfo.ch (alemán, francés e italiano). Anteriormente trabajó en Teletexto y rts.ch.
Los suizos votan el 30 de noviembre sobre el trato fiscal preferente del que gozan los ricos extranjeros afincados en el país. Según la izquierda, un privilegio injusto y nada transparente. En caso de abolirse, la derecha teme que Suiza pierda atractivo económico.
El rockero francés, Johnny HallydayEnlace externo; el fundador de Ikea, Ingvar Kamprad, o el multimillonario ruso Viktor Vekselberg son solo algunos ejemplos de los llamados ‘exiliados’ fiscales que han dado mucho que hablar en los últimos años. Todos se benefician de un trato fiscal preferencial conocido como ‘forfait fiscal’ (impuesto a tanto alzado o uniforme): en virtud de este régimen, más de 5.600 extranjeros sin actividad lucrativa en Suiza pagan impuestos en función de sus gastos, y no de sus ingresos y patrimonio reales.
¿Cómo funciona?
El sistema de ‘forfait fiscal’ (impuesto a tanto alzado o uniforme) en Suiza se basa en el tren de vida y los gastos del contribuyente, y no en sus ingresos reales y su patrimonio. Se aplica únicamente a los extranjeros que no ejercen una actividad lucrativa en suelo helvético. Entre sus beneficiarios figuran también deportistas y artistas.
En 2012, el Parlamento suizo impuso condiciones más estrictas para la concesión de un trato fiscal preferencial. Serán vigentes a partir de 2016. El gasto mínimo que contemplan los regímenes fiscales cantonales y federal es siete veces el alquiler o el valor de la renta de la vivienda, y solo las personas con unos ingresos anuales mínimos de 400.000 francos pueden beneficiarse de este privilegio en lo que concierne al impuesto federal directo.
Concretamente, un extranjero que compra una vivienda en Suiza cuyo valor de renta mensual es de 5.000 francos tributará al mismo tipo que el resto de los contribuyentes, sobre unos ingresos de 420.000 francos (5.000 x 12 x 7). A esta cifra se suman otros gastos, como automóviles o aviones privados.
Para el impuesto sobre el patrimonio, la base imponible es al menos diez veces superior al total de los ingresos declarados, es decir, 4.200.000 francos en el ejemplo citado.
Pero este modelo tributarioEnlace externo, gracias al cual el Estado, los cantones y los municipios recaudaron cerca de 700 millones de francos en 2012, parece llevar plomo en las alas. En cinco cantones de la Suiza de habla alemana se ha suprimido bajo la presión ciudadana: Zúrich, Basilea-Ciudad, Basilea-Campo, Schaffhausen y Appenzell Rodas Exteriores. Otros cinco –San Gall, Turgovia, Lucerna, Nidwald y Berna– no quisieron abolirlo, pero restringieron los requisitos para obtener este privilegio fiscal. El próximo 30 de noviembre, las urnas tienen la palabra. Los suizos decidirán si dan o no el golpe de gracia a este instrumento creado a finales del siglo XIX como aliciente fiscal para los ingleses adinerados que se establecían en el cantón de Vaud, a orillas del lago Leman, para disfrutar de su jubilación.
La iniciativa ‘Stop a los privilegios fiscales de los millonarios (abolición de los ‘forfaits fiscales)Enlace externo’, que lanzó el movimiento La Izquierda, cuenta con el respaldo del conjunto rojiverde y de los sindicatos. A su juicio, el ‘forfait fiscal’ es un régimen arbitrario y va en contra del principio constitucional de la igualdad de derechos. “Estos privilegios fiscales generan un clima odioso en Suiza. No se puede aceptar que una persona de clase media pague más impuestos que un millonario o multimillonario extranjero que reside a escasos kilómetros de distancia”, sentencia Christian Levrat, senador y presidente del Partido Socialista Suizo (PSS).
Una práctica latina y alpina
Los partidos de derecha y del centro se oponen a la iniciativa. “El impuesto a tanto alzado es una herramienta fiscal perfectamente válida para las personas que no tienen ingresos en Suiza. Es un error afirmar que hay desigualdad de trato, porque esas personas pagan impuestos en la fuente en el extranjero”, responde Jean-René Fournier, senador demócrata cristiano (PDC, centro derecha) por el Valais.
Los cantones latinos y alpinos son los que más recurren a este régimen impositivo que en los últimos años ha generado polémica. Con 1.396 casos registrados a finales de 2012, el cantón de Vaud encabeza la lista, delante del Valais (1.274) y el Tesino (877). Le siguen Ginebra (710), los Grisones (268) y Berna (211).
Esta iniciativa constituye una afrenta inadmisible al federalismo y la soberanía fiscal de los cantones, sostienen sus detractores. “Cada cantón debe tener el derecho de determinar su régimen fiscal y adaptarlo a su situación específica. Otros cantones ofrecieron durante décadas privilegios fiscales a multinacionales extranjeras para que se establecieran en su territorio. ¿Acaso esto es más justo?”, pregunta Jean-René Fournier.
