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¿Quién representa a la oposición política en Suiza?

gente manifestándose y una bandera grande de Suiza
Imagen de las protestas realizadas en Lausana el 13 de junio del 2020 con motivo del ‘Black Lives Matter’. Keystone / Jean-christophe Bott

En Suiza, los grandes partidos participan siempre en el Gobierno. ¿El Gobierno es pues un todopoderoso o de verdad hay espacio para la oposición? La politóloga Silja Häusermann realiza un análisis.

A mediados de diciembre, el Parlamento sustituyó a Alain Berset en el cargo de la presidencia. Fue relevado por Viola Amher, del partido de El Centro. En Suiza, desde hace más de 60 años, son los cuatro partidos mayoritarios (UDC, PS, El Centro y el PLR) los que configuran de forma casi ininterrumpida el Gobierno. Y los siete miembros del Consejo Federal deben trabajar juntos a pesar de sus marcadas diferencias en la visión del mundo y la divergencia de sus opiniones.

Cuatro de cada cinco miembros del Consejo Nacional -cámara baja- pertenecen a algún partido que está en el Gobierno. En el sentido tradicional, la oposición en Suiza puede considerarse pequeña. El principal partido sin presencia en el Gobierno actualmente es el Partido Verde de Suiza, que cuenta con poco menos del 10% de los votantes. Pese a ello, si se realiza una evaluación histórica, la oposición actual es significativa si se le compara con los estándares suizos habituales.

¿Un Gobierno todopoderoso?

En el espectro político suizo están también las alianzas extraparlamentarias que son capaces de movilizar a suficientes partidarios y de provocar referendos: durante los últimos años, por ejemplo, la alianza conformada por los opositores a las medidas de protección contra la pandemia.

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Esto explica que, aunque Suiza parece tener uno de los gobiernos más dominantes de todas las democracias, esta percepción es en realidad inexacta. “No, el Gobierno suizo no es dominante”, confirma Silja Häusermann, profesora de política suiza en la Universidad de Zúrich.

El Gobierno suizo no tiene los medios necesarios para exigir la aprobación del Parlamento. “Por ejemplo, no puede amenazar al Parlamento con nuevas elecciones, como podría hacerlo un primer ministro normal”, señala la politóloga. Por tanto, el Gobierno tiene que confiar en su poder de persuasión a la hora de negociar con los legisladores.

El hecho de que los miembros del Consejo Federal tomen decisiones y deban realizar propuestas conjuntamente reduce aún más la posible presión sobre los parlamentarios. Al operar “como un órgano colegiado”, como lo describe Silja Häusermann, las propuestas del Gobierno “no pueden atribuirse claramente a ningún partido”.

Silja Häusermann
Silja Häusermann es profesora de política suiza y economía política comparada en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Zúrich desde el 2012. Institut für Politikwissenschaft/UZH

En su reunión semanal, el Consejo Federal adopta decisiones basadas en los compromisos aprobados por al menos cuatro de sus miembros. Cada ministro defiende entonces la decisión conjunta, incluso cuando está en desacuerdo.

Por ello, los parlamentarios pertenecientes a partidos gubernamentales no se sienten vinculados por un proyecto de ley del Gobierno, aunque sea competencia de un ministro de su propio partido.

El desafío de los derechos populares

No hay otro país en el mundo en donde se celebren tantas votaciones populares como en Suiza. Los ciudadanos suizos pueden expresar de forma periódica su opinión o, simplemente, su descontento.

En Suiza, los referendos permiten al pueblo oponerse a una reforma legislativa decidida por el Parlamento o por el Gobierno. Y las iniciativas permiten incluso someter a votación popular una enmienda a la Constitución. Para Silja Häusermann, las iniciativas y los referendos “aumentan la presión que existe para alcanzar compromisos amplios”.

Y observando el reverso de la moneda: “Todo referéndum es, en última instancia, la expresión de un proceso que falló en la búsqueda de consensos”.

En su reunión semanal, el Consejo Federal adopta decisiones a partir de los compromisos aprobados por al menos cuatro de sus siete miembros. A continuación, cada ministro defiende la decisión conjunta, incluso cuando está en desacuerdo con ella.

Por ello, los legisladores pertenecientes a los distintos partidos gubernamentales no se sienten forzosamente vinculados a un proyecto de ley presentado por el Gobierno, aunque sea competencia de un ministro de su propio partido.

En el Gobierno y en la oposición simultáneamente

Por ejemplo, el año pasado el partido de izquierda PS se opuso en referéndum a la reforma de las pensiones que había presentado su propio consejero federal Alain Berset. Esto es normal en Suiza: un partido se opone a un proyecto de ley, sin importar que el ministro del partido sea la cara pública del proyecto. “La UDC hizo lo mismo en política climática, donde se presentó contra su propio Consejero Federal”.

Según Häusermann, el PS, como el partido ubicado más a la izquierda del espectro político, y la UDC, como el partido más a la derecha, “no se sienten forzosamente obligados a apoyar las propuestas del Gobierno y pueden desviarse de ellas sin que haya consecuencias negativas”.

Así, en Suiza, la polarización en la política se produce en los partidos que participan en el Gobierno. Una polarización que, según Häusermann, “también se observa naturalmente en el plan retórico.

Una forma extrema de esta polarización retórica tuvo lugar entre los representantes de la UDC (que tienen dos de los sietes miembros del Gobierno) que llegaron a calificar al ministro suizo de la Salud de “dictador” durante la pandemia. Del lado de la presidencia del PS también son frecuentes los reproches formulados, y también desde el Gobierno.

En Suiza hay cierta divergencia entre la responsabilidad del gobierno y el comportamiento de la oposición. Esto se expresa con mayor fuerza en los referendos periódicos. En cada votación, los partidos forman nuevas alianzas.

Häusermann hace referencia al politólogo bernés Adrian Vatter, quien ha demostrado que los partidos gobernantes están cada vez más divididos en las votaciones individuales: En casi el 80% de las votaciones, los cuatro partidos del Consejo Federal recomendaban la misma opinión a finales de los años 70. Hoy, el porcentaje es cercano al cero.

“Debido a esta polarización, apenas hay propuestas en el Parlamento en las que el PS o la UDC no se desvíen de la posición del Gobierno”, dice Häusermann y añade: “De facto, en el paisaje político tan dividido que hay en Suiza, los polarizados partidos del PS y la UDC constituyen la oposición más importante”, destaca.

Texto adaptado del francés por Andrea Ornelas/Carla Wolff

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