
Restaurar las catacumbas romanas de Commodilla: un reto para salvar sus frescos milenarios
Carlos Expósito
Roma, 17 oct (EFE).- Las catacumbas de Commodilla, un cementerio cristiano excavado en el subsuelo de Roma hace más de 1.600 años, ha atravesado una «compleja» restauración que ha permitido limpiar con láser la suciedad acumulada en sus paredes, frescos y murales a lo largo de los siglos, de cara a su futura apertura al público.
«Se necesitaron tres años porque el trabajo fue realizado por cuatro empresas de restauración diferentes», revela a EFE la supervisora de la restauración, la arqueóloga Barbara Mazzei, que detalla que la técnica empleada fue la ablación láser, un método que elimina la suciedad sin dañar la superficie original de la obra.
Estas catacumbas, situada en el corazón del barrio romano de la Garbatella, deben su nombre presumiblemente a la rica romana que cedió el terreno para su construcción en el lejano siglo IV.
Este camposanto fue un auténtico lugar de culto subterráneo para los primeros cristianos por contener las sepulturas de dos santos y mártires, Félix y Adauto, ejecutados durante las persecuciones del emperador Diocleciano y venerados como ejemplos de valentía y fe.
Reconstruir también la historia
La restauración de este cementerio bajo tierra ha sido compleja pero ha permitido sacar a la luz las pinturas que cubrían sus paredes y que permanecían eclipsadas por incrustaciones calcáreas.
Pero la limpieza de estas obras también ha permitido conocer su técnica de realización y datarlas, lo que a su vez ha facilitado la «reconstrucción de toda la historia» del sitio, recalca Mazzei.
«Ahora tenemos bastante claro que las primeras manifestaciones se remontan al siglo IV, las transformaciones posteriores al siglo VI, cuando se configuró el ambiente basilical, y las últimas pinturas fueron realizadas en el siglo IX», calcula.
Aunque las labores no han sido sencillas, tal y como confiesa otra de las restauradoras Valentina Romè: «Trabajar en las catacumbas es todo dificultad», promete, en el interior de estas grutas.
«La verdadera complejidad está en el propio entorno, en respetar el ambiente y tratar de interactuar lo menos posible con él», dice, al poner el ejemplo de la limpieza de la obra, que tiene que hacerse con láser, una técnica «muy compleja y muy lenta».
Una de sus preocupaciones de cara al futuro es la interacción entre las personas y el entorno, que requiere de una temperatura constante para no destrozar su frágil y húmedo hábitat.
«Hay que procurar no alterar ese equilibrio, porque ahora hemos entrado muchas personas y ya hemos roto un equilibrio muy delicado, y quizá mañana empiecen a aparecer algas, musgos…», precisa.
Con la vista puesta en la apertura al público
La restauración ha mejorado el estado de dos de los lugares más impresionantes de las catacumbas: el cubículo o cripta de León, la joya de este espacio funerario y dedicada a un oficial romano, y la basílica de los santos mártires, donde se les rendía culto.
Al descender por las escaleras y recorrer sus estrechos pasadizos flanqueados por lóculos, se llega a ambas obras, decoradas con frescos y murales que evocan episodios de la vida de Cristo y de diversos santos.
Pero ahora el estado de estas antiquísimas pinturas es «excelente», según celebra el monseñor Pasquale Iacobone, presidente de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, agradeciendo a la fundación azerbaiyana que ha pagado las labores.
El objetivo, según precisó la Comisión Pontifica es, además de «la puesta en valor de las catacumbas de Commodilla», abrirlas al público, si bien aún no se ha especificado cuándo será posible.
Por el momento, solo han abierto sus puertas de forma experimental para determinadas visitas que ha realizado la Comisión en colaboración con el departamento de Cultura del Municipio Roma VIII , donde se encuentra las catacumbas. EFE
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