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Polonia se enfrenta a una crisis cambiante y cada vez más tensa en la frontera bielorrusa

Cracovia (Polonia), 15 jun (EFE).- La guerra híbrida que Polonia enfrenta con Bielorrusia sube de intensidad tras producirse la primera víctima militar, un plan multimillonario para fortalecer la frontera, nuevas leyes de Defensa y la creciente intervención de Moscú denunciada por Donald Tusk.

La crisis fronteriza que enfrenta a Polonia y Bielorrusia desde hace tres años, y que pareció bajar de intensidad durante unos meses, se ha reactivado en las últimas semanas en un escenario que sigue siendo el mismo, pero donde los actores y la situación son diferentes a los de 2021.

La muerte de un soldado polaco que fue atacado con una lanza a través de la valla fronteriza, y el revelador dato de que, sólo en el mes de mayo, los soldados polacos efectuaron 770 disparos al aire cuando patrullaban la frontera, confirman que la tensión en la zona no ha hecho más que crecer.

A la denuncia por parte de Varsovia de que el régimen de Aleksánder Lukashenko orquesta y dirige una operación para atraer inmigrantes y empujarlos a intentar cruzar la frontera polaca, se unen ahora las acusaciones del primer ministro polaco, Donald Tusk, de que Rusia forma parte activa de ese plan y de que podría producirse una situación similar en la región de Kaliningrado.

La Guardia Fronteriza polaca informó recientemente de que durante el mes de mayo se detectaron 7.100 intentos de entrada ilegal desde Bielorrusia, frente a los 1.900 del mismo mes del año pasado y apenas 913 en mayo de 2022, y el ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, afirmó que el 90 % de esas personas tienen visado ruso.

Además, los militares polacos dijeron tener constancia de que hace ya tiempo que quienes hostigan a los patrulleros polacos son, casi exclusivamente, hombres jóvenes, agresivos, entrenados y equipados con armas blancas, herramientas para excavar túneles y cortar alambradas.

Los militares también afirmaron que los inmigrantes actúan en grupos coordinados entre sí.

10.000 efectivos desplegados

El Gobierno polaco estableció el viernes una zona de exclusión y acceso prohibido que se extiende a lo largo de varios tramos de la frontera y que tiene una anchura de entre 200 metros y dos kilómetros.

Por otra parte, y tras anunciar que «no se escatimarán recursos de ningún tipo» para reforzar la vigilancia en la frontera, Tusk presentó hace unos días varios planes que prevén equipar con chalecos antibalas, transportes blindados de tropas y mejor equipamiento a unas fuerzas destacadas en la zona que, entre militares, policías y guardias fronterizos suman casi 10.000 efectivos.

Los planes de Tusk para organizar este dispositivo se estima que costarán unos 2.200 millones de euros.

Tusk, que durante su período como jefe de la oposición criticó duramente al anterior Gobierno por enfrentarse a la crisis fronteriza de una manera excesivamente militar, se decanta ahora por una solución también basada en la disuasión armada, y a pesar de su compromiso de combinar «seguridad y humanidad».

Devoluciones en caliente

Organizaciones no gubernamentales como Grupa Granica han denunciado miles de casos de «devoluciones en caliente» que aún continúan llevándose a cabo.

El incidente de tres soldados que fueron detenidos por la policía militar por extralimitarse en sus funciones y disparar al aire para ahuyentar a un grupo de inmigrantes llevó a Tusk a exigir la destitución del fiscal que llevó adelante la acusación.

Además, en los próximos días se votará en el Parlamento una modificación legal para que «se respete la dignidad del uniforme militar» y no se pueda detener a soldados desplegados en la frontera más que en casos realmente excepcionales y cuando ya no estén de servicio.

Para el Gobierno polaco, la situación en la frontera es un reto sin solución fácil, pues ni la militarización del conflicto, como la adopción de medidas más «suaves», ni las campañas de información a los inmigrantes y colaboración con organizaciones humanitarias parecen suficientes para garantizar el final del problema fronterizo.

Los residentes locales, ajenos a la dimensión geopolítica o internacional de esta situación, se ven afectados desde hace ya años por las restricciones a la libertad de movimientos, la disminución del turismo y los cambios en sus vidas que acarrea una situación cuya evolución es imprevisible. EFE

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