
Realismo mágico en Lagos: la primera película nigeriana en el Festival de Cannes
Lucía Blanco Gracia
Nairobi, 14 jun (EFE).- Akinola Davies Jr. tenía solo veinte meses cuando su padre murió, pero lo trae de vuelta a la vida en «My father’s shadow» («La sombra de mi padre»), una ensoñación mágica en la ajetreada ciudad de Lagos que fue la primera película nigeriana en competir en el Festival de Cannes, donde logró este mayo una mención especial de ópera prima.
«Perdimos a nuestro padre cuando éramos muy jóvenes, pero nunca me había planteado, creativamente, cómo sería pasar un día con él», dice en una entrevista telefónica con EFE Davies, que representó a su país en la 78 edición del festival con su primer largometraje como cineasta, donde mezcla el relato íntimo con hechos históricos.
«My father’s shadow» transcurre en un solo día de 1993 y, con la textura envolvente propia del realismo mágico -aunque el director prefiere llamarlo «drama supernatural»- reúne al padre ausente con sus dos hijos durante 24 horas, a la vez que retrata una jornada clave en la convulsa historia de Nigeria, marcada por los golpes de Estado.
«(Al principio), no me di cuenta de que iba a acabar tratando sobre la fraternidad, la paternidad, la construcción de la nación y la masculinidad», confiesa Davies, que recibió hace más de diez años la primera versión del guión, escrita por su hermano Wale.
Un relato íntimo e histórico
Los jóvenes actores Godwin Egbo y Chibuike Marvellous Egbo, hermanos en la vida real de 11 y 8 años, respectivamente, cuando grabaron la película, interpretan a Akinola y Wale, cuando, en un caluroso día imaginado de 1993, se topan en casa con su padre, interpretado por el actor británico de origen nigeriano Sopé Dìrísù, al que nunca ven porque trabaja en Lagos.
Los niños se embarcan entonces en una aventura de un día, cuando su padre decide llevárselos con él y enseñarles «la vida en la gran ciudad», donde el bullicio y el tráfico constante se mezclan con los puestos de frutas e incluso una parada de títeres callejera.
Pero el contexto histórico envuelve el relato íntimo familiar desde el principio, empezando por el momento en que se quedan colgados en la carretera cuando el miniautobús en el que viajan se queda sin gasolina, en plena discusión política entre sus pasajeros.
Esa escena, junto con las imágenes de filas de personas esperando para conseguir combustible con bidones de plástico o la revelación de que, realmente, su padre lleva meses sin cobrar su salario, recuerda a la crisis económica que golpea actualmente al país, donde la inflación alcanzó en junio del año pasado un máximo histórico del 33,95 %.
Más adelante, los dos hermanos presenciarán en directo la anulación televisada por parte de los militares de los resultados de las elecciones presidenciales de ese año, a la que siguió un golpe de Estado en el que tomó el poder el general Sani Abacha, que gobernaría como dictador hasta 1998.
«Había mucha emoción porque era una oportunidad para conseguir la democracia», señala Davies sobre los comicios, pero el golpe «destruyó esa especie de contrato entre la gente y la élite política y fracturaron la confianza y la idea de democracia».
Más historias africanas
El cineasta, crecido entre Lagos y Londres, destaca que todo el equipo de «My father’s shadow» proviene de Nollywood, como se conoce a la prolífera industria cinematográfica de Nigeria, conocida habitualmente por sus melodramas, a menudo de bajo presupuesto.
En los últimos años, Nollywood se ha convertido en la segunda industria del cine más grande del mundo en cuanto a producción de películas -2.500 solo en el año 2020, según datos de la Oficina Nacional de Estadística de Nigeria-, superando a Hollywood (Estados Unidos) y solo por detrás de Bollywood (India).
«Esta película quizás puede prestar algunas ideas a Nollywood sobre colaboraciones internacionales», afirma el director, al defender que no todos los filmes nigerianos tienen por qué ser «tan teatrales», sino que se puede apostar por actuaciones «más sutiles».
«Hay muchas más historias que pueden ser globales en Nigeria y en África en general, si se nos permite crear esos personajes y estas historias redondas y con más matices», concluye Davies. EFE
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