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Las mujeres católicas buscan un cambio con el nuevo Papa

¿Podría haber una mujer al frente del Vaticano en el futuro como la papisa Juana que, según se dice, dirigió las huestes católicas en el siglo IX? akg-Images

Las mujeres católicas desempeñan un papel cada vez más significativo en la Iglesia. Sin embargo, la importancia de este rol no es reconocida oficialmente y hay esperanza de un cambio con un nuevo Papa.

Cincuenta años después de que el Concilio Vaticano prometiera una reforma fundamental, la igualdad de la mujer en la Iglesia todavía no se ha dado. Pero las cosas no se han estancado por completo, al menos en la Iglesia Católica Suiza donde las mujeres han tomado la iniciativa de cubrir puestos vitales en las parroquias para compensar la escasez de sacerdotes.

Una reunión de reformistas católicos, celebrada el 3 de marzo, concluyó que sin la contribución de las mujeres, la Iglesia en Suiza no podría funcionar.

La ‘Primavera Cristiana’, evento efectuado en Lucerna, consideró que vientos de cambio soplan sobre la Iglesia y la posibilidad de que un nuevo Pontífice pueda llevar aire fresco a la institución.

Las teólogas están bien representadas en las universidades suizas. Bajo la autoridad de un sacerdote, dirigen congregaciones y funerales, Los sacramentos son competencia de los sacerdotes, salvo en algunas ocasiones el bautismo. 

Junto con los sacerdotes, las mujeres que lideran parroquias con frecuencia rompen las reglas de Roma y dan la comunión a divorciados. Para Monika Schmid, líder de una congregación en Zúrich, y cientos de otros signatarios de la Iniciativa Parroquial Suiza -creada el año pasado para pedir reformas de largo alcance-, hacer eso es seguir las enseñanzas de Jesús.

La reunión de Lucerna urgió a los obispos a enviar un mensaje al Vaticano – y al sucesor del Papa Benedicto XVI – de que ya es hora de establecer normas de la Iglesia en consonancia con la práctica actual.

“Una de las expectativas respecto al nuevo Papa sería que trajera el espíritu del Concilio Vaticano II a la Iglesia de hoy”, estima Schmid.

“El Papa tiene que reconsiderar leyes que no proceden del Evangelio -como aquella de que solamente los hombres solteros pueden ser sacerdotes-, y preguntar cuáles son los fundamentos de nuestra fe que queremos conservar y dónde podemos tener una apertura para que la comunidad sea lo que debe ser”.

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Sexualidad y celibato

Para la teóloga feminista y especialista del Antiguo Testamento, Helen Schüngel Strauman, es clave la posición de la Iglesia sobre la sexualidad en los problemas para la ordenación de las mujeres y el celibato de los sacerdotes. La “negativa actitud” de la Iglesia hacia el sexo no es compartida por la fe judía, dice, aunque tiene la misma Biblia. Es necesario volver a la palabra de Dios, agrega.

“Tenemos que recuperar el sentido de la proporción. El celibato no debe revestir la importancia actual. Y, en último caso, una gran cantidad de sacerdotes no se atienen a él”, señala a swissinfo.ch Schüngel-Straumann.

En términos de la sucesión papal, espera que el nuevo Pontífice esté abierto a la idea de cambio, como el Papa Juan XXIII, quien inició el Concilio Vaticano II. “Benedicto era muy obstinado con respecto a las mujeres. Está completamente convencido de que la masculinidad de Jesús es tan importante que no puede permitirse el sacerdocio de las mujeres, y ni siquiera el diaconato”.

Angela Büchel-Sladkovic, ponente en el evento de la ‘Primavera Cristiana’, declara a swissinfo.ch que muchas mujeres no tienen ninguna expectativa en el nuevo Pap luego de haber esperado en vano un cambio durante 40 años.

“Personalmente ,espero que no haya una simple continuación del papado anterior”, comenta. “Temo un poco que  tengamos un Benedicto XVII, pero espero un Juan XXIV”.

La frase del Papa Juan XXIII: “No estamos aquí en la tierra para custodiar un museo, sino para cultivar un jardín floreciente de vida”, fue el lema de una reunión católica efectuada en Lucerna el pasado 3 de marzo.

Fue organizada por dos revistas católicas de Suiza, ‘Auftrag’ y ‘Ferment’, en asociación con la Iglesia Católica de la ciudad de Lucerna, con motivo del Año de la Fe en 2013, declarado por el Papa Benedicto XVI.

