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Raíces teológicas en la época de la Conquista

El brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación en América Latina. Keystone Archive

El catedrático de la Universidad de Friburgo, Mariano Delgado, busca seguir las huellas de los primeros teólogos en América.

La historia de la Iglesia Católica de América Latina y sus importantes aportes a la teología serán analizados en un exhaustivo trabajo que prepara el catedrático español de Historia de la Iglesia y de la Teología, Mariano Delgado, de la Universidad suiza de Friburgo, y que será publicado a finales de 2003 en Alemania.

La teología de América Latina “ha aportado un viento nuevo en la Iglesia Católica” en los últimos 40 años, afirmó Delgado en una entrevista con swissinfo durante una visita a la ciudad alemana de Essen para consultar la biblioteca de la obra episcopal Adveniat, dedicada a cooperar con los proyectos pastorales de las diócesis y parroquias latinoamericanas.

El Concilio Vaticano II en 1965 y la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968 llevaron a una renovación de la Iglesia Católica frente al mundo moderno y a una manifiesta opción por los pobres en América Latina.

Sin embargo, sus antecedentes desde la época de la Colonia, considera Delgado, han sido poco investigados hasta el presente.

Información inédita

El trabajo formará parte de una colección de libros sobre la “Historia Universal de la Iglesia y de la Teología en sus Fuentes”, que incluirá también los aportes de Europa, Asia y África publicada por la editorial alemana Neukirchener Verlag.

El mundo colonial es poco conocido, incluso para los estudiosos, desde el punto de vista del pensamiento teológico. Generalmente, se piensa que en aquella época había autores de tercera fila que sólo trataban de copiar lo que se producía en Europa.

Sin embargo, una somera recopilación de la información sobre aquella época lleva pronto a descubrir que -fuera de uno o dos trabajos pioneros, como los realizados por algunos grupos de teólogos en España y América Latina en el último lustro- poco es lo que se ha hecho científicamente en este campo.

“Esto es como una madeja, se saca un hilo y se llega a muchísimo más”, señaló el catedrático de la universidad suiza, quien considera que el siglo XIX es otro punto oscuro en la historia de la Iglesia y la teología latinoamericanas.

Más allá de los grandes clásicos ya conocidos, como Bartolomé de las Casas, hay autores muy originales sobre los cuales Delgado ha dirigido sus investigaciones, como Gonzalo Tenorio y Fernando de Avendaño, ambos jesuitas que trabajaron en la primera mitad del siglo XVII en la Universidad de Lima; así como Francisco Cervantes de Salazar y Fray Alonso de la Veracruz, de la Universidad Real y Pontificia de México. Alonso de la Veracruz, catedrático agustino, fue el primer filósofo que enseñó el aristotelismo en América.

Proceso de clarificación

En octubre próximo Delgado se propone trabajar en la biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín, uno de los mayores archivos sobre la historia de América Latina existentes en Europa, para continuar descubriendo más autores poco conocidos.

La teología latinoamericana ha aportado nuevos aires a la Iglesia en las últimas cuatro décadas, pero asimismo ha sabido servirse de la discusión sobre la clarificación de las tendencias, que tuvo lugar en la década de 1980.

“Creo que se han cometido algunas faltas en cuanto al diálogo”, opinó el académico. “Pero creo asimismo que el proceso de clarificación ha sido necesario e interesante y grandes teólogos como el peruano Gustavo Gutiérrez, uno de los fundadores de la teología de la liberación, han sabido comprender lo que era la intención de este proceso y han dialogado también con sus críticos” en el Vaticano, agregó.

Mientras otros teólogos se han cerrado al diálogo y no han querido asumir las críticas ni las sanciones disciplinarias de Roma -como el franciscano brasileño Leonardo Boff, sobre quien pesa la prohibición de enseñar en las universidades católicas- la teología está ahora en un proceso de regeneración.

Para Delgado, “las críticas han sido legítimas, porque la teología se clarifica en un proceso de diálogo en el que se puede criticar incluso lo que no es políticamente correcto”.

El campo, entretanto, se ha dividido ahora en dos grupos, uno que ha experimentado cierto desencanto después de la caída del Muro de Berlín al ver que se vino abajo un mundo que había generado ciertas esperanzas y que tiene que repensar su identidad ante esos cambios políticos.

Otro sector, sobre todo antes y después del año 1992, ha visto que la historia sirve para enraizar bien los avances y las ideas de la teología latinoamericana del siglo XX, después del Concilio Vaticano II y de las conferencias episcopales de Medellín y de Puebla, y que no hay que pensar que la teología se ha inventado de nuevo con los aportes de América Latina.

Para Delgado es necesario “intentar investigaciones históricas desde los comienzos de la Misión -que en cierto sentido es una teología de la liberación anticipada- y naturalmente de todo lo que ha sido la teología a través de la historia de América Latina, considerando los Concilios, y el proceso de establecimiento de las estructuras eclesiales”.

Manuscritos en el Vaticano

En torno a 1992, año de la conmemoración del Quinto Centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América, los teólogos han cobrado conciencia de la trascendencia de esos antecedentes históricos y del peso que tiene la región, habitada actualmente por más de la mitad de los mil millones de católicos de todo el mundo.

La teología universal se ha visto más influida en los últimos años por Alemania y por Francia, especialmente en el Concilio Vaticano II, países que han tenido un profundo proceso de secularización en los últimos siglos y con una proporción mucho menor de católicos que en cualquier país iberoamericano.

Si bien las actas personales de los teólogos de la liberación latinoamericanos que se encuentran en los archivos de la Inquisición y en otros archivos están por ahora cerradas a la investigación, el Vaticano es una fuente importantísima de consulta para la historia de América Latina, sobre todo por la cantidad de documentos originales y manuscritos de la época colonial que están depositados allí.

Muchos misioneros y estudiosos que no veían posibilidades de publicación en el mundo colonial español -por la resistencia de la Corona a dar a conocer estos trabajos que eran favorables a los indígenas- enviaban los textos al Vaticano con la esperanza de que se pudieran publicar en Roma. Sin embargo, muchas veces esos documentos permanecían allí empolvándose sin conocer la luz pública.

Tal es el caso de Bernardino de Sahagún, oriundo de la provincia de León, quien llegó a México en 1529, donde murió con 90 años de edad, y que puede ser considerado un precursor de la moderna antropología comparada. Su “Historia general de las cosas de Nueva España” recoge la explicación indígena de su cultura en lengua náhuatl y en escritura jeroglífica.

“De estos materiales inéditos hay mucho en el Vaticano, no todo está catalogado y es posible incluso hacer descubrimientos un poco sorprendentes”, concluyó Mariano Delgado.

Juan Carlos Tellechea, Berlín

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