La izquierda, por su parte, denuncia una competitividad fiscal entre cantones que se parece cada vez más al ‘dumping’, la falta de transparencia sobre cómo aplican este régimen y una forma de evasión fiscal, ya que muchos de sus beneficiarios sí ejercen una actividad lucrativa en Suiza.
Christian Levrat apunta asimismo los efectos nefastos que tiene la presencia de los ricos extranjeros en algunas estaciones turísticas alpinas: ¿Qué beneficios saca Gstaad de esos chalés de lujo que permanecen vacíos gran parte del año? Y esos superricos no gastan prácticamente nada, no hacen más que encarecer los precios de la vivienda para la población residente que paga un precio elevado por este desarrollo insensato”.
Zúrich, una experiencia controvertida
Durante el debate parlamentarioEnlace externo, varios diputados de la derecha condenaron la caza a los ricos por parte de la izquierda. Asimismo hicieron hincapié en la importancia que revisten estas concesiones fiscales para el atractivo económico de Suiza y expresaron su temor de que una muchos extranjeros adinerados hagan las maletas. “Cada país tiene su método para atraer a los grandes patrimonios”, señala Jean-René Fournier. “Francia, Portugal y España utilizan este sistema impositivo a una escala mucho mayor. Con esta iniciativa tiramos piedras al propio tejado”.
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El senador valesano cita el ejemplo de Zúrich, donde la mitad de los extranjeros que gozaban de un trato preferencial abandonaron el cantón a los dos años de abolirse el régimen de ‘fortait fiscal’ (2009). “Y los que se quedaron pagan menos impuestos que antes. Al final son los contribuyentes suizos los que tienen que pasar por caja”, sentencia.
La izquierda hace una lectura muy diferente del caso zuriqués que ha sentado un precedente en Suiza: Los ingresos fiscales apenas han disminuido, solo uno de cada seis contribuyentes extranjeros ha abandonado Suiza y la situación cambiaría mucho si se suprimiera el impuesto a tanto alzado en todo el país. “En la mayoría de los Estados con un nivel de vida e infraestructuras similares se pagan más impuestos que en Suiza”, afirma Christian Levrat. Y el régimen fiscal no lo es todo, según el presidente del Partido Socialista: “Estos extranjeros se han establecido en Suiza por la tranquilidad, la estabilidad, el ritmo de vida y el contexto favorable a los negocios que ofrece el país. Y esto implica una aportación mínima al esfuerzo común”.
Traducción del francés: Belén Couceiro
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Dada la buena evolución de la economía suiza, en el extranjero puede sorprender que la mayoría de los cantones helvéticos presenten graves déficits públicos. Un problema que, según algunos, se debe en gran parte a las bajas tasas impositivas para seducir a los contribuyentes ricos.
Hace unos años, Schwyz se anotó un triunfo, cuando Roger Federer dejó su Basilea natal para establecerse en este cantón de la Suiza central y beneficiarse de las bajas tasas tributarias. El pasado fin de semana, sin embargo, los ciudadanos de Schwyz tomaron una decisión histórica y asumieron el riesgo de que el tenista haga las maletas: aumentar los impuestos a los residentes más adinerados de la región. ¿Esta votación anuncia el fin de la polémica competencia fiscal entre cantones?
Algunos creen que el sistema tiene aún mucho futuro por delante. Los cantones y los partidarios de la competitividad fiscal consideran que es una mera cuestión de ajustar los impuestos cantonales. “La estrategia elegida no ha sido de ninguna manera un fracaso”, sostiene Peter Hegglin, director de Finanzas del cantón Zug y presidente de la Conferencia de Directores Cantonales de Finanzas (CDF).
Pero quizás algunos cantones se han pasado de rosca. “Nuestra política de bajar los impuestos a los más ricos ha sido excesiva en los últimos años. Ahora hay que aumentar los cargas tributarias”, reconocía Peter Hegglin, en abril pasado, en una entrevista con swissinof.ch.
Para quienes critican esta práctica, entre ellos el Partido Socialista, la situación es muy grave y debe cambiar radicalmente. Las cifras hablan por sí solas: de los 20 cantones que han hecho públicos sus presupuestos para 2015, 14 presentan déficit.
La pesadilla de las arcas cantonales
Veinte de los 26 cantones han dado a conocer sus presupuestos para 2015 y 14 de ellos prevén un déficit, según la Agencia Telegráfica Suiza. Zúrich registra el mayor agujero en las arcas públicas (-191 millones de francos), delante de Zug (-139 millones), el Tesino (-112 millones) y Solothurn (-74 millones). Solo Berna (+119), Vaud (+26 millones), el Valais (+25 millones), Uri (+7 millones), Argovia (12 millones) y Ginebra (+1 millón) prevén cifras negras para 2015.