Remo Wiegand, editor de ‘Auftrag’, dijo que la idea era reunir a las diferentes fuerzas que desean un avance y una mayor apertura de la Iglesia. “En primavera salen a la superficie cosas que durante mucho tiempo no podían verse. Tenemos la impresión de que los signos de la primavera emergen en la Iglesia”.

“Algo cambia en la jerarquía. Hay obispos convencidos de que la Iglesia no puede seguir de la misma manera y que el cambio tiene que venir tarde o temprano. Advierten que se tiene que escuchar las preocupaciones de la gente, y que éstas no son las mismas que las de Roma”, añadió Wiegand.

Ordenación de las mujeres

Büchel-Sladkovic, de la Asociación de Mujeres Católicas, expresa su convencimiento de que el sacerdocio de la mujer se dará tarde o temprano, ya que no hay ningún argumento teológico en contra. Otras mujeres presentes en el evento de Lucerna creen o esperan que, en primer lugar, se permita el diaconato de las mujeres, paso anterior al sacerdocio.

Colíder de la Iglesia Abierta Elisabethana de Basilea, Monika Hungerbühler piensa que la posición del nuevo Papa sobre el sacerdocio de las mujeres es fundamental. “El Papa Juan Pablo II dijo que la ordenación de mujeres no era un problema a discutir, pero eso podría cambiar”.

La lideresa parroquial Monika Schmid declinaría el sacerdocio hasta que se produzca una reforma radical de las estructuras “jerárquicas centralistas” de la Iglesia.

Para el teólogo Schüngel-Straumann, el centralismo en la Iglesia nunca ha sido tan grande como ahora. Previo a la era de la comunicación de masas, las iglesias de diferentes países hicieron lo que creyeron adecuado para sus circunstancias.

“Todos crecimos como cristianos y tal vez no deberíamos mirar demasiado a Roma, sino simplemente hacer lo correcto”, puntualiza. Las iglesias en los diferentes continentes y países deberían ser conducidas por sus propios cardenales y arzobispos y no dejar que Roma decidiera todo”.

Eso podría significar la ordenación sacerdotal de mujeres u hombres casados en Europa, pero no en otros continentes donde la idea tiene menos aceptación cultural.

El obispo reformista de Basilea, Felix Gmür, manifestó recientemente al  periódico suizo ‘Blick’ su esperanza de que el nuevo Papa fomente una cultura de diálogo e introduzca una reforma urgente de la administración vaticana.

Gmür descartó que la ordenación de las mujeres sea “impensable”, pero señaló que podría generar divisiones. Se pronunció por una discusión sobre el diaconato de las mujeres.

El obispo de Basilea dijo también que podría concebir el celibato opcional para los sacerdotes.

Markus Büchel, obispo de San Gall y presidente de la Conferencia Episcopal Suiza, ha dicho en entrevistas con medios electrónicos que espera que el nuevo Papa esté “abierto a los nuevos desafíos de nuestro tiempo y nuestro mundo”. El nuevo Pontífice necesita estar preparado para escuchar y debatir los temas que afectan a la Iglesia en diversas partes del mundo. El nuevo Papa debe mostrar comprensión hacia la gente y el movimiento para el cambio entre las bases.

Asuntos mundiales

Hungerbühler señala que si bien la justicia respecto a las mujeres es un tema muy importante, no es el único. “Hay otros asuntos importantes de los que habló el Papa Benedicto, por ejemplo, la protección del medio ambiente, la paz y la xenofobia. Espero que se mantenga e intensifique esa discusión”.

Büchel-Sladkovic manifiesta su esperanza de que el nuevo Pontífice no tema al mundo y se ocupe de los temas políticos y sociales candentes, como la pobreza.

Si bien todos reconocen la necesidad de que el cambio se produzca en Roma, no tienen expectativas de que comience con el nuevo Papa.

“Al mirar a los cardenales nombrados en los últimos años, tal vez sea más realista pensar que no va a cambiar mucho”, previene Schmid.

Schüngel-Straumann comparte la cautela, pero después de haber visto el desplome del Muro de Berlín, sabe que cambios rápidos e inesperados pueden producirse.

“Algo así podría suceder también en la Iglesia, si llegara un Papa que viera lo que tendría que hacer y actuara en consecuencia”.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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