De los cantones con déficit, Solothurn, Schwyz, Schaffhausen y Appenzell Rodas Exteriores contemplan subir los impuestos. Los otros confían en reducir el gasto público, echar mano de las reservas o endeudarse.
Obwald va a introducir un gravamen temporal (de 15 a 20 años) para financiar un sistema de protección contra las inundaciones. Lucerna aumentó los impuestos el año pasado y es uno de los cantones que aún no han anunciado su presupuesto para 2015.
Este año, Schwyz anunció un déficit récord de 237 millones de francos, 140 millones más de lo que estimaba hace un año. El cantón prevé un déficit anual de 200 millones de francos de aquí a 2018 si la situación no cambia.
Por esta razón, el Parlamento cantonal ha decidido subir los impuestos sobre la renta, el patrimonio y los dividendos para recaudar 66 millones de francos adicionales en 2015. Esta medida afectará principalmente a los ciudadanos más solventes. El referéndum que ha presentado la Asociación de Propietarios de Inmuebles de Schwyz (HEV) contra esta decisión cuenta con el respaldo de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora). El domingo pasado, sin embargo, los ciudadanos rechazaron el proyecto, por lo que queda aprobada la subida de impuestos y el saneamiento de las arcas cantonales.
¿Qué solución?
“La diferencia entre las recaudaciones y los gastos ha aumentado muy rápido, y ahora nos vemos en una situación económica catastrófica”, explica la socialista Karin Schwiter, miembro del Legislativo de Schwyz. “Es la prueba de que la fórmula de bajar los impuestos para atraer a más ricos no funciona”. Con la llegada de residentes adinerados también ha subido el precio de las viviendas. Y el gasto per cápita en servicios públicos figura entre los más bajos en Suiza.
“Antes se decía que todos se iban a beneficiar con la llegada de los ricos”, dice. Hoy, la gente está harta de tener que pagar en lugar de los más pudientes. Los ciudadanos de Schwyz han recuperado algunos de los privilegios que habían otorgado a esta categoría de personas”.
El cantón analiza, además, otros aumentos de impuestos que afectarán a la totalidad del cantón y no solo a los ciudadanos más solventes. Estas medidas pueden aportar cerca de 100 millones de francos adicionales a las arcas públicas, pero no van a solucionar del todo el problema. El déficit anual se mantendrá previsiblemente en 39 millones de francos.
Kaspar Michel, titular de Finanzas del cantón, estima que ese agujero presupuestario se debe, sobre todo, a que los ingresos fiscales han sido más modestos de lo previsto. “Hemos recaudado decenas de millones de francos menos”, declaró al ‘Neue Luzerner Zeitung’. Además, los cantones han tenido que costear un mayor número de servicios, como los hospitales. Y el Banco Nacional Suizo ha reducido los dividendos que reparte cada año a los cantones.
Kaspar Michel señala otro problema: el aumento de las sumas que el cantón de Schwyz aporta a la perecuación cantonal, el sistema que obliga a los cantones más solventes a financiar a los que disponen de menos recursos económicos.
En el marco de la perecuación financiera, el cantón de Schwyz desembolsó 118 millones de francos en 2008. Esta suma pasó a 147 millones en 2014 y será de 162 millones en 2015. Lógicamente, los cantones que más dinero aportan al sistema son mucho más críticos que los que se benefician de él… Pero el principal culpable es Schwyz, que calculó mal la suma que debía aportar a la perecuación. “Y no es el único que subestimó la cantidades que le tocaba pagar”, según declaró al ‘Tages Anzeiger’ Gérard Wettstein, responsable en materia de perecuación de la Administración Federal de Finanzas.
Un sistema que funciona
Varios cantones han caído, pues, en una trampa peligrosa, que se señaló claramente en 2008, cuando se modificó el sistema de perecuación financiera. El nuevo sistema contempla la base imponible de los cantones, es decir, su potencial de recaudación, y no las recaudaciones reales. Al gravar a los contribuyentes más solventes con tipos inferiores a esta base potencial, varios cantones se han visto en una situación financiera crítica, ya que la diferencia entre los ingresos fiscales y la suma que deben aportan a la perecuación se ha acentuado profundamente.
“Es una señal muy clara de que el sistema funciona”, explica Marco Salvi, del laboratorio de ideas liberal Avenir Suisse. “La perecuación se creó para compensar las diferencias de ingresos y redistribuir la riqueza entre los cantones”.
Pero la reforma del sistema de perecuación financiera no ha logrado acallar las críticas sobre la tributación y las desigualdades en Suiza. El 30 de noviembre, los suizos votan una iniciativa que propone abolir el trato fiscal preferente a los extranjeros acaudalados que residen en el país. Si se aprueba la propuesta y los directamente afectados deciden abandonar Suiza, los cantones tendrán que devanarse los sesos para hacer cuadrar las cuentas.